Manuela Vásquez tiene 25 años, pero bien podría decirse que nació hace dos, cuando un reencuentro consigo misma la llevó a hacer un alto en el camino. En ese instante entendió que la realización estaba muy alejada de su vida tradicional y que el momento de haber aplazado sus sueños había llegado a su final. “Ese día me dije, ‘Manu, usted tiene que hacer lo que le gusta y seguir su pasión’. Se abrió una gran fuerza interior en mí y me di cuenta de que mi mundo era el automovilismo”.
Bella y carismática, Manuela cree que nada en la vida se da por casualidad y que todo tiene su momento. El de ella, en el mundo de la velocidad, llegó a los 23 años y después de haber estudiado Diseño de interiores en Medellín. Incluso, considera que el amor por la velocidad se dio desde el vientre de su madre. “Es una anécdota que me gusta contar. Cuando mi mamá estaba en embarazo le daba el antojo de irse a oler la gasolina. Además, me encantaba que mi papá me llevara en la piernas con el timón en las manos y después me dejaba mover los cambios. Yo llevo en la sangre esa pasión, pero la vida me fue entreteniendo, pues llegan los amigos, la adolescencia y la universidad y los objetivos empiezan a cambiar”, explica la bella corredora, que en la actualidad compite en la Copa Clio Italiana.
“En Medellín hacían unas competencias callejeras en la Plaza Mayorista y me soñaba con mi Renault 4 engallado. Pero después vino la universidad y el deseo quedó ahí. Quizás el haber estudiado Diseño de interiores me despertó la sensibilidad y fue importante para tomar una decisión”, dice la antioqueña, quien se reencontró consigo misma cuando hizo el curso de automovilismo con el Club Los Tortugas y posteriormente cuando recorrió sus primeros kilómetros en el kartismo nacional, en la Rotax Challenge.
“Después del curso me enamoré y sabía que esto era lo mío. Comencé a correr karts en 2007, y al año siguiente obtuve el tercer lugar en el campeonato nacional; en 2009 fui subcampeona y tuve la oportunidad de correr en Italia y Francia. Competí en el Open Masters de la WSK, obteniendo el puesto 17 entre 90 corredores; en la Bridgestone Cup obtuve un quinto lugar; y en Lonato, en Italia, en una carrera nocturna, fui séptima”.
Su mente se abrió cuando le propusieron ser parte de un equipo femenino en Italia. “Conocí unas personas que tenían ese proyecto. No tenía la proyección de salir, pero empecé a mirar opciones. Lo del equipo femenino se canceló pero se abrió la posibilidad de correr en un equipo”. Y aceptó el reto, gracias al apoyo incondicional de su familia, que como ella misma lo dice, “entienden muy bien lo que significa el desarrollo de un alma y hacer lo que se quiere”.
Ese año ha sido de aprendizaje. En Ímola terminó de 19, en Vallelunga de 21 y en Misano, en el puesto 18. “He trabajado mucho en la telemetría y aprendido muchas cosas, a frenar más duro y entrar con suavidad en las curvas. El otro año quisiera repetir o correr la Copa Seat y para eso seguimos trabajado”.
Pero su meta va mucho más allá y es ambiciosa. “Quiero llegar al WTCC (campeonato mundial de turismos). Es algo que veo muy posible y sé que lo voy a lograr”.
¿Cuáles son sus fortalezas?
Disciplina y el hecho de ser una soñadora. Pienso que es una combinación valiosa y que
me puede servir mucho
para cumplir con mis objetivos. Trabajo muy fuerte en la parte física y también en la mental, con visualizaciones.
¿Y qué visualiza?
Me veo en el podio de la WTCC, con una bandera de Colombia en la mano y con muchos compatriotas con banderas.
Me veo con lágrimas en los ojos y disfrutando la victoria al lado de mi equipo.