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¿Qué es el apego evitativo en una relación y cómo identificarlo?

No implica necesariamente desinterés ni intención de hacer daño. Es, de hecho, un reflejo de la capacidad de gestionar y comunicar las emociones.

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Redacción Bienestar
30 de diciembre de 2025 - 01:05 p. m.
¿Qué es el apego evitativo en una relación y cómo identificarlo?
Foto: Getty Images
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Existen personas que, aunque realmente quieran mantener una relación, no pueden evitar sentir ansiedad o ganas de alejarse cuando interactúan de forma romántica con alguien.

A esto se le conoce como apego evitativo, un término que, de hecho, se popularizó gracias a plataformas como TikTok e Instagram.


Por ejemplo...

Esto no implica necesariamente desinterés ni intención de hacer daño; es, de hecho, un reflejo de la dificultad para gestionar y comunicar las propias emociones.

El miedo o rechazo a construir una relación puede aparecer al inicio del vínculo, o incluso cuando ya existe uno; no solo afecta a quien lo experimenta, sino también a su compañero o compañera, su autoestima y la manera en que ambos manejan la relación. Como resultado, esos vínculos pueden volverse inestables o intermitentes, y la pareja suele terminar adaptándose, justificando o alejándose frente a la indecisión.


¿Cómo funciona el apego evitativo?

En términos prácticos —como lo explica Psico Mammoliti, la plataforma web de salud mental dirigida por la psicóloga Marina Mammoliti—, este apego puede identificarse a través de ciertas conductas, como rechazar planes a largo plazo, sentir incomodidad en la intimidad (no necesariamente la sexual, sino la cercanía amorosa) o buscar relaciones pasajeras en donde el compromiso sea apenas mínimo.

Aunque estas “estrategias” generan cierta sensación de control, también provocan frustración, soledad y dificultad para mantener vínculos saludables.


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Algunas causas del miedo a comprometerse

Las personas que experimentan apego evitativo suelen tener dificultad para expresar emociones, pueden retraerse cuando una relación se vuelve más seria o mostrar desconfianza hacia su pareja. También, como ya lo mencionamos, pueden preferir mantener relaciones poco formales para “evitar riesgos”.

Pero muchas veces, ese sentimiento de inseguridad puede tener origen en experiencias emocionales que se vivieron en la infancia, que “enseñaron” a protegerse del dolor y que comenzaron a moldear la manera en la que ahora llevan sus relaciones en la adultez.

Nos referimos a que, en algún momento, los padres o los cuidadores pudieron interactuar de manera intermitente o fría y, aunque puede parecer poco importante, un niño es capaz de aprender a depender por completo de sí mismo y a reprimir sus emociones con tal de no convertirse en “una carga”.

Al crecer, esto puede manifestarse en la dificultad para confiar en los demás, en el hecho de no mostrar vulnerabilidad y en un pánico inconsciente por establecer algún vínculo que requiera conocerse o abrirse demasiado.


Pero está claro que no siempre se origina de esa manera. En la construcción del apego evitativo también aparecen las experiencias pasadas en relaciones afectivas —como las decepciones, los duelos o rechazos—, que refuerzan esa idea de que comprometerse conlleva riesgos.

Es como un patrón repetitivo: cuanto más seria se vuelve la relación, más fuerte es la necesidad de distanciarse para protegerse. Hay una distorsión frente a los propios sentimientos.


Evitar la cercanía: cómo solucionarlo poco a poco

El miedo al compromiso no solo dificulta los vínculos con otros. Las personas que lo experimentan pueden sentirse solas incluso estando en pareja, así como también puede presentar cuadros de ansiedad o de estrés cuando se habla sobre la intimidad —y aún más si se trata de experimentarla—.

El trabajo sobre el apego evitativo un proceso que, generalmente, requiere de un proceso de terapia. Pero esto solo es posible si quien lo presenta es consciente de su propia historia a nivel emocional. Es necesario reconocer que, en efecto, presenta ciertos patrones de conducta, como que la idea de relacionarse con alguien le abrume o le asfixie, o que le moleste que su pareja demande un poco más de tiempo para compartir.

También es necesario examinar esos pensamientos que parecen implacables —como la creencia de que “todas las relaciones terminan mal”— y reconocer cómo ciertas heridas emocionales, como el miedo al rechazo, pueden llevar a evitar conflictos en la cotidianidad.


Y no, no es algo que deba tomarse a la ligera. Aunque las redes sociales suelan abordarlo o explicarlo desde el humor, no significa que pueda usarse para evitar la responsabilidad afectiva.

Sostener un vínculo requiere, muchas veces, de ayuda externa. Saberse vulnerable es algo que se consigue de manera progresiva: a través del trabajo psicológico es posible permitir, de a pocos, que otros se acerquen. Una relación implica cuidar de ambos lados y no cargar únicamente con los bloqueos o miedos propios.


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Por Redacción Bienestar

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