
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Un grito preocupa. Una pelea que se desborda es un precedente serio. Una amenaza obliga a detenerse. Y cuando alguien afirma que otra persona es de su propiedad o utiliza el miedo como forma de control, queda claro que no se trata de amor, sino de una alarma que durante mucho tiempo dejamos sin atender.
No, no hay que confundirlo con una necesidad afectiva, o con una repentina epifanía de amor que va a hacer que las cosas vuelvan a ser como antes. Las llamadas red flags en una relación suelen ser más evidentes de lo que creemos, pero a veces solo las reconocemos después de la ruptura. Un signo común es cuando amigos, familiares o personas cercanas empiezan a enumerar esas conductas que, mientras estábamos dentro del vínculo, no supimos —o no pudimos— ver a tiempo.
Pero, como asegura la psicóloga clínica Diana Marcela Ducuara, el concepto no es algo nuevo. Lo nuevo, en realidad, es el lenguaje para definirlo y la forma en la que resultó convirtiéndose en paisaje.
Ponerle nombre a las señales
En la conversación con la psicóloga Ducuara hablamos de lo que hoy denominamos red flags, un término que, explicó, se volvió muy común gracias al auge de las redes sociales, pero que en psicología lleva años siendo estudiado. En ese ámbito, el nombre es mucho más “ejecutivo”: señales de alerta, indicadores de riesgo o patrones disfuncionales asociados a relaciones dañinas.
No pude evitar hacerle —y hacerme— esa pregunta, la que suele aparecer cuando alguien reconoce que una relación no le hace bien, pero no se va: “Y si uno sabe todo eso, ¿por qué sigue ahí?”. Y la respuesta suele estar en la idealización propia del inicio del vínculo. “Todos hemos pasado por ahí en algún momento: nos enfocamos en ver lo mejor del otro. El cerebro está cargado de dopamina y de la ilusión de construir algo nuevo, y eso no nos permite juzgar con claridad muchas conductas”, explica.
Los miedos, las experiencias pasadas difíciles y una autoestima frágil suelen empujarnos a quedarnos en vínculos que no nos hacen bien. “Esa dependencia emocional muchas veces está relacionada con factores individuales, pero también pueden venir de nuestros patrones de relaciones familiares que se repiten en distintas relaciones”.
Y, por supuesto, el contexto cultural también juega un papel importante. Durante generaciones se ha transmitido la idea de que el amor implica sacrificio y sufrimiento. “Crecimos creyendo que amar es una lucha, que todo se vale”, advierte. El cine, las series y las novelas —especialmente las que están dirigidas al público joven— tienden a presentar como románticos a personajes que invaden límites o se conducen de manera obsesiva bajo la excusa de “salvar” al ser amado: “Psicológicamente, lo impredecible genera más activación emocional o conductual y eso puede confundirse con amor”. Esta, nuestra sociedad, ha terminado romantizando comportamientos que, fuera de la ficción, son claras señales de riesgo, pero el atractivo físico, la adrenalina y la sensación constante de entregarnos a alguien termina por hacerlo más llamativo.
¿Mejorar o soltar?
¿Es posible “arreglar” una relación atravesada por múltiples banderas rojas? Aunque los seres humanos solemos huirle a las respuestas gaseosas, todo depende del tipo de conductas implicadas y, en algunos casos, de la disposición real de ambas personas. “Si hablamos de control, manipulación, humillación, violencia o abuso emocional, no hay nada que arreglar. Esa relación no se transforma; ya carece de límites y pone en riesgo a los involucrados”.
En cambio, si las situaciones que consumen la mayoría de la relación están vinculadas a fallas en la comunicación, inseguridades o falta de herramientas emocionales, y existe conciencia mutua del problema, es posible que suceda porque, como lo afirma ella en sus sesiones, “no cambiamos personas, cambiamos dinámicas cuando hay voluntad”.
💌 Podría interesarle: Amores en espiral: cómo se construyen los vínculos dañinos
La diferencia entre un conflicto normal de pareja y una auténtica red flag
Los conflictos son inevitables. Lo importante es cómo se manejan, qué tipo de comunicación se establece y si existe un cómo para resolverlos sin que ninguna parte resulte dañada. La señal de alerta aparece cuando se repiten patrones de control, manipulación, miedo, indiferencia o culpa; cuando los intentos de poner límites reciben como respuesta minimización, burla, victimización, o castigo físico o emocional. “Una red flag está presente cuando la relación deja de ser un espacio de calma y se convierte en una montaña rusa emocional”, ejemplifica.
¿Cuándo debemos buscar ayuda?
Para prevenir la repetición de patrones, sugiere hacerse preguntas claves al inicio de cada vínculo: ¿me siento tranquila y puedo ser yo misma con esta persona?, ¿tengo claros mis límites?, ¿entiendo cómo maneja la frustración y el desacuerdo?, ¿respeta mis tiempos, mis espacios y mis vínculos? Estas respuestas tempranas funcionan como una brújula para anticipar cómo podría construirse —o deteriorarse— la relación si no se realizan ajustes.
“Si hay miedo, riesgo o abuso, la ayuda debe ser individual, nunca en pareja”, asegura. Buscar ayuda de manera individual es útil cuando nos cuesta establecer límites, tomar decisiones o comprender por qué se repiten los mismos tipos de vínculos. En pareja, dice nuestra experta, la intervención profesional resulta pertinente solo si ambos reconocen la dinámica dañina y desean transformarla sin que exista violencia.
La importancia de los límites es, precisamente, medir hasta dónde somos capaces de llegar. Pero ese ejercicio no debería hacernos esperar a que el vaso se desborde, a que la copa se rebose y exista una “última gota”.
Abrir los brazos para soltar también es una elección, una forma de cuidado, aunque no parezca aliviar al instante. Pero abrir los brazos para soltar —aunque incomode, aunque duela— sigue siendo, por encima de todo, una elección.
Recuerde que, si usted reconoce algunas de estas señales o desea conocer más información, le recomendamos buscar ayuda y consejos de un profesional.
👗👠👒 Entérese de otras noticias sobre Amor en El Espectador.
