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Aire o nitrógeno: ¿cuál es la mejor opción para las llantas del carro?

Es cada vez más común encontrar centros de servicio que ofrecen inflar las llantas del carro con nitrógeno. Sin embargo, todavía existe debate sobre si realmente vale la pena y qué tan ciertos son los beneficios que se le atribuyen.

David Vásquez Herrera

14 de noviembre de 2025 - 12:30 p. m.
El nitrógeno se filtra hasta tres veces más despacio que el aire a través de las paredes de la llanta.
Foto: Cortesía Pirelli
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A la hora de hablar del cuidado de las llantas, es común que surja una pregunta que parece simple, pero que siempre termina dividiendo opiniones. En el taller, en la estación de servicio o incluso en una conversación, el debate entre inflar con aire o con nitrógeno aparece una y otra vez. Y aunque suene a un detalle menor, detrás de esa elección hay más ciencia, y sentido práctico, de lo que muchos imaginan.

De acuerdo con Camilo Millán, responsable de Marketing de Producto para autos y camionetas en Michelin, el nitrógeno tiene una característica determinante: es un gas inerte. Dicho de otra forma, no es inflamable, lo que lo convierte en la opción preferida en escenarios donde las llantas trabajan al límite, como en la aviación o la minería. “En esos ambientes, los neumáticos alcanzan temperaturas muy elevadas por el esfuerzo del motor, la acción constante de los frenos y el roce permanente con superficies exigentes. Ahí, el uso de nitrógeno ayuda a minimizar el riesgo de combustión interna, un aspecto crítico para la seguridad”, enfatiza.

Pero en la vida cotidiana, con vehículos que se mueven por ciudad o carretera, esa exigencia extrema no existe. Por eso, para un carro o una camioneta convencional, no hay una necesidad real de optar por nitrógeno. Las llantas no alcanzan temperaturas tan altas como para requerir los beneficios específicos de este gas.

Eso sí, el nitrógeno tiene un punto a favor que vale la pena mencionar, y es que se escapa más lento. Según explica Millán, este gas se filtra hasta tres veces más despacio que el aire a través de las paredes de la llanta, lo que ayuda a mantener la presión estable por más tiempo.

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Ventajas y desventajas del nitrógeno

Al hablar de los beneficios del nitrógeno, Millán menciona primero su comportamiento frente a la temperatura. Este gas se expande menos cuando el neumático se calienta, esto ayuda a mantener una presión más estable durante la conducción. Gracias a eso, la llanta apoya mejor sobre el piso y se reduce el riesgo de desgastes irregulares, algo que favorece tanto la comodidad como la vida útil del neumático.

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También vale la pena recordar que el nitrógeno no aporta humedad al interior de la llanta. “Esa ausencia de agua disminuye la oxidación de las partes metálicas, como el rin, y ayuda a conservar mejor la estructura interna. En recorridos largos, incluso puede mantener el neumático un poco más frío, lo que mejora el desempeño del caucho y prolonga su durabilidad”, sostiene el experto.

En cuanto a los aspectos menos favorables, Millán advierte que el nitrógeno no siempre está disponible y, cuando lo está, suele tener un costo adicional. A esto se suma que para obtener sus beneficios se necesita vaciar por completo la llanta antes de llenarla con nitrógeno puro. Si se mezcla con aire, las ventajas se reducen de manera proporcional.

“En la práctica, el aire que se usa normalmente ya contiene una alta proporción de nitrógeno, así que el cambio no resulta tan radical como podría pensarse. Por eso, más que un tema de desempeño, la desventaja real del nitrógeno tiene que ver con su precio y con la disponibilidad del servicio, mientras que el aire convencional es más barato y fácil de conseguir”, explica Millán.

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Es cada vez más común encontrar centros de servicio que ofrecen inflar las llantas del carro con nitrógeno.
Foto: pexels

¿Vale la pena usar nitrógeno en las llantas?

En este punto, Millán es claro al afirmar que, para un conductor promedio, lo realmente decisivo no es el gas elegido, sino mantener la presión correcta. Esa simple práctica influye directamente en la forma como el vehículo se comporta en la vía y en el desgaste del neumático.

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Para entenderlo mejor, una presión adecuada ofrece varios beneficios:

  • Mejora la precisión en la conducción y la sensación de control.
  • Optimiza el consumo de combustible, ya que la llanta rueda con menor resistencia.
  • Prolonga la vida útil del neumático y reduce los desgastes irregulares.
  • Aumenta la adherencia en piso seco y mojado, lo que ayuda a reducir el riesgo de aquaplaning.

El nitrógeno puede apoyar esa estabilidad porque se mantiene en la llanta durante más tiempo. Sin embargo, esto no reemplaza el mantenimiento periódico. “Tanto el aire como el nitrógeno se escapan poco a poco por las uniones con el rin o por la válvula, por lo que la recomendación sigue siendo la misma para cualquier conductor: revisar la presión al menos cada 15 días para mantener un desempeño seguro y constante”, concluye Millán.

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Por David Vásquez Herrera

Periodista de la Universidad Uniminuto, con diplomado en comunicación estratégica para las organizaciones.@davas_fcdvasquez@elespectador.com

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