Decir que mide más de metro y medio sería una exageración. Él, diminuto y flaco, se pone su overol gris como si fuera una segunda piel y le añade un casco que lleva su nombre: Mathias Soler. Ya han dado el aval para salir a la pista, por lo cual debe ajustar el cinturón de cinco puntos, encajar el protector de cuello y prender el carro. Un momento, dice alguno, ¿dónde quedaron los guantes? Arranca.
El carro suena como una podadora y es tan pequeño como quien lo conduce por tercera vez en el Autódromo de Tocancipá, a una hora de Bogotá. Quienes lo observan aseguran que Mathias —rubio, kartista, 10 años— ya está adquiriendo confianza y que dentro de poco podría volverse más hábil.
A la espera está Alejandro Echeverry, de 13 años, un recién apasionado por la velocidad que por primera vez va a conducir un Stocky. Está ansioso. Tiene una sonrisa mezclada con nervios que lo dispersan. Su mirada fija se concentra en la última vuelta del otro kartista que como él tiene el privilegio de probarlo. Llega su turno.
Los bandoleros
Mathias Soler y Alejandro Echeverry son los primeros kartistas que han conducido en el país un Stocky, el vehículo que conforma una nueva categoría infantil de automovilismo para niños entre los 8 y los 16 años.
Los Stocky Cars, nombre exclusivo para Colombia, o Bandoleros, como se les conoce en Estados Unidos y algunos países latinoamericanos, son una combinación entre un kart y un carro de competencia, ideales para iniciarse en el automovilismo deportivo.
Este modelo que fabrica US Legend Cars, la compañía manufacturera de carros de carreras más grande del mundo, perteneciente a Speedway Motorsport, la operadora de ocho pistas de la Nascar en Estados Unidos, llega al país para llenar el vacío que existe en la formación de los más pequeños.
“Esto nace como una opción para desarrollar el automovilismo infantil. Acá por regulación los pilotos no pueden montar en automóvil antes de los 16 años, lo que ocasiona que los niños empiecen con los karts y hagan la transición a carros. Nosotros queríamos cubrir esa brecha y traer una categoría que estuviera realmente desarrollada desde hace mucho tiempo”, dice Eduardo Ortiz, socio de la categoría de los Stocky en Colombia, quien hasta hace muy poco trabajó como experto en mercadeo y ventas para el mercado hispano de Charlotte Motor Speedway.
El Stocky, elaborado para rodar en un óvalo de 400 a 700 metros de longitud, tiene un peso total de 250 kg, cuenta con un motor sellado de 4 tiempos marca Brigg & Stratton Vangard de 570cc y alcanza una velocidad de 110km/h. También posee marcos tubulares de seguridad y una jaula antivuelco que le da protección completa al piloto.
En comparación con un kart, el Stocky, que cuesta alrededor de $16’000.000, es más económico en mantenimiento, pues las llantas pueden durar toda una temporada, y tiene la ventaja de que es posible seguir utilizando el chasis después de un período de pausa.
“Con los Stocky, que tienen amortiguación, el piloto no siente todas las vibraciones e irregularidades del asfalto, por lo que es mucho más cómodo. Además, debe aprender a manejar los espejos”, señala Henry Castillo, asesor de la categoría.
La escuela de formación
Hasta el momento existen en el país dos ejemplares de Stocky Cars. Un número que pretende crecer a principios de octubre de este año, cuando se haga el lanzamiento oficial de la categoría y la Nascar termine de sellar su alianza con Colombia para que los pilotos nacionales puedan probar las pistas de Estados Unidos con los mejores del mundo.
Mientras tanto, como la propuesta es capacitar a los niños para que se involucren desde temprano con el automovilismo, la Escuela Colombiana de Automovilismo Infantil (Escai) abrirá cursos en julio.
Los Stocky, entonces, pretenden ser un escalón dentro de un proyecto deportivo que encamina al piloto hacia Nascar u otras categorías del automovilismo norteamericano.