Un nuevo estudio publicado en Nature Geoscience documentó un retroceso sin precedentes del glaciar Hektoria, ubicado en la península antártica. Entre noviembre y diciembre de 2022, la masa de hielo perdió más de ocho kilómetros, una velocidad cercana a los 800 metros por día, diez veces superior a la observada en cualquier otro glaciar apoyado sobre tierra.
El hallazgo, liderado por investigadores de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Francia, representa el mayor retroceso terrestre registrado en la historia reciente. El equipo utilizó imágenes satelitales de alta resolución, fotografías aéreas y datos altimétricos para estimar la magnitud de la pérdida.
Etienne Berthier, glaciólogo del Laboratorio de Estudios en Geofísica y Oceanografía Espaciales de la Universidad de Toulouse y coautor del estudio, explicó a El País de España que este comportamiento es excepcional: “Retrocesos tan rápidos pueden observarse en plataformas flotantes, donde se forman grandes icebergs. Pero que ocurra en un glaciar apoyado sobre roca es extraordinario: ocho kilómetros en dos meses es algo que no habíamos visto antes”.
A diferencia del hielo que flota sobre el mar, cuando el derretimiento ocurre en tierra, el agua resultante fluye directamente al océano, contribuyendo al aumento del nivel del mar. Por eso, los científicos consideran que comprender la dinámica de los glaciares antárticos es esencial para proyectar el futuro de las zonas costeras y los impactos del calentamiento global.
El estudio indica que las características del terreno sobre el que descansa el glaciar Hektoria (una superficie particularmente llana y próxima a la costa) explican parte de la velocidad del retroceso. En estos entornos, pequeñas variaciones en la pendiente o en la temperatura pueden exponer grandes extensiones de hielo al contacto con el mar, lo que acelera su desintegración.
Sin embargo, los investigadores también señalan que este fenómeno no puede entenderse de forma aislada. Desde la desintegración de la barrera de hielo Larsen B, en 2002, los glaciares que desembocaban en esa plataforma han acelerado su pérdida de masa. “Estas plataformas actúan como un tapón que frena el flujo de hielo desde el continente hacia el océano”, explica Berthier. “Cuando desaparecen, el hielo continental se vuelve más vulnerable. Lo que vemos ahora en Hektoria es parte de una reacción en cadena”.
Hasta ahora, la única comparación disponible proviene de reconstrucciones del pasado geológico. Los registros morfológicos del casquete que cubría Escandinavia hace unos 20.000 años sugieren que, durante periodos de rápido calentamiento, pudieron ocurrir retrocesos similares.
Los autores del estudio advierten que estos episodios, aunque localizados, pueden anticipar cambios mayores en la estabilidad de las masas polares. La pérdida de hielo en tierra no solo modifica los ecosistemas antárticos, sino que tiene implicaciones globales: eleva el nivel de los mares y altera corrientes oceánicas que regulan el clima del planeta.
Por ahora, en palabras de Berthier, “la historia de Hektoria confirma lo que venimos observando desde hace décadas: el sistema polar está respondiendo de forma más rápida e inestable de lo que habíamos previsto”.
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