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Un decreto de 1906 le cedió al Distrito el aprovechamiento de las aguas de los ríos de su territorio, pero con la creación de la EAAB el permiso expiró. / Gustavo Torrijos
Foto: EL ESPECTADOR
Bogotá ha captado y cobrado por cada vaso de agua que se toman los habitantes de la sabana. Y hasta hace poco se creyó dueño a perpetuidad de cada centímetro cúbico que brotaba de los afluentes de la región, sin rendirle cuentas a la autoridad ambiental. Pero un pleito con la CAR, que arrancó en 1998 y recientemente resolvió el Consejo de Estado, no solo derrumbó ese precepto. También revivió una multimillonaria multa por haber captado irregularmente agua, entre 1993 y 2000. La controversia ahora estará alrededor del monto final de la multa, que de $122.000 millones podría llegar a $500.000 millones, siendo un duro golpe a sus arcas.
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Por Alexánder Marín Correa
Periodista manizaleño, con experiencia en periodismo de datos, judicial, investigación y local. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com