Una colección de cantos de murciélagos

En una investigación pionera, científicos colombianos escucharon poco más de 20 mil horas de grabación para describir cómo los afecta la intervención humana en sus ecosistemas.

Maria Paula Rubiano
21 de enero de 2019 - 02:20 a. m.
Los investigadores visitaron 30 fincas del Piedemonte Llanero y sel Eje Cafetero
Los investigadores visitaron 30 fincas del Piedemonte Llanero y sel Eje Cafetero
Foto: Mauricio Rengifo-Ruiz

Diego Lizcano llegó al piedemonte llanero en 2016. El biólogo aterrizó en la región con una misión: averiguar qué tan afectados se veían los murciélagos  por actividades como ganadería o agricultura, y si había algún modelo de finca que permitiera conservar su biodiversidad.

En cada una de las veinte fincas en las que trabajó, los campesinos lo recibieron con asombro. “Para ellos era extrañísimo que alguien llegara a sus fincas para estudiar a los murciélagos”, comparte Lizcano. “Desafortunadamente los ganaderos tienen una relación conflictiva con los murciélagos, pues ellos los ven como el vampiro, como el animal que les chupa sangre a sus animales”, añade.

Y aunque esa es una percepción extendida, no hay nada más alejado de la realidad. Los murciélagos, les explicaba Lizcano a los ganaderos, son como las aves de la noche: los que comen fruta esparcen las semillas de los árboles del bosque, los que comen néctar polinizan cultivos tan importantes como el banano y los que comen insectos ayudan a los campesinos en su misión de controlar las plagas. De hecho, en 2015, un grupo de investigadores descubrió que gracias a los murciélagos, los agricultores del maíz de Estados Unidos se ahorran US$1.000 millones anuales en pesticidas.

De las 195 especies que existen en Colombia solo dos son “chupasangre”. Los agricultores y ganaderos poco saben sobre cómo les ayudan los otros “pájaros nocturnos”. Lizcano, experto en biodiversidad en The Nature Conservancy, llegó al piedemonte para tratar de descubrirlo junto con Francisco Sánchez, investigador de la Universidad de los Llanos, y tres de sus estudiantes.

Meses después de su llegada a los Llanos Orientales, se adentró en otras diez fincas del Eje Cafetero para replicar las investigaciones, que son solo una de las muchas investigaciones posibles gracias al proyecto de Ganadería Colombiana Sostenible, un proyecto de 27,7 millones de dólares producto de una alinaza entre The Nature Conservancy, el gobierno del Reino Unido, el Fondo para el medio ambiente global (GEF), Fedegán, entre otros. (Puede interesarle: No todo el ganado deforesta en Colombia)

Cantos silenciosos

¿Cómo estudiar a un grupo de animales que salen en las noches, son pequeños, voladores y esquivos? Para responder a esa pregunta, los investigadores de The Nature Conservancy, en el marco del proyecto Ganadería Sostenible, decidieron mirar cómo lo hacían los expertos: se dieron cuenta de que si bien la instalación de mallas de niebla (delgadas mallas contra las que chocan aves o murciélagos) era lo estándar, un par de investigaciones, realizadas por científicos de las universidades del Chocó y de Antioquia, habían aprovechado el silencioso canto de los murciélagos para rastrearlos.

“Ellos vocalizan muchísimo, son muy ruidosos cuando buscan comida. Lo que pasa es que nuestro oído no tiene la capacidad para escucharlos”, explica el investigador. Por ello, los investigadores usaron dos grabadoras especializadas para registrar las altísimas frecuencias de los cantos de los murciélagos.

Como en las aves, cada especie de murciélago tiene un canto particular. Tras bajar la velocidad de las grabación diez veces, y disminuir su volumen, los cantos se hicieron perceptibles para los oídos humanos.

Escucha "Murcielagos" en Spreaker.

 Así suena un murciélago luego de expandir 10 veces la frecuencia de su canto, para poder escuchar el sonido. En este caso es un murciélago del grupo de los Molosus.

Pero había un problema: “Teníamos diferentes llamados, pero no sabíamos qué llamado corresponde a qué especie”, cuenta Lizcano. Si bien estas grabaciones están estandarizadas en otros países, como Estados Unidos, en Colombia su uso es todavía reciente. Aunque somos el segundo país con más especies de murciélagos en el mundo, no sabemos cómo cantan. Para averiguarlo, los biólogos debían capturar a los murciélagos, grabarlos y con esa pista de referencia empezar a identificar a las especies que grabaron durante casi un año en treinta fincas: veinte fincas del piedemonte llanero y diez en el Eje Cafetero.

Grabaron en potreros, bosques vírgenes y bosques secundarios, en cercas vivas y en sistemas de ganadería sostenible, en donde las vacas viven bajo la sombra de árboles y arbustos. Veinte mil horas de grabación más tarde, los investigadores tenían suficiente información para entender cómo se comportan los murciélagos en estos ecosistemas.

En el Eje Cafetero registraron de diez a doce especies, mientras que en el piedemonte (en donde abarcaron una extensión mayor), lograron hacer grabaciones de 25 especies. En ambas regiones, a pesar de las diferencias en cifras, fue consistente la similitud entre los llamados sistemas silvopastoriles de ganadería sostenible y los bosques nativos. “Se parece muchísimo más un bosque a un silvopastoril que un silvopastoril a un potrero”, dice Lizcano.

Así, el paisaje sonoro de un bosque —es decir, la cantidad de llamados de los murciélagos y sus variaciones cada noche— y un sistema silvospastoril tienen menos del 20 % de diferencia. En cambio, la diferencia entre este sistema de ganadería sostenible y un pastizal o potrero fue de más del 50 %.

La explicación de este fenómeno estaría en que la diversidad en insectos, frutos o plantas tanto en los bosques como en los sistemas silvopastoriles es mucho mayor que en los potreros. “Los murciélagos vocalizan básicamente para comer. Ellos envían esas ondas sonoras que chocan contra el cuerpo del insecto y así es como los cazan”. Es decir: cuanto más ruido de distintas especies se escuche, más disponibilidad de alimento hay en ese hábitat particular.

Aunque todavía están consolidando los resultados finales, la investigación ya fue presentada en el Congreso Nacional de Zoología, junto al profesor Francisco Sánchez. Allí, además de exponer sus hallazgos, los investigadores presentaron su idea de construir una librería colaborativa de referencia de llamados de murciélagos de todo el país.

“Hay algunas grabaciones que otros investigadores han hecho en Bucaramanga, estamos nosotros, que tenemos cantos en los Llanos y el Eje Cafetero, y las investigaciones que ya mencioné en la zona del Urabá antioqueño”, comenta el investigador. En caso de hacerse realidad, la librería sería la base para entender mejor dónde están las especies, cómo se mueven y si algunas se adaptan mejor a ciertos hábitats que a otros, entre otras dudas.

Por ahora, los investigadores están concentrados en afinar los últimos detalles del artículo académico, que será presentado ante una revista internacional este año.

Por Maria Paula Rubiano

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