Carlos Vicente de Roux, candidato de la Alianza Verde a Bogotá. / Cristian Garavito - El Espectador
Foto: Cristian Garavito/ El espectador
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De reunión en reunión ha estado Carlos Vicente de Roux desde que lo nombraron candidato de la Alianza Verde a la Alcaldía de Bogotá. Convencido de que por ahora se deben congelar las alianzas, cree que es tiempo de fortalecer su candidatura. Asegura, entre otros asuntos, que los peñalosistas del partido deben resolver qué hacer, porque son minoría y están debilitados por la renuncia de Enrique Peñalosa al partido; cuestiona si Clara López es garantía de que no ocurrirá de nuevo un escándalo de corrupción como el de Samuel Moreno y si Rafael Pardo tiene margen de acción para realizar una gestión renovadora con las fuerzas políticas que lo acompañan.
¿En las reuniones con la dirigencia distrital de la Alianza Verde, a qué acuerdos han llegado?
Se han centrado en cómo elegir los candidatos a las Juntas Administrativas Locales y al Concejo. He estado alejado de ese proceso que es bien difícil y conflictivo.
¿Por qué conflictivo?
En todos los partidos es así. Las JAL son pequeñas y las aspiraciones son muchas. En Kennedy, por ejemplo, hay 11 cupos y más de 25 candidatos para la lista de la Alianza Verde. A la mitad de los aspirantes se les debes decir ‘chao’ y eso pasa en todas las localidades. Por ahora, la propuesta es hacer una consulta abierta para seleccionar los que saquen más votos. Los detalles de la votación están por coordinarse.
¿Qué hacer con las presiones en el partido que quieren alianzas ya?
Las señales que veo en el partido son las de congelar el tema de las alianzas. El partido debe definir su programa y salir a competir con otras fuerzas políticas. De lo contrario es desdibujarse y renunciar a la elección política.
¿Qué hacer con los peñalosistas en la Alianza?
Tienen un problema: quieren a Peñalosa, pero para seguirlo tendrían que entregar sus curules y lanzarse a la aventura de las firmas. Los concejales Hosman Martínez, María Clara Name y Lucía Bastidas son un sector minoritario y debilitado, porque Peñalosa renunció al partido.
De ellos viene el comentario que Peñalosa no renunció, sino que lo renunciaron, ¿qué piensa?
No es cierto. Él pudo echar mano de la hoja de ruta sin renunciar. Incluso, fue él quien presentó esta propuesta. Peñalosa nos dijo, con tono condescendiente, “ustedes necesitan arrancar rápido para que los conozcan. Yo no. A mí me conviene empezar a mitad de año. Yo me abro del proceso de elección del candidato y más adelante nos volvemos a encontrar”. Esto lo hablamos tranquilos, con café y abrazo.
¿Ve embolatado el encuentro con Peñalosa?
No. Mente abierta, es mi consigna con Peñalosa, con Clara López, con Rafael Pardo, con el Equipo de Bogotá, con Hollman Morris.
Con Francisco Santos no, por lo que veo...
Esto es reflexión mía y no del partido: no quisiera hacer alianzas con fuerzas que estén en contra del proceso de paz, ni con los que quieran una alianza antiizquierda.
Eso estaría en contra de su ADN político…
Exactamente.
Pero el Equipo de Bogotá ha planteado en el discurso una posición muy antiizquierda…
Ahí hay dos versiones. La de un Enrique Peñalosa que al inicio fue duro con la izquierda, pero que le ha ido bajando, y dice que no quiere al Polo de nuevo en la administración. Y la de Carlos Fernando Galán, que sí parece más contra la izquierda.
¿Cómo se dará a conocer ante la gente que, según las encuestas, dice no conocerlo?
El primer desafío es levantar el perfil de la Alianza Verde, que es una divisa atractiva y que tiene un amplio espacio por ganar. El segundo reto es juntar la intención de voto por Antonio Sanguino con la mía. Al tener en cuenta los resultados de la consulta que hicimos, sumaríamos el 4,7%, de intención de voto, que ayuda para despegar.
