Si un carro transita la mayor parte del año en Bogotá, debería pagar impuestos en la ciudad. No solo porque aporta en contaminación, congestión, riesgos viales y en el desgaste de la infraestructura, sino porque sería lo justo en términos del esfuerzo que hace la administración por mantener las vías en óptimas condiciones.
Bajo esa lógica, es que surgen las nuevas disposiciones con el pico y placa, en especial, porque el parque automotor viene creciendo año tras año, pero eso no se refleja en el recaudo tributario. Los estudios indican que casi una tercera parte de los vehículos que transitan por la ciudad están matriculados en otros municipios.
Ante esta situación, la administración de Carlos Fernando Galán anunció este viernes un paquete de medidas dirigidas a incentivar la matrícula local y regular el tránsito de carros foráneos, combinando restricciones de circulación y ajustes económicos.
¿A quién afectan las nuevas restricciones?
Las recientes decisiones de la Alcaldía de Bogotá tienen un foco claro: los vehículos que están matriculados en otros municipios.
Según el diagnóstico oficial, este grupo representa cerca del 30 % del parque automotor que transita a diario, pese a que sus impuestos se pagan fuera de la capital. Ese desbalance no solo presiona las vías por el aumento constante de carros en circulación, sino que deja también un vacío fiscal significativo, que en años recientes habría alcanzado cerca de un billón de pesos.
Pico y placa en sábados y aumento del pico y placa solidario
1. Dos sábados al mes con pico y placa
Desde 2026, todo vehículo matriculado fuera de Bogotá deberá cumplir pico y placa dos sábados al mes. Para la Alcaldía, la medida pretende actuar como incentivo para que esos propietarios trasladen la matrícula a Bogotá y como limitación para quienes decidan omitirlo.
2. Aumento al pico y placa solidario
Por otro lado, a partir de enero de 2026, el costo del pico y placa solidario, que no es más que un pago para evitar la restricción de movilidad, tendrá un incremento que oscilará entre el 20 % y el 50 % para los vehículos matriculados fuera de Bogotá.
En términos prácticos, manejar en Bogotá sin matrícula distrital será cada vez más costoso, tanto por las restricciones como por las alternativas pagas para evitarlas.
¿Cuánto cuesta matricular o trasladar un carro a Bogotá?
Actualmente, la tarifa para matricular un carro nuevo en Bogotá cuesta COP 589.200, mientras que trasladar la matrícula cuesta COP 400.000. Vale la pena destacar que, si bien es más costoso que en municipios aledaños, al igual que el costo del impuesto (0,2 % por el sobrecosto para financiar la Región Metropolitana), el próximo año eso se podría ver compensar con el evitar la afectación por las nuevas disposiciones.
¿Por qué estas medidas y qué se espera lograr?
La Alcaldía argumenta que la ciudad vive un fenómeno contradictorio:
- Más carros circulando,
- Menos carros tributando en Bogotá.
Mientras el parque automotor nacional crece, la participación de la capital en esos registros se ha reducido desde 2012, año en que alcanzaba el 37,3 %. Esto ha reducido ingresos que podrían potenciar la gestión de movilidad e infraestructura y ha aumentado los consabidos problemas de la cotidianidad de las vías de la capital: congestión, emisiones, accidentalidad y ruido.
Las medidas, según el Distrito, buscan corregir esa distorsión y asegurar que quienes usan las vías de la ciudad realicen el aporte que, en teoría, toda persona que tiene un vehículo debería hacer en la ciudad en la que circula.
Las nuevas disposiciones envían un mensaje claro: en Bogotá, la matrícula ya no será un trámite neutral, sino un componente central de la política de movilidad.
Sin embargo, el énfasis en el castigo económico abre una discusión inevitable: ¿puede la ciudad resolver su crisis de movilidad cargando cada vez más sobre el usuario individual, especialmente en un sistema donde el transporte público sigue sin alcanzar estándares de comodidad, rapidez y cobertura?
Si bien la presión fiscal podría aumentar las matrículas locales, su efecto real dependerá de un equilibrio más complejo: que la ciudadanía sienta que pagar aquí no solo es obligatorio, sino que también vale la pena.
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