Bogotá no puede ser un santuario para el narcotráfico

El director de la Policía, general Óscar Naranjo, dice que la capital tiene vacíos en la judicialización de las bandas criminales y anuncia ofensiva contra los delincuentes en la ciudad.

Stefanie Matiz Cortés
11 de mayo de 2009 - 09:53 p. m.

El general Óscar Naranjo no está dispuesto a que en Bogotá se sigan expandiendo los expendios de droga, conocidos como ollas, y que fácilmente pueden llegar a los 1.500 regados por toda la ciudad.

Por eso decidió darse la pela y nombrar al hombre fuerte de la inteligencia como comandante de la Policía Metropolitana, el coronel César Augusto Pinzón, quien dirigió la operación de captura de 'Don Mario' - el mayor narcotraficante del país- y de casi una centena de extraditables en los dos últimos años.

Naranjo, quien celebra por estos día dos años al frente de la Policía, dice que la vida útil de un capo ya no supera los 24 meses -cuando antes podría ser superior a una década- gracias a la ofensiva lanzada por las autoridades y al éxito de la red de cooperantes, que le ha costado al Estado 12.000 millones de pesos.

¿Cuáles son sus mayores logros en estos dos años?

Yo diría que lo más importante que hemos hecho es avanzar en el restablecimiento de la confianza de los ciudadanos en la Policía, para mí esa es una obsesión y los indicadores que nos están mostrando todas las encuestas es que evidentemente la gente está creyendo más en la Policía.

Esa confianza tiene que ver con la acumulación de resultados operacionales contra delincuentes que eran verdaderos mitos criminales y que la Policía y la Fuerza Pública en estos dos años hemos logrado someter a la ley. Desde el caso de ‘Raúl Reyes' hasta la captura de alias 'Don Mario' hay un recorrido de distintas facetas de la criminalidad en Colombia y ha significado que hoy en día esos delincuentes estén presos o dados de baja. Adicionalmente, hay una prevención de actos terroristas, que le evitaron al país grandes tragedias.

Por otro lado, cada vez que hemos tenido problemas los hemos enfrentado de manera pública. Yo lo que estimo es que a la ciudadanía realmente lo que más valora es que las instituciones admitamos errores y rectifiquemos.

¿Y cuál es el lunar?

Creo que tenemos que ser más eficaces, más contundentes para proteger al ciudadano en su cotidianidad.

El país se está transformando y la amenaza del narcoterrorismo empieza a ser reemplazada por una amenaza de inseguridad ciudadana. Sobre ese tema en particular tenemos un largo camino que recorrer.

¿Qué está haciendo para lograrlo?

Hemos incorporado desde el 2002 a la fecha 47 mil nuevos patrulleros. Pero al mismo tiempo hemos hecho inversiones millonarias para mejorar la movilidad de la Policía; eso significa una mayor posibilidad de prestar un servicio con más oportunidad y calidad.

¿Cuál es el papel de la Policía en el Plan Estratégico de la fuerza pública?

Es un proceso de consolidación. Después de un trabajo formidable de la fuerza militar en la recuperación del territorio, la policía debe llegar a esos territorios para quedarse para siempre y generar climas de convivencia y seguridad. Por otro lado nosotros tenemos dos grandes desafíos en el país, reducir la posibilidad de las bandas criminales y atacar el narcotráfico de manera estructural.

¿Después de ‘Don Mario' quien sigue en la lista de objetivos claves?

Nosotros hemos señalado públicamente a cuatro grandes criminales de alta peligrosidad que queremos someter a la ley: alias ‘El Loco Barrera', alias ‘Comba' que en realidad son dos hermanos identificados como Calle Serna y por otro lado alias ‘Cuchillo'.

¿De cuál de ellos están más cerca?

Estamos trabajándole duro a ‘Cuchillo', pero esas cosas demoran.

¿Después de la captura de ‘Don Mario' cómo se está atacando la organización?

Estamos neutralizando esa estructura. Es cierto que se quedaron sin la cabeza de esa organización, pero es también verdad que eso no significa que haya perdido su capacidad de daño.

Seguimos a un individuo conocido con el alias de ‘Giovanni' quien es el segundo al mando. Además trabajamos intensamente en operativos para controlar el Bajo Cauca, Urabá, Chocó y Córdoba.

¿Cuál es el objetivo de los recientes cambios en las unidades élites?

