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São Paulo transgresor

En el São Paulo Fashion Week la moda brasileña demuestra su impulso por conquistar el interés mundial.

Angélica Gallón Salazar
05 de febrero de 2011 - 03:50 a. m.
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En épocas de la aristocracia se solía pensar que cuanto más compleja era la manera de vestir de una persona, más “civilizada” era ésta. Esa idea fue traducida por sociólogos como Norbert Elías, quienes empezaron a intuir que en la medida en que las sociedades se complejizaban, lo iban haciendo también las maneras del vestido. Por estos días, cuando recién terminó la edición del São Paulo Fashion Week Otoño-invierno 2011 y por que vimos desfilar marcas como Osklen, Amapo, Neon, Joao Pimenta y Alexandre Herchcovitch con sus referencias artísticas, sus exploraciones en el print digital y sus deconstrucciones del cuerpo y las siluetas tradicionales, cabe preguntarse entonces si la vieja consigna aún sigue viva. Si en la medida en que los pueblos empiezan a desarrollar unos sistemas económicos más fuertes, se abren espacios más interesantes para la moda. Si efectivamente las sociedades que parecen tener resueltas en alguna medida sus necesidades básicas, pueden entregarse con más desdén a la fantasía.

Que el São Paulo Fashion Week sea de lejos la semana de la moda más importante de Latinoamérica y que justo se lleve a cabo en el país de la región con una economía más próspera, parece dar indicios para resolver este interrogante. Pero quizá lo que los países más desarrollados han comprendido en cuanto a la moda es que es economía en sí misma, que de esa fantasía también se puede hacer una industria y un motor de desarrollo. “En Brasil hay un interés y una asociación real entre productores, industriales y diseñadores. Textiles, diseño y exportación forman parte de una misma cadena cohesionada”, sostiene el experto en moda y arte Julián Posada, quien resalta además las fortalezas de Brasil en la creación de marcas fuertes. “El concepto de marca en Colombia y en general en Latinoamérica está todavía muy atrás. Los brasileños son muy buenos comunicando, así el desfile se vuelve un lugar privilegiado para la construcción de la marca; por el contrario, el desfile aquí sigue siendo simplemente una estrategia para robar cinco minutos en el noticiero de la tarde”, añade Posada.

“Brasil ha intentado construir país a través de la moda”, comenta por su parte Catherine Villota, directora de la revista Fashion Radicals News, quien asegura que el hecho de que personalidades como Demi Moore, Christina Aguilera, Ashton Kutcher y Paris Hilton aparezcan en esta Semana de la Moda, así como de que se invite a muchos periodistas europeos y americanos es una astuta estrategia para poner a Brasil en el ojo del huracán mundial. “Pero además ellos han logrado crear una conciencia de consumo local muy fuerte, de tal forma que brasileño consume brasileño, y eso le da mucha autonomía y fortaleza a la industria”.

Esta semana la moda brasileña demostró que aunque aún los países de estas latitudes siguen por fuera del calendario internacional y que todavía es innegable la influencia de los grandes diseñadores europeos en la industria de estas tierras, hay algo poderoso que se está tejiendo en Brasil y que ha dado lugar a una moda inteligente, arriesgada, con toques de humor y paradoja, así como a unas marcas que se nutren de su propia cultura, de ese acervo japonés tan fuertemente marcado en la población brasileña por las migraciones, por ejemplo, o de ese gran talento que tienen desde años para los tejidos de punto.

Por Angélica Gallón Salazar

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