La intención de voto no es fácilmente endosable
Sí, pero es posible que al tener candidato único, ayude. Hay que buscar también, según las mediciones, que me conozcan más en estratos bajos, las mujeres y los jóvenes.
El Espectador hace un ejercicio en redes llamado #CatarsisBogotá ¿cuál sería su catarsis y qué soluciones plantearía para eso?
Lo que más me amarga de la ciudad son los problemas de movilidad, más allá de los problemas crónicos sociales que hay que resolver a fondo y a largo plazo. Para resolver la movilidad de la ciudad, sin duda, se necesita un plan de choque para TransMilenio, que ayude a que la gente quiera usar menos el carro particular y más el SITP. También impulsaría el metro.
¿Metro subterráneo o aéreo, como dice Peñalosa?
Subterráneo. Un metro elevado sería una cicatriz para la ciudad. Vivir cerca de un puente elevado ya es foco de inseguridad, ahora imagínese un metro elevado. El propio Peñalosa lo reconoció alguna vez en el pasado, dijo que un metro elevado era un refugio de inseguridad y que tenía un impacto económico complicado.
¿Cómo financiarlo?
Coincido con Pardo en que Bogotá no tiene recursos para financiar el metro. Necesariamente hay que presionar a la Nación para que se endeude y respalde a la capital. En todos los países ese es un propósito nacional, pero aquí, por el conflicto armado, que destina $27 billones a la guerra, no ha sido posible. Quizás cambie esa perspectiva.
¿Quién le habla al oído hoy?
Me he acercado mucho al comité ejecutivo del partido. Soy también cercano a mis compañeros concejales progresistas y les copio a Antonio Navarro, Claudia López y Angélica Lozano. Hay otros expertos a quienes escucho, como Juan Ricardo Ortega (aunque no vive acá) y Mauricio Cabrera.
¿Qué lo distancia del Polo, al que perteneció, y de su candidata?
Con el Polo se me cruzan los cables, porque comparto una identidad en los temas sociales, pero me alejo, como muchos que se salieron del partido, por el manejo que le dieron al escándalo de corrupción de la administración de Samuel Moreno. El problema no es el gobernante corrupto, porque ese nunca falta, sino la forma de asumir el asunto. Cuando hay evidencia suficiente, el partido debe tomar decisiones políticas, algo que el Polo jamás hizo.
¿Y con Clara López?
A ella le tengo una pregunta: ¿qué garantía da para que no pase algo parecido?, porque los hechos son muy dicientes.
¿Se cuestiona algo de Rafael Pardo?
Sí, aunque tengo una buena impresión personal de él, me pregunto si realmente haría una gestión renovadora y cuál es su margen de acción, dada las fuerzas políticas convencionales que lo acompañan, lo amarran y lo comprometen.
¿Qué lo distanció de Petro y que lo acerca?
Valoro los temas sociales, aunque revisaría los subsidios y su sostenibilidad. Petro descuidó la movilidad, la seguridad, el espacio público, pero su compromiso con el tema social ha sido claro. Fortaleció programas y creó otros. Hay gente que los rechaza por venir del petrismo. Yo no, yo distingo y no tendría reparos en una alianza con el petrismo para mantener eso.
Hablando de Petro, ¿cómo ve lo que ha sucedido en La Conejera con la urbanización que beneficia a su cuñado?
Es un episodio lamentable. No deja de ser muy infortunado que el cuñado de él, que estaba metiendo las narices en la contratación de Bogotá, se vea beneficiado con un negocio que puede tener implicaciones ambientales y sociales.
¿Cree que la salida de David Luna de Equipo Bogotá afecta a Peñalosa?
No hilo tan delgadito. David estaba interesado en ser ministro y el presidente tenía motivos de gratitud con él. Aunque hay quienes dicen “piensa mal y acertarás”. En todo caso, aunque todo suma, no creo que esto hunda la aspiración de Peñalosa.
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Por Natalia Herrera Durán
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