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¿Cómo mantener viva la pasión en relaciones largas?

Algunos creen que el amor y el deseo son incompatibles. Que con el cariño profundo desaparece la chispa del deseo. Esto dice un experto.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
21 de mayo de 2025 - 10:25 p. m.
Porque al final del día, el amor que perdura no es el que se resigna al paso del tiempo, sino el que se reinventa con él. Y en esa reinvención, la pasión no solo puede sobrevivir: puede florecer con más fuerza que nunca.
Porque al final del día, el amor que perdura no es el que se resigna al paso del tiempo, sino el que se reinventa con él. Y en esa reinvención, la pasión no solo puede sobrevivir: puede florecer con más fuerza que nunca.
Foto: Getty Images
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Cuando se menciona la palabra “pasión” en el contexto de una relación amorosa, es común que la imagen que aparezca sea la de las primeras etapas del romance: miradas intensas, deseo constante, mariposas en el estómago. Pero con el paso del tiempo, esa intensidad puede disminuir, desplazada por la rutina, las responsabilidades y las múltiples exigencias de la vida cotidiana. Sin embargo, perder la pasión no es inevitable. Muchos expertos coinciden en que es posible mantenerla viva, siempre que ambas personas estén dispuestas a trabajar en ello.

“La pasión no desaparece porque sí. Se transforma, cambia de forma y, si no se alimenta, se desvanece. El problema es que muchas parejas esperan que la pasión funcione como una planta autorriego, y no, la pasión es más como una orquídea: bella, pero exige cuidados, atención y presencia constante”, afirma el psicólogo y terapeuta de pareja Javier Peña, con más de veinte años de experiencia atendiendo a parejas en procesos de desgaste emocional.

Uno de los errores más comunes, según Peña, es creer que la pasión debe surgir de manera espontánea. “Esa creencia es romántica, sí, pero tremendamente peligrosa. Si esperas a que la pasión ‘venga sola’, es probable que nunca llegue. La pasión se construye, se cultiva y se programa”.

Esto no quiere decir que todo tenga que ser planificado o forzado, sino que ambos miembros de la pareja deben estar conscientes de que, con el tiempo, mantener el deseo y el entusiasmo requiere intencionalidad. “En las primeras etapas, el deseo se dispara solo porque todo es nuevo: el cuerpo, la voz, los gustos, los silencios del otro. Pero después de años juntos, ese efecto de novedad se pierde, y ahí es cuando entra el trabajo emocional y afectivo”, explica Peña.

En su consulta, el terapeuta propone a las parejas crear lo que él llama “rituales de intimidad”, que van más allá del acto sexual y puede ser tan sencillo como mirarse a los ojos durante un minuto sin hablar, darse un masaje antes de dormir o preparar juntos el desayuno una vez a la semana. La clave, sostiene, está en hacer del vínculo una prioridad visible”.

Según Peña, muchas parejas se quejan de la falta de deseo sexual cuando, en realidad, lo que ha desaparecido es la conexión emocional diaria. “No se puede tener una vida sexual apasionada si uno vive como si fuera compañero de cuarto del otro. La pasión necesita del vínculo emocional como un pez necesita el agua”.

Peña hace énfasis en la importancia de incorporar el erotismo al lenguaje cotidiano, pues cuando una pareja lleva muchos años junta, a veces evita hablar de sexo por pudor, por rutina o simplemente porque cree que ya no hace falta. Sin embargo, el experto considera que hablar de deseos, fantasías o incluso de incomodidades sexuales es fundamental para mantener la llama encendida”.

Recomendaciones para mantener viva la pasión

  • Al menos una vez al mes, mantenga una conversación centrada en el deseo. “No es necesario convertirlo en una charla seria o clínica. Puede ser con humor, con complicidad. Lo importante es que no se vuelva un tema tabú. El deseo también se alimenta con palabras, con insinuaciones, con pequeñas provocaciones cotidianas”.
  • No olvide la novedad, sin que implique tener que hacer cosas extravagantes o poco naturales. “La gente asocia novedad con hacer tríos o ir a un club swinger, y eso puede ser válido para algunos, pero para la mayoría basta con pequeños cambios: una escapada de fin de semana, cambiar el lugar donde se tienen relaciones, probar una nueva forma de tocar o simplemente mirarse como no se miraban hace tiempo”, comenta Peña.

