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Esta semana no empezó con buenas noticias para quienes se han esforzado por encontrar caminos para enfrentar el cambio climático. La administración de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, anunció sus intenciones para reactivar la producción de carbón, uno de los minerales asociados al cambio climático.
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Como dice Green Peace, el carbón es el combustible fósil que más contribuye al cambio climático a nivel mundial y las centrales térmicas de carbón son la mayor fuente de emisiones de CO2 producidas por el ser humano.
Pese a eso y pese a que su uso ha estado disminuyendo en gran parte del planeta, el Departamento del Interior de EE.UU. señaló este lunes, 29 de septiembre, que está lista la apertura de “13.1 millones de acres de terrenos federales para la concesión de carbón”. El propósito, asegura, es “fortalecer nuestras cadenas de suministro nacionales y a garantizar un suministro energético fiable”.
La iniciativa fue firmada por el secretario del Interior, Doug Burgum, quien resaltó que, “al reducir la tasa de regalías del carbón, aumentar la superficie de carbón disponible para arrendamiento y extraer minerales críticos de los desechos mineros, estamos fortaleciendo nuestra economía, protegiendo la seguridad nacional y garantizando que comunidades desde Montana hasta Alabama se beneficien de empleos bien remunerados. Washington no construye prosperidad, sino trabajadores y emprendedores estadounidenses, y les estamos dando las herramientas para triunfar”.
Al mismo tiempo, informó The New York Times, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) anunció que va a derogar varias regulaciones que se habían establecido durante la administración de Joe Biden para reducir el dióxido de carbono, el mercurio y otros contaminantes de las centrales eléctricas de carbón.
De hecho, Trump ha promovido esa idea desde su campaña en 2016 y ahora que China está tomando el liderazgo en la producción de artefactos claves para las energías renovables, quiere que su país encabece la producción de energía. Estados Unidos estaría “listo para proporcionar a cualquier país suministros energéticos abundantes y asequibles si los necesita”, dijo en el discurso que dio ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
La noticia no le cayó bien a muchas personas que ven al carbón como un contaminante, no solo al emitir gases de efecto invernadero, sino al provocar material particulado que puede causar enfermedades respiratorias a los trabajadores y contaminar fuentes de agua. Hay literatura médica que ha reportado casos de neumoconiosis en mineros de carbón, especialmente en Estados Unidos.
Además, su uso, como han alertado los científicos, debería reducirse si no queremos sobrepasar la meta de los 1,5° C de temperatura global. “El uso de carbón a nivel mundial tiene que descender un 75% en 2030″, señala Green Peace.
Pese a las constantes advertencias, lo cierto es que, además de Estados Unidos, la demanda de carbón ha incrementado. En 2024, de acuerdo con los datos de la Agencia Internacional de Energía, alcanzó un máximo histórico de alrededor de 8.800 millones de toneladas. China, India, Indonesia y otras economías emergentes fueron algunos de los países que más consumieron.
Sin embargo, en el primer semestre de 2025, en China e India disminuyó el consumo, pero aumentó 10% en Estados Unidos.
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