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Hace unas décadas, un grupo de científicos que investigaba las plantas silvestres en el occidente de los Estados Unidos notaron que dos especies de flores de monos (Mimulus cardinalis y Mimulus verbenaceus), que principalmente poseen flores rojas, tenían, en algunos casos, inusuales flores amarillas.
Observando las excepcionales flores amarillas, se dieron cuenta que eran las preferidas por las abejas polinizadoras, mientras las rojas eran frecuentadas por colibríes. Sin embargo, no pudieron establecer si otros rasgos, como el olor o las formas, influían en la elección de los insectos.
Ahora, un grupo de investigadoras del Centro John Innes, del Reino Unido, regresó a Estados Unidos para, con ayuda genética y bioquímica, resolver el misterio del cambio de color de las flores, así como los factores que influyen en sus polinizadores.
“Los resultados nos ofrecen una visión fascinante del funcionamiento de la biodiversidad en la naturaleza y pueden ayudarnos a diseñar cultivos mejor polinizados y de mayor rendimiento”, adelantan las científicas en el artículo que publicaron recientemente en la revista académica Nature Communications.
Tras adelantar una serie de experimentos en condiciones controladas, las investigadoras determinaron que las abejas tenían el doble de posibilidades de visitar las flores amarillas sobre las rojas. Estas, a su vez, tenían una mayor emisión de olor frente a las rojas, “lo que podría reflejar una selección por parte de polinizadores como las abejas, que utilizan el olor para buscar alimento, a diferencia de los colibríes”, explican las científicas.
Sin embargo, las abejas se adaptaban mal a las flores, por lo que no terminaban siendo buenas polinizadoras para la planta e, incluso, causaban daños al intentar acceder al néctar o al contactar mal con los órganos florales.
Esto podría deberse, según concluyeron las autoras del estudio, a “que estas flores amarillas representan una posible etapa temprana en la transición evolutiva, el ‘paseo adaptativo’ de la polinización por colibríes a la polinización por abejas”.
“Hemos identificado formas en que las flores pueden cambiar y afectar a la visita de los polinizadores, así como algunas vías genéticas que pueden subyacer a estos cambios y cómo han evolucionado en especies diferentes, pero estrechamente relacionadas”, señaló Kelsey Byers, autora principal del estudio.
Ahora, el equipo liderado por Byers se alista para diseñar rasgos que influyan en la preferencia de los polinizadores en las plantas que arrojan flores amarillas y, de esta forma, mejorar el rendimiento de los cultivos.
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