Autos

Historia del lenguaje Porsche

Después de la Segunda Guerra Mundial, la marca lanzó su primer auto, el 356. Con este se cumplía el sueño de una vida de Ferdinand Porsche y su hijo, y nacía una nueva cultura en el mundo de los automóviles.

Juan Pablo Sanchéz
15 de junio de 2018 - 05:36 p. m.
 / Cortesía Porsche
/ Cortesía Porsche

Un dorado sol veraniego ilumina las empedradas calles de Viena, que son el escenario que da la bienvenida al futuro. Es 26 de junio de 1898 y el Porsche P1 rueda por primera vez. Es la primera creación de un brillante joven austriaco que ha pasado la mayoría de su juventud en el taller de su padre, aprendiendo de una fascinante ciencia llamada mecánica automotriz. Es una carroza que cobra vida gracias a un motor eléctrico y a la genialidad de su creador: Ferdinand Porsche.

Tras 22 años de inventos, ingeniería, mecánica y logros, el austriaco, consagrado como una de las mentes más brillantes de la industria, deja su país para trasladarse a Stuttgart, tras ser contratado por el Daimler Motoren Gesellschaft.

En esta compañía, más conocida por la producción de autos Mercedes-Benz, Porsche, diseñó uno de los autos deportivos más emblemáticos y veloces de la época y la historia: el Mercedes-Benz SSK.

Una década de trabajo en Daimler significó que el austriaco fortaleciera su conocimiento sobre diseño y mecánica, pero más aún, para que ahorrase suficiente dinero para dar vida a su sueño: su propia fábrica de autos.

Para Porsche, fundar su compañía fue una cosa, pero despegar fue otra. La herida economía de la Europa posguerra, implicaba que eran pocos los que podían comprar autos. Un monoplaza para la F1, encargado por la marca Auto Unión, hoy Audi, a Porsche, fue la única creación durante unos difíciles primeros años.

En el Auto Show de Berlín, en 1933, una nueva oportunidad nacía para Ferdinand Porsche, cuando Adolf Hitler anunciaba la llegada de una nueva era para la industria.

Se trataba de un ambicioso proyecto del líder alemán, que soñaba con que todos sus compatriotas tuvieran un auto para la familia. Para alcanzar este importante cometido, Hitler requería de mentes brillantes, por lo que designo a Ferdinand Porsche como líder.

El resultado fue el nacimiento de un auto y de una firma que ha sido un referente cultural y que ha marcado la historia: El KDF Wagen, el auto del pueblo, conocido como el Volkswagen Escarabajo.

Poco después de su nacimiento, nuevamente de humo se nublaron los cielos europeos. El temeroso concierto de las bombas estallando regresaba al Viejo Continente con la Segunda Guerra Mundial. En este período, Ferdinand Porsche, como muchos de los genios europeos de la industria, se vio obligado a diseñar y construir vehículos de guerra para el ejercito Nazi. Una de sus invenciones más importantes fue el tanque Elefant –o Ferdinand-, diseñado para destruir vehículos de los ejércitos enemigos.

Cuando se silenciaron las metrallas, Ferdinand Porsche fue aprisionado, como castigo por su colaboración con el ejército Nazi en la guerra. 20 meses estuvo preso. Entre tanto, su hijo Ferry Porsche asumió las banderas de la compañía.

Ferry compartía una misma ilusión con su padre. Crear un automóvil con el apellido de su familia y en 1948 este sueño se hizo realidad con la invención del primer auto oficial de la marca de Stuttgart, el Porsche 356. Contando entonces por qué creó este auto, Ferry dijo: “busqué el auto con el que siempre soñé, pero nunca lo encontré. Por eso, decidí construirlo yo mismo”.

El primer 356 fue vendido a una mujer en Zúrich, y tras conquistar las míticas 24 horas de Le Mans en 1951, se disparó su popularidad.

Ese año, murió Ferdinand Porsche, pero con su partida, nacía una nueva cultura. Una marcada por un nuevo y maravilloso lenguaje que combinaba de manera mágica el diseño con la mecánica. Una, que irrumpía con los esquemas tradicionales, para transformar este complejo y apasionante mundo.

76.000 unidades después, en 1965, concluyó la producción del emblemático 356, para dar paso al automóvil más icónico de la marca: el Porsche 911. Este auto, con motor trasero y un baúl en el que apenas cabía una talega de golf, era una versión mejorada, más civilizada y estilizada de su predecesor.

Pese a tener un costo de 6.000 dólares, que para la época era más que los ingresos anuales de la mayoría, el 911 fue un éxito. Para 1970, más de 20.000 unidades se estaban vendiendo cada año y su seductora silueta cautivaba cada vez a más pilotos. En las pistas, también fue un éxito, conquistando las competencias más emblemáticas. El 911 triunfó en el Rally de Montecarlo, en el Rally París-Dakar y en las 24 Horas de Le Mans.

En 1996, cuando de la planta en Stuttgart salía el millonésimo automóvil producido por la marca, Porsche introdujo al mercado otro de sus modelos más importantes, el Boxster. Seis años después, rodeada de criticas, Porsche volvió a desafiar paradigmas cuando debutó la Cayenne, su primera camioneta. Teniendo en cuenta que hasta entonces la compañía había sido fundada y construida sobre los autos deportivos, existía temor de que la llegada de una camioneta pudiera devaluar a la marca.

Lo opuesto ocurrió y rápidamente se convirtió en una nueva estrella de Porsche. Hoy, la Cayenne y su hermana menor, la Macan, representan el 70 % de las ventas de la marca de Stuttgart.

En 2012, Porsche sorprendió al mundo con el 918 Spider. Un híbrido que redefine los límites y las capacidades de un automóvil. Su genética compuesta por el lenguaje Porsche fascina al transmitir innovación, tecnología, diseño, exclusividad y tradición. Este auto, que encarna la impronta de la marca alemana, es un legado del mundo del automóvil a la humanidad.

Eso es Porsche. De acuerdo con Jorge Behar, Gerente General de Autoelite, representante de la marca en Colombia, “Porsche es una marca que a lo largo de su historia se ha mantenido fiel a los valores que Ferry Porsche tenía de un auto deportivo: tradición e innovación, diseño y funcionalidad, exclusividad y aceptación social”.

Hoy, 70 años después de que rodara el primer 356, más de dos terceras partes de los Porsche producidos siguen rodando. También en las pistas han conseguido más de 24.000 triunfos.

Su impronta es fiel a los sueños de Ferdinand Porsche y su hijo Ferry, que tuvieron la visión de crear automóviles que fueran influencia. Una visión compuesta por una fórmula de ciencia, ingeniería, mecánica y deslumbrante diseño. Un lenguaje, propio y único, que desafía limites, rompe paradigmas, crea tendencias y guía al futuro.

Por Juan Pablo Sanchéz

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