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Biodiversidad y salud humana: un enlace ineludible en el contexto de la COP16

Estas dos semanas toda la atención estará centrada en la Conferencia sobre la Diversidad Biológica, que se llevará a cabo en Colombia: la COP16. Sin embargo, un tema clave vinculado a la biodiversidad, que tiene poca presencia en el evento por no ser el tema central, es la salud humana.

* John M. González MD, PhD

26 de octubre de 2024 - 12:25 p. m.
Opinión
Foto: El Espectador

En los últimos meses, y especialmente en las próximas dos semanas, toda la atención estará centrada en la Conferencia sobre la Diversidad Biológica, que se llevará a cabo en Colombia: la COP16. Cali será el escenario donde miles de personas se reunirán para discutir sobre el tema. Sin embargo, un tema clave vinculado a la biodiversidad, que tiene poca presencia en el evento por no ser el tema central, es la salud humana.

Durante la época dorada de la microbiología en Colombia, específicamente en las décadas de 1960 y 1970, el Valle del Cauca fue también un centro de diversidad microbiológica. En 1971, se describió el virus de Pichindé, proveniente de un corregimiento del mismo nombre, perteneciente al municipio de Cali.

Este virus forma parte de una familia de virus de ARN, conocidos como Arenavirus, los cuales son transmitidos por insectos vectores, principalmente a roedores y, en algunos casos, a humanos. Aunque el virus de Pichindé parece inofensivo para los seres humanos y se utiliza como modelo en estudios animales, otros virus de esta misma familia, como el virus de Junín en Argentina o el virus de Machupo en Bolivia, provocan cuadros graves de fiebre hemorrágica en humanos. Esta familia de virus está distribuida por toda Suramérica y todos son transmitidos por vectores.

El problema con algunas enfermedades transmitidas por vectores es que, hasta hace poco, estos virus se habían mantenido en nichos ecológicos restringidos, causando un número limitado de casos en cada país. Sin embargo, debido a procesos como la alteración de los ecosistemas y la movilidad humana, algunas de estas enfermedades están comenzando a expandirse fuera de sus áreas originales.

Un ejemplo claro es el brote de enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti, como zika y chikunguña, ambos originarios de África. Recientemente, otro virus, el Oropouche, que se transmite en varias regiones de Suramérica a través de un jején, ha comenzado a expandirse, y su impacto en la salud humana es considerable. Estudios recientes han relacionado la presencia de este virus en mujeres embarazadas con casos de microcefalia en recién nacidos, una afección que implica una disminución en el tamaño del cerebro.

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Colombia ha sido centro de atención mundial en temas de biodiversidad, siendo uno de los países más ricos del mundo en este sentido. Sin embargo, su ubicación en una zona tropical también lo convierte en un lugar propenso a muchas enfermedades infecciosas y enfermedades transmitidas por vectores, algunas de las cuales han aumentado en los últimos años.

Enfermedades como la malaria y el dengue están causando brotes graves y, además, han comenzado a cambiar sus patrones de transmisión, apareciendo en regiones donde antes no se habían reportado.

La malaria, por ejemplo, es endémica en Colombia, pero recientemente se ha registrado un aumento en los casos y una ampliación de su distribución debido a la minería ilegal. La minería no solo crea hábitats propicios para los mosquitos, al dejar cuerpos de agua estancada, sino que también facilita la movilidad de mineros a otras regiones, propagando el parásito, como ha ocurrido en la ribera del río Cauca, donde han comenzado a aparecer casos en zonas previamente libres de la enfermedad.

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La leishmaniasis, una infección parasitaria que produce úlceras en la piel, también ha cambiado sus patrones de distribución. Antes, muy limitada a áreas selváticas, ahora ha comenzado a afectar zonas periurbanas e incluso urbanas, como se ha observado en brotes en municipios de la región andina.

Otra enfermedad cuyo número de casos está aumentando en el país es la leptospirosis, una infección bacteriana transmitida por la orina de roedores, cuyas poblaciones están en crecimiento debido a factores como los desechos humanos, la resistencia a plagas y la falta de depredadores, lo que facilita su adaptación a entornos urbanos.

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Estas enfermedades transmitidas por vectores están directamente relacionadas con factores como la intervención humana en los paisajes, los monocultivos o los efectos locales en el cambio climático, donde el aumento de las temperaturas facilita la reproducción y diseminación de los vectores. Además, la migración humana, el turismo y el tráfico de animales, que actúan como reservorios de estos parásitos, contribuyen a su propagación.

Abordar la pérdida de biodiversidad, la conservación de los ecosistemas y la protección de la salud pública no son objetivos independientes, sino parte de un desafío global. Las interacciones entre humanos, animales y vectores de enfermedades en entornos alterados por la actividad humana revelan cómo la biodiversidad y la salud humana están profundamente interconectadas.

Si queremos estar mejor preparados para enfrentar futuras crisis de salud, debemos integrar estas cuestiones en todas las agendas políticas y ambientales. Incluir la salud humana en la conversación sobre biodiversidad no solo enriquecerá las discusiones, sino que también contribuirá a soluciones más integrales y sostenibles.

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* Profesor Titular, Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes

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Por * John M. González MD, PhD

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