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Travesía ?Casanare 2012 Territorio Distoyota

Tras una convocatoria nacional se escogieron a 45 de los más importantes clientes de Distoyota, quienes viajaron a la OrinoquIa colombiana, el pasado 29 de junio, una región en la que solo un Toyota puede llegar.

El Espectador
02 de agosto de 2012 - 10:33 a. m.

Hay terrenos difíciles y agrestes, a los que difícilmente se puede llegar. Y ese fue precisamente el desafío de la Travesía Casanare 2012, organizado por Distoyota para celebrar sus 45 años de vida: demostrar que esos lugares, para muchos inexpugnables, se pueden descubrir si se está al mando de un Toyota.?

Fue así como 45 expedicionarios, no podía ser una cifra diferente (clientes de dos y tres generaciones de Distoyota), fueron escogidos después de una convocatoria nacional para adentrarse en la Orinoquia colombiana, una de las regiones más bellas e impresionantes del país.?

Un recorrido de 1.100 kilómetros, enfrentando caminos difíciles, se convirtió en una experiencia inolvidable para todos los asistentes, que pudieron apreciar la belleza de los paisajes de esta región del país, pero además de eso conocer y entender un poco más sobre lo que es la cultura 4x4 y lo que un Toyota puede hacer.?

Los conductores, frente a las exigencias de la zona, aprendieron en vivo y en directo cómo se usa la caja de transferencia, el bajo y los bloqueos de diferencial. Igualmente, fue la oportunidad para utilizar todas las herramientas necesarias en la trocha: el winche, las eslingas, los lazos, las guayas, los guantes y las medidas de seguridad que existen para estos casos, en los que la naturaleza se hace fuerte y desafía la ingeniería de las máquinas.?

La primera etapa del recorrido se hizo de Bogotá a Yopal y el punto de encuentro fue la Represa de El Sisga. Se tomó la ruta por Guateque para llegar a Yopal y lo primero que los expedicionarios encontraron fueron los túneles en la vía (Infierno y luego Polvorín, Pozo Azul y Pluma de Agua), unos socavones alejados de la modernidad que han sobrevivido con el tiempo y en los que las filtraciones de agua forman parte del paisaje natural.?

Fueron 250 kilómetros de recorrido, luego de los cuales los expedicionarios pasaron la noche en el Hotel Los Ranchos, en donde se acondicionaron camas y sitios de dormida, así como de acampada, con la tradicional comida llanera, mientras los especialistas del 4x4 daban las recomendaciones para el camino. Por supuesto, también se contó con las precauciones básicas del médico a bordo, un especialista en antídotos contra mordeduras de serpientes, y del servicio móvil de taller, con repuestos e ingeniería de Distoyota.?

El segundo día de la travesía comprendió el recorrido entre Yopal y el hotel ecológico Juan Solito, en donde se acondicionó un sitio para acampar. Un lugar estratégico, cerca del río Ariporo, desde donde se llega a la reserva natural La Aurora, una verdadera joya ecológica, pues allí se conservan diferentes especies, como los tigres, chigüiros y pájaros de la región. Se trató de una jornada acompañada por la lluvia, que se convirtió en aliada, pues gracias a ella los organizadores y los expedicionarios tuvieron la oportunidad de demostrar sus conocimientos de todoterreno, cuando el piso se convirtió en una verdadera jabonera.?

Llegó entonces el momento de poner la doble tracción y, en el caso de los FJ Cruiser y las LC 200, comercializados en exclusiva por Distoyota en Colombia, el sistema A-Trac, que de manera eficaz impidió que los vehículos perdieran la trayectoria al corregir automáticamente cualquier asomo de derrape. Con ellos, se pudo ir a un ritmo más fuerte que en un 4x4 normal.?

En el trayecto se recorrieron las poblaciones de La Chaparrera, Yopalosa, Paz de Ariporo, las montañas del Totumo, hasta llegar al kilómetro 88 y buscar la vía para el Ecolodge Juan Solito, que está situado en el kilómetro 92 de este trayecto. Allí se montaron las carpas para dormir esa noche y también se inició el paso del río Ariporo en planchón. Pasaron carro por carro, en una jornada que se alargó hasta la medianoche. El truco al pasar el río, un trecho de fango profundo, era poner el bajo y arrancar en segunda hasta el corte de inyección. Solo de esta manera se podía navegar en el lodo y llegar a la cima, el lugar escogido para parquear los carros y recorrer la reserva natural.?

Al siguiente día, con un sol abrasador, se inició el safari por el hato La Aurora, recorriendo sitios realmente difíciles y exigentes, con senderos invisibles que hicieron que más de uno enfrentara situaciones complicadas, pero no definitivas, gracias a las capacidades de los Toyota. Y allí, en ese lugar de belleza natural, los expedicionarios se solazaron con las grandes manadas de chigüiros, las aves de diferentes especies, como garzas, pájaros Martín Pescador, garzas soldados, búfalos, iguanas y una que otra serpiente nadando en el río Ariporo.?

Luego, al llegar a la hacienda La Aurora y como premio a la labor, se tenía preparado el almuerzo, con una mamona, puesta al fuego desde la madrugada y con la verdadera técnica llanera. Tras un breve descanso se inició el regreso, en medio de la lluvia, con inconvenientes propios de las travesías, como perder la trocha y el camino o estar cerca de caer al río. Momentos difíciles que hoy forman parte de la bitácora de una expedición que cumplió al pie de la letra su objetivo. ?

Fue una travesía fuerte, para los Toyota de verdad, una experiencia que quedará grabada en las mentes y en los corazones de los participantes, quienes jamás olvidarán que gracias a Distoyota y sus vehículos pudieron conocer una de las zonas más bellas de la geografía colombiana. ?

Por El Espectador

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