Un producto en aparente extinción. Visualmente, más cerca al suelo que los vehículos que hoy prefiere el mercado local y global. Lleva un baúl que lo hace contrastar tanto en el trancón como en la carretera. Es, si se quiere, familiar: espacioso, generoso, aunque suene trivial, trillado, al ser algunos de los adjetivos más comunes y vagos usados por quienes describen y transmiten las sensaciones y conclusiones sobre los vehículos que llegan al país.
Es Kia. Es un sedán, heredero de un carro con tradición. De una línea con renombre. Una que aún rueda, de la que se habla y por la que algunos aún se interesan, aunque su... (siga leyendo aquí)

Por Nicolás Fernández
Periodista de autos y creador de secciones como Líderes del Mercado y El Mecánico Recomienda.nefernandez@elespectador.com
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