Resiliencia climática: ¿Cómo debería entenderse?

Actualmente, hay consenso global sobre la realidad y existencia del Cambio Climático, pero para comprender la magnitud del reto que afrontamos, es pertinente entender que con el aumento en la temperatura promedio del planeta en los próximos años estamos rompiendo una época geológica de increíble estabilidad ambiental. Es necesario revisar, restaurar, fortalecer y construir los elementos constitutivos de un Sistema sano.

Javier Eduardo Mendoza Sabogal*
26 de mayo de 2021 - 09:33 p. m.
Dentro de la multiplicidad de nuevos conceptos y discursos que se escuchan actualmente, el de la lucha contra el Cambio Climático acapara una amplia mayoría de titulares. ¿Qué es eso de ser resilientes al clima?
Dentro de la multiplicidad de nuevos conceptos y discursos que se escuchan actualmente, el de la lucha contra el Cambio Climático acapara una amplia mayoría de titulares. ¿Qué es eso de ser resilientes al clima?
Foto: AFP

Dentro de la multiplicidad de nuevos conceptos y discursos que se escuchan actualmente, el de la lucha contra el Cambio Climático acapara una amplia mayoría de titulares en prensa escrita y minutos en televisión. Incluso, se afirma que es el enemigo prioritario a vencer y la mayor amenaza global después de la lucha contra el SARS-CoV-2 (2019-nCoV o COVID-19), y que su agenda seguirá siendo la más importante e inmediata, luego de que los gobiernos mundiales logren superar los retos post-pandemia, para evitar más situaciones de salud y socio-económicas catastróficas. Al respecto, el multimillonario Bill Gates, cada vez menos famoso por ser el fundador de Microsoft y más famoso por su papel como activista e inversionista en temas de la transformación global, dice: “Para 2060, el Cambio Climático podría ser tan mortal como el COVID-19, y para 2100 podría ser cinco veces más mortal”.

Actualmente, hay consenso global sobre la realidad y existencia del Cambio Climático, pero para comprender la magnitud del reto que afrontamos, es pertinente entender que con el aumento en la temperatura promedio del planeta en los próximos años, que puede llegar a 3 o 4 °C por encima de la que teníamos en 1750 (Era Pre-Industrial), sumado a la incidencia de otros fenómenos de cambio medioambiental producto de las acciones humanas, estamos rompiendo una época geológica de increíble estabilidad ambiental (bueno sí, con una variabilidad natural interna) que el planeta ha experimentado en los últimos 12.000 años, el Holoceno, un nombre que algunos solo recordarán gracias al álbum de chocolatinas Jet, pero, que básicamente es la época que ha permitido el florecimiento de la especie humana, desde el sedentarismo, pasando por la invención de la agricultura hasta nuestros días. Así, la influencia sinérgica de todos los procesos de cambio nos está - gradual, pero aceleradamente – sacando de manera artificial del mencionado Holoceno y llevando hacia una nueva época geológica, de la que poco o nada sabemos sobre su comportamiento y sus consecuencias, es decir, a el Antropoceno. Lo cual, no solo aumenta la incertidumbre sino también el riesgo.

Frente a tal panorama de desequilibrio socio - económico, donde el medioambiente es protagonista principal, es necesario revisar, restaurar, fortalecer y construir los elementos constitutivos de un Sistema sano. Es así, como aparecen en escena características que frente a los disturbios o eventos calamitosos relacionados con el Cambio Climático, superan lo reactivo, sensu stricto, que simplemente conllevan a la “atención y adecuación”, para trascender a un enfoque “proactivo y preventivo”, con el cual, se preparan los sistemas sociales y económicos para obtener la capacidad de adaptarse a las transformaciones, realizando los ajustes pertinentes y necesarios y, finalmente, gracias a esa adaptación obtener la facultad de continuar desarrollándose, en otras palabras, de ser resiliente.

No obstante, la resiliencia no es una condición que se alcanza, algo así como llegar al Nirvana o al Valhalla, por el contrario, es un camino evolutivo que implica que todo el tiempo las sociedades vayan ajustándose y adaptándose a las nuevas situaciones que, inevitablemente, se seguirán presentando fruto del Cambio Climático. Dicho de otra manera, este camino se parece al de un ciclista que apenas deja de pedalear se cae. Así, el riesgo climático nunca desaparecerá y, por consiguiente, la necesidad de estar siempre preparados, actualizados y educados para prevenir debe convertirse en una característica innata de la población global.

Lo cierto es que esta situación no difiere en nada de lo que hemos hecho como humanidad desde que el primer grupo humano intentó sobrevivir en la tierra, lo novedoso es que ahora debemos hacerlo conscientes en nuestro desempeño como sociedades e invertir el tiempo y el dinero necesarios, así como las aptitudes y capacidades de todos los habitantes del planeta (nadie sobra, nadie está ni llega de más) para lograrlo, perfeccionarlo y mantenerlo.

Luego entonces, ¿cómo se hace un país, un departamento, un municipio, una empresa, una comunidad resiliente al clima? Frente a esa pregunta, lo primero que se puede responder es que dependerá de las situaciones de riesgo a que se vean enfrentados, su frecuencia y su magnitud; por lo tanto, lo primero que hay que tener es información y conocimiento de la manera en cómo se presenta el problema del Cambio Climático, según su ámbito de interés. A partir de eso, el ensayo-error y la paciencia serán necesarias, ya que nadie tiene respuestas exactas de cómo aumentar la capacidad de adaptación a un determinado fenómeno en un futuro con tan alta incertidumbre, menos aún, cuando éstos se manifiestan en grupo, magnificando sus efectos.

Pero no todo es incertidumbre, afortunadamente, en países como el nuestro, contamos con buenos indicios a los que los tomadores de decisiones deberán prestar especial atención si se quiere construir y fortalecer una resiliencia climática.

Así las cosas, es claro el imperativo de reducir la magnitud del problema climático originado por las altas emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), esto significa que debemos avanzar hacia la construcción de una sociedad carbono-neutral, dónde las emisiones netas de CO2eq sean y se mantengan en cero. En el caso de nuestra nación, los temas asociados con los usos del suelo, la deforestación y la quema de combustibles fósiles, representan mayores oportunidades de mitigación. Por otro lado, debemos aumentar significativamente las capacidades de adaptación de nuestros territorios y de nuestros sectores económicos, a través de reconversiones productivas y tecnológicas, mejores prácticas y MUCHA, pero MUCHA, educación, ciencia, tecnología e innovación y, es aquí, donde a través de instrumentos como la Estrategia Climática de Largo Plazo, E2050 (www.e2050colombia.com), Colombia busca desarrollar de forma participativa e incluyente una política pública que oriente estas necesarias transformaciones.

*Experto en Cambio Climático y desarrollo sostenible, de la Sverige Landbruk Universitet (SLU)

Por Javier Eduardo Mendoza Sabogal*

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