Este planteamiento tiene respaldo en estudios científicos. Una investigación realizada por el equipo de la doctora Amy Muise, profesora de psicología en la Universidad de York (Canadá), publicada en Social Psychological and Personality Science (2016), encontró que las parejas que incorporan variedad en su vida sexual experimentan mayores niveles de satisfacción. El estudio analizó a más de 200 parejas durante 21 días, haciendo un seguimiento diario de su intimidad y satisfacción general, y concluyó que los momentos de novedad sexual estaban directamente asociados con un aumento en la percepción de conexión emocional y placer.

  • Es importante romper con los guiones sexuales tradicionales. “Hay personas que, después de años de relación, ya tienen un ‘manual’ con pasos fijos. Si siempre comienzan igual, siguen igual y terminan igual, es lógico que el deseo empiece a apagarse. La pasión se renueva con creatividad, con juego y, sobre todo, con disposición a explorar”.
  • El juego de roles es una herramienta poderosa. “No se trata de actuar como en una obra de teatro, sino de permitirse cambiar la dinámica habitual. Por ejemplo, que la persona que usualmente inicia el contacto erótico tome una posición pasiva, o que se comuniquen solo con gestos durante un encuentro. La imaginación es el mejor lubricante”.
  • Es importante que cada persona conserve su individualidad. “Muchas veces, las parejas se diluyen. Ya no son dos personas enamoradas, sino un sistema logístico que comparte hijos, cuentas y horarios. Pero la pasión nace del misterio, de ver al otro como alguien fascinante, no como una extensión de uno mismo”.
  • Cultiven sus propios intereses, amistades y espacios. “Ver a tu pareja realizar algo que la apasiona, que la conecta con su esencia, es profundamente erótico. El deseo nace cuando hay admiración, y la admiración no puede existir si no hay distancia saludable”.
  • Ojo con la sobrecarga de obligaciones. “Muchas parejas dejan de tocarse, de besarse, de hablar con ternura, porque simplemente no les queda energía. Y eso es real. Por eso, cuidar el descanso, el estrés y la salud mental es también cuidar la vida erótica”.
  • El celular puede ser un enemigo. “Hay parejas que, literalmente, se acuestan con el celular. Se dan la espalda, cada uno con su pantalla, y eso deteriora no solo la intimidad sexual, sino la emocional. La cama debería ser un espacio sagrado para el encuentro, no una oficina portátil ni un cine personal”.

Algunos creen que el amor y el deseo son incompatibles. Que con el cariño profundo desaparece la chispa del deseo. Peña rechaza esta idea. “Ese es otro mito que nos hace daño. Se puede amar con ternura y desear con fuego a la misma persona. Lo que pasa es que requiere un tipo de conciencia distinta. Amar a alguien profundamente debería ser, si se cultiva bien, el mejor afrodisíaco”.

Mantener la pasión en una relación larga no es fácil, pero tampoco es una tarea titánica. Requiere tiempo, intención y una dosis de humildad para reconocer que no lo sabemos todo sobre el otro, aunque llevemos décadas compartiendo la vida.

El experto sostiene que la clave está en no dar por sentado al otro. En seguir mirándolo con curiosidad. En volver a preguntarse: ¿qué le gusta? ¿qué le hace reír? ¿qué le provoca? “Si uno se permite reenamorarse cada cierto tiempo, el deseo encuentra motivos para quedarse. La pasión es una energía que podemos volver a convocar si aprendemos a mirarnos otra vez como si fuera la primera vez, pero con la ternura de todos los años compartidos. Ahí está el verdadero milagro: en desear al mismo cuerpo, con nuevos ojos, todos los días”.

Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.dasuarez@elespectador.com

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