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Muchos de quienes tenemos un sedán anhelamos poder dar el salto a una camioneta. El tamaño, estar a una mayor altura del piso, gozar de más espacio interior y comodidad, son beneficios que se aprecian mucho cuando se viaja en familia o se transita en una ciudad con un tráfico tan congestionado y una malla vial deteriorada como Bogotá.
Sin embargo, pensar en el desajuste del presupuesto mensual al tener que destinar una mayor cantidad de dinero en combustible puede a veces frenar la compra. Para no sacrificar el deseo de andar en un 4x4 y tampoco afectar el bolsillo, algunas personas han optado por convertir este vehículo a gas.
Esta decisión tiene implicaciones. Por un lado, se reduce el espacio del baúl y, según Ricardo Bernal, ingeniero jefe para la Región Andina de GM Colmotores, se pueden presentar pérdidas de potencia de entre el 12 y 15% con respecto a un modelo similar pero que funcione con gasolina. “Este valor puede ser mayor en vehículos con más años de uso y cuya conversión deba ser realizada con equipos de gas de generaciones anteriores, debido a las limitaciones de su tecnología de motor”.
Es importante tener en cuenta que esa pérdida de potencia generalmente no es perceptible en estos autos de mayor cilindrada cuando se circula en la ciudad o en carreteras planas, pero sí en terrenos difíciles o con pendientes pronunciadas. Por ello, antes de tomar una decisión, la sugerencia es tener en cuenta el uso que se le va a dar a la camioneta y las rutas por las cuales se circula con frecuencia.
Con respecto a las consecuencias que la conversión a gas podría tener en el funcionamiento del carro, no hay que preocuparse, pues ésta no debería causar ningún problema si el motor es apto, se realiza en el lugar apropiado y por parte de personal calificado. Adicionalmente, los equipos de gas de quinta generación garantizan que el vehículo trabajará igual que con gasolina y, explica Fernando Serrano, gerente nacional de Posventa de Kia, emplear un tanque de menor capacidad (tipo bala) contribuye a sacrificar menos espacio del baúl.
Pese a lo anterior, Bernal advierte un inconveniente adicional y es la autonomía. “Esta es mucho más baja (entre 100 y 250 km/tanque según el tamaño del tanque y el consumo de gas por el tamaño del motor) y limitaría el radio de operación del carro debido a sus recargas más frecuentes”. Por ello, asegura, más que las camionetas son los vehículos comerciales, que tienen que realizar grandes recorridos diarios, los candidatos ideales para la conversión a gas.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Gas Natural, en Colombia hay más de 24 mil vehículos que funcionan con gas y más de 300 estaciones. La meta es seguir creciendo, pues además de ahorrarle al conductor casi el 50% del dinero que invierte en gasolina, la conversión tiene un importante impacto en el medio ambiente.
A quienes no les llame la atención esta alternativa, recuerda Gustavo García, gerente de servicio de Hyundai, pueden optar por las motorizaciones diésel, que tienen un excelente torque y un bajo consumo de combustible, o poner en práctica algunas recomendaciones sencillas que ahorran hasta un 15% de gasolina: revisar con frecuencia la presión de las llantas para que esté en el valor especificado por el fabricante, tratar de mantener una velocidad constante y abstenerse de acelerar repentinamente, realizar periódicamente un mantenimiento general del carro y programar su uso para evitar las vías y horas de mayor congestión.