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Artesanos de la restauración

Se concentran en Medellín, Bucaramanga, Cali y Bogotá. Su oficio ha resucitado vehículos insignia de la historia de la industria automotriz.

Pilar Cuartas Rodríguez
15 de marzo de 2014 - 04:14 a. m.
Carlos Santana ha dedicado 22 años de su vida a resucitar carros clásicos. / Foto: Gustavo Torrijos
Carlos Santana ha dedicado 22 años de su vida a resucitar carros clásicos. / Foto: Gustavo Torrijos

Carlos Santana, un artesano de la restauración, ha dedicado 22 años de su vida a resucitar carros clásicos. La pasión por las ruedas que se le despertó desde pequeño lo motivó a crear su propio taller, llamado CarsClassics, en el que junto con un pintor, un latonero y un mecánico trabaja para revivir a sus pacientes.
Conseguir los repuestos es la tarea más difícil, ya que en Colombia, por lo general, no se comercializan y deben pedirse por internet a Estados Unidos o Europa. Pero aún así hay partes que no se encuentran, por lo que deben fabricarse a mano. Otro de los obstáculos a los que se enfrentan los restauradores es el personal. No es fácil encontrar personas idóneas que entiendan el amor por el oficio.

La restauración más difícil que ha hecho Santana duró cinco años y fue un Jaguar XK 120 de 1953. Un carro mítico de la posguerra, en el que el 80% de las piezas, como las dos puertas en aluminio y la tapa del baúl, tuvieron que fabricarse artesanalmente.

Lo más emocionante para Santana ha sido entender la labor de los diseñadores antiguos. Cada uno tenía una forma particular de crear carros. Algunos inspirados en las curvas de las mujeres o en las montañas de un paisaje, pero todos dueños de un concepto. “Algo que hoy no se ve porque todos los autos vienen compactos y el diseño se ha estandarizado. Con los clásicos hay sensación de manejo, hay que sujetarse al timón. Pero los modernos se manejan solos”.
Aunque no existe una cifra del número de restauradores en Colombia, Roberto Nigrinis, experto en autos clásicos, asegura que se concentran en Medellín, Cali, Bogotá y Bucaramanga. Antiguomotriz es uno de los espacios con los que cuentan los aficionados para compartir experiencias, comprar repuestos, vender autos, libros y folletos especializados. Desde hace ocho años se dan cita el último domingo de cada mes en el barrio La Candelaria de Bogotá.

¿Desaparecerá el oficio de la restauración en unos 30 años? Freddy Mendoza Palacios, director de Antiguomotriz, responde: “Siempre que exista un auto abandonado, existirá un gomoso que quiera restaurarlo y ponerlo a andar”.

Testigos del pasado

El diseño es en definitiva el encanto de los carros clásicos. Cada detalle cuenta. Las farolas, muchas veces, contienen grandes bombillos que miran con fuerza a los ojos de quien las observa y sobre las parrillas delanteras generalmente sobresalen símbolos de la marca. Las curvas y el corte transmiten sentimientos a quienes los contemplan y conducen.

Y sus restauradores entienden que sin una buena concepción e intención de los trazos, como si se tratara de un cuadro, no tiene sentido devolverle la vida a lo que para muchos es un pedazo de chatarra. Estos vehículos son tesoros de cada una de las épocas en las que desfilaron por el asfalto.

Las décadas de los años 60 y 70, por ejemplo, fueron importantes porque produjeron modelos emblemáticos que no sólo transformaron la industria automotriz, sino que ocuparon un lugar en la historia. Los Beatles, que para ese tiempo lanzaron su primer álbum titulado Please Please Me, pusieron de moda los MINI. John Lennon conducía un Austin S de 1965 color negro; Paul McCartney, un MINI Redford Cooper S también del 65, y George Harrison, un Aston Martin DB5, el legendario auto de James Bond.

Ringo Starr tuvo un Ford Mustang 289 de 1968. El modelo Lincoln Continental de 1961, en el que fue asesinado John F. Kennedy, se inmortalizó cuando la Casa Blanca emprendió un plan para hacerlo más seguro tras la muerte del mandatario y contrató un comité de 30 expertos que lo adecuaron para ser comercializado nuevamente en 1964.

Los años de los hippies, de la primera Barbie, del nacimiento de Mafalda y de la comercialización de la píldora anticonceptiva avanzaron a la par de la fabricación de lo que hoy conocemos como un carro clásico. Así como el Lincoln, el Mustang y el Astor Martin, los Chevrolet Impala, Lamborghini Countach y Ford GT 40 fueron testigos de esa época. Antes, otros vehículos ya se habían robado la admiración en el mercado. Es el caso del Volskwagen Combi, el Fiat 500 y el Jaguar XK120. Todos parte de un legado que aún se conversa gracias al oficio de los restauradores.

Por Pilar Cuartas Rodríguez

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