Por segunda vez, el alcalde Petro se recupera de una cirugía en el cráneo, producto de un hematoma que ya había sido drenado. Su secretario de Gobierno, Guillermo Asprilla, se encuentra también incapacitado, por cuenta de una enfermedad del sistema nervioso. Y el cerebro jurídico de la administración, Eduardo Noriega, tuvo que hacerse a un lado de la Secretaría General por una investigación que reabrió la Fiscalía a tres contratos que firmó hace diez años.
Que la capacidad de acción de la cabeza del Distrito, del encargado de sus asuntos políticos y del responsable de sus asuntos jurídicos se diezme simultáneamente, implica un enorme reto para una administración duramente cuestionada y que ya ha perdido a otras importantes figuras.
No son pocos los problemas que tendrá que resolver la administración durante las próximas semanas. El Sistema Integrado de Transporte Público está atrasado más de un mes en su cronograma de implementación. Los operadores de Transmilenio aún no llegan a un acuerdo con el Distrito para renegociar sus contratos, y de eso depende el hueco fiscal que dejaría la reducción de la tarifa. Así mismo, la pelea por la reforma y la reducción de las tarifas de barrido, recolección y limpieza de basura está en pleno curso. Finalmente, en el Concejo se avecina un difícil pulso político por garantizar un ambicioso cupo de endeudamiento.
Estos son sólo algunos de los procesos cruciales que enfrenta una administración que ha sido polémica en todas sus dimensiones, y para ellos necesita a un alcalde que la lidere y la defienda, no sólo de sus presuntos enemigos, sino de sus propios errores y cuestionamientos, que no han sido pocos.