El tema de la seguridad ciudadana se ha convertido en una altísima prioridad y después de estos golpes a las diferentes estructuras de delincuencia organizada, que se van a mantener, tenemos necesidad de hacer equilibrio para traer a nuestros mejores hombres y mujeres para atacar la delincuencia común.

En esa línea está el nombramiento del director de la Dijin, coronel César Augusto Pinzón en la Policía Metropolitana de Bogotá...

Hay tres mensajes implícitos en ese movimiento. Premiar la meritocracia, es decir que se entienda que para cumplir eficazmente con el deber no necesariamente es importante el grado. Él sin ser general estará recibiendo esa unidad.

En segundo lugar, que los delincuentes queden notificados de que Bogotá no es un sitio de refugio para ningún tipo de narcotraficante, miembro de banda criminal o delincuente común.

En tercer lugar que ponga en marcha en Bogotá un programa de fortalecimiento de algo que ese Coronel sabe hacer, que es fundamentalmente judicializar delincuentes.

¿Cuáles son las prioridades en ese sentido?

Hay por lo menos cuatro. Fortalecer la policía comunitaria, garantizar sistemas de prevención que no solamente estén concentrados en el centro de la ciudad o vías arterias de la ciudad, sino también en los barrios, en los parques, en las zonas de entretenimiento.

Tercero, asegurar las labores de inteligencia para detectar dónde se están articulando fenómenos criminales como por ejemplo el expendio y consumo de drogas, para acabar con las llamadas ollas de vicio.

Y en cuarto lugar, mejorar nuestro aparato de contrainteligencia para asegurar que los policías que están en la calle realmente son confiables y eficaces.

Parte de los éxitos de la Policía con los grandes capos se debe al pago de recompensas. ¿Cuánto le ha costado ese programa a la Policía?

Hay dos frentes, lo que se paga por recompensas por delincuentes buscados y lo que se paga por la información que permite avanzar en investigaciones.

La Policía Nacional en el último año invirtió cerca de 12 mil millones de pesos para pagar fundamentalmente su operación de inteligencia nacional; no necesariamente toda dedicada a las recompensas, pero sí a la conformación de núcleos que permitan promover la participación ciudadana.

¿Cuál ha sido el resultado de esa política de recompensas?

El año pasado, hablando de narcotráfico, se capturaron 125 extraditables. Estamos capturando un extraditable cada dos días en promedio. En total el año pasado fueron capturados cerca de 1.300 miembros de bandas criminales y por lo menos 600 guerrilleros. De esos últimos hay por lo menos un centenar que uno podría llamar de primer nivel.

Pero siempre hay alguien que reemplaza al capo...

Sí, pero le puedo decir que Colombia ha terminado con la vida útil de los grandes capos. En el pasado judicializar y someter a la ley a un narcotraficante podía tardar hasta 18 años, es el caso de Hernando Gómez, alias ‘Rasguño'.

Hoy la vida útil de los capos que los han reemplazado oscila entre año y medio, dos años. Ahora hay un enorme riesgo para cualquier persona que pretenda vivir y dirigir una estructura criminal.

Usted está en la lista de los ‘chuzados' del DAS. ¿Qué opina de ese tipo de grabaciones?

Espero que la justicia avance y se depuren responsabilidades individuales. Normalmente el desvío y el abuso no hacen parte de una política de Estado, sino de equivocaciones personales que hay que investigar y castigar.

¿Cuándo asume la Policía las labores de interceptación?

Mientras no termine el proceso de investigación de la Fiscalía no vamos a llegar hasta allá, para que no se interprete como una obstrucción a ese proceso.

¿Los ascensos de oficiales en cautiverio, como el del general Mendienta, no hacen que las Farc los valoren más como mecanismo de negociación?

Los menos que podemos darle a él es la satisfacción de que sea ascendido. La dignidad humana no tiene precio. Me resisto a pensar que el ascenso valorice la barbarie. Es una insensatez pensar que su ascenso aumente el precio que ya ha pagado.

¿Al fin qué sucedió con el cuerpo de ‘Raúl Reyes'?

Las personas que han dicho que necesitan el cuerpo no representan el interés de su viuda. Ojalá algún día esa viuda pueda decir públicamente las presiones a que ha sido sometida. Lo que nos corresponde a nosotros es actuar con confidencialidad y evitar que sea maltratada.

Por Stefanie Matiz Cortés

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