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Una marrana, símbolo de Santurbán

Juan Camilo Cárdenas, profesor de la Universidad de los Andes, puso a jugar a campesinos, mineros y gobierno para buscar una salida a los problemas del páramo.

Pablo Correa

27 de enero de 2014 - 10:18 a. m.
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Los cerca de 60 invitados a la mesa de diálogo que se celebró este lunes por la mañana en Bucaramanga, para encontrar una solución consensuada a los problemas del páramo de Santurbán, se encontraron con una sorpresa.

Juan Camilo Cárdenas, un profesor de la Universidad de los Andes y quien fue encargado por la ministra de Ambiente Luz Helena Sarmiento para coordinar la reunión, puso frente al grupo de campesinos, mineros, representantes de las corporaciones autónomas, el gobernador y los alcaldes locales, una marrana color ladrillo.

A cada uno de los participantes le dio cinco fichas, cada una con un valor imaginario de $3.000 pesos. Es decir, que en total cada uno de los actores, tanto el gobernador de Santander Richard Aguilar Villa como la ministra de ambiente Luz Helena Sarmiento, recibieron $15.000 pesos. Luego les pidió a todos los participantes en el juego que decidieran si estaban dispuestos a depositar algunas o todas las monedas en la alcancía.

Las reglas del juego eran sencillas. Las fichas que alguien decidiera no poner en la marrana le pertenecerían sólo a esa persona. Las que pusieran en la marrana, sumadas a las de otros actores, se duplicarían al final del ejercicio y se dividirían entre todos. (Lea: Juegos en el bosque

“Este es un juego de cooperación clásico”, explicó Cárdenas. El objetivo no era otro que convertir el juego en una metáfora de confianza, que los actores descubran a través de esa actividad que si todos ponen todas sus fichas, al final todos ganan el doble. Si por el contrario son desconfiados y guardan una parte de las fichas, la ganancia es menor para todos”.

“Santurbán es un escenario complicado y va a marcar la pauta para lo que viene en otros páramos del país”, comentó Cárdenas al referirse al conflicto de intereses mineros, agropecuarios, ambientales que confluyen allí. Al principio de la sesión de juegos y discusiones, todos los actores estaban un poco reacios y su actitud seguía siendo tensa y desconfiada. Con el paso de los minutos el ambiente se fue relajando y quedaron a un lado las posiciones radicales. (Lea: Las libertades de Elinor Ostrom)

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Desde que los santandereanos salieron a marchar para protestar contra la explotación minera en el páramo, donde nacen los ríos que proveen de agua a Bucaramanga y a los municipios aledaños, Santurbán se ha convertido en un símbolo de los conflictos entre desarrollo y conservación. Actualmente todos los actores interesados en ese ecosistema (mineros, campesinos, agricultores) están a la espera de que el Gobierno realice la prometida delimitación de páramos, que replanteará las regla del juego y determinará qué actividades económicas se podrán desarrollar allí.

Aunque desde el año pasado el Instituto Humboldt completó los mapas que determinan los nuevos límites del páramo, el Ministerio todavía no los ha adoptado oficialmente. En diciembre la ministra de ambiente Luz Helena Sarmiento anunció que antes de esto, el objetivo es resolver los conflictos sociales y económicos que implica la delimitación. (Lea: Las nuevas reglas para Santurbán)

La salida que ha propuesto el Gobierno, y que fue confirmada este lunes por la ministra Sarmiento desde Bucaramanga, es implementar un servicio de pago por servicios ambientales en la región, de tal manera que los habitantes de la ciudad hagan un aporte que permita pagar a las familias que viven en el páramo para que cuiden ese ecosistema y dejen de lado actividades que lo dañan.

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“La ministra quiere que se implemente una metodología que sea de colaboración y no de restricción o imposición”, explicó Cárdenas quien fue discípulo en Estados Unidos de Elinor Ostrom, la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Economía. Su trabajo se ha centrado en utilizar la Teoría de Juegos para entender y resolver conflictos ambientales en distintas poblaciones, para descifrar los comportamientos que llevan a las personas a colaborar o a ser egoístas.

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Por Pablo Correa

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