Amputan dedos a niño por accidente en Unicentro
Luego de varios días de incertidumbre, los médicos tomaron este domingo la decisión de amputarle dos dedos del pie izquierdo al infante Jorge Andrés Pulido. Se detectan otros casos. Centro comercial descarta responsabilidad. Reparos a la seguridad en escaleras eléctricas.
Norbey Quevedo H.
Hacia el mediodía del sábado Federico Pulido, un esforzado analista de la DIAN, fue notificado por los médicos de la clínica El Country de Bogotá de una lamentable noticia. Los especialistas le informaron que pese a los esfuerzos y a un trabajo intenso de semana y media por evitar la mutilación, su hijo Jorge Andrés Pulido Avendaño de 5 años debía ser intervenido para amputarle dos dedos de su pie izquierdo.
Luego de una hospitalización que ya completa 13 días, sin más esperanza y en medio del llanto, Pulido junto a su esposa, Isabel Avendaño, aceptaron la dura realidad y autorizaron el procedimiento. De lo contrario, el menor estaría a punto de empeorar y hasta perder su extremidad inferior.
Este domingo, a las 7:30 a.m. fue intervenido quirúrgicamente. El diagnóstico médico era claro: destrucción ósea y vascular del pie. Minutos después de la operación y muy compungido, Federico Pulido le informó a El Espectador: “Al niño le amputaron el segundo y tercer dedo del pie izquierdo. Y el primero y cuarto dedos quedaron pendientes de su evolución, pero la verdad, las cosas van por mal camino”.
Por eso, aunque el procedimiento fue exitoso, la recuperación aún es incierta. Por ahora, la estabilidad del pie y sus posibilidades de caminar normalmente son indeterminadas y lo que es peor, el niño no tiene conciencia absoluta de la gravedad del accidente.
Con la intervención de este domingo, son tres las operaciones que le han hecho al menor el ortopedista Carlos Guerrero y el cirujano plástico Daniel Álvarez, luego de que el niño se accidentara el pasado jueves de 12 agosto hacia las 7 de la noche, cuando, después de permanecer con sus padres en la plaza de comidas y al bajar por las escaleras del tercer piso del centro comercial Unicentro, su pie se quedó aprisionado en la escalera eléctrica.
Según ha denunciado su padre, Federico Pulido, cuando sucedió el accidente no encontró personal del centro comercial que le ayudara a detener rápidamente la escalera, y cuando lo logró, el pie de su hijo ya estaba prácticamente destruido.
El día de los hechos, una pareja que intentó auxiliarlos relató: “El botón de emergencia de la escalera no funcionó y cuando intentamos detenerla ya era demasiado tarde”. Con el pie destruido y la tibia fracturada, Jorge Andrés fue llevado por sus padres a la Clínica del Country.
En contraste con las afirmaciones del padre del menor y de varios testigos que observaron el incidente, el centro comercial expidió un comunicado de prensa en donde señaló: “Una vez el centro comercial se enteró de lo ocurrido, activó sus protocolos de seguridad establecidos internamente y ofreció toda la colaboración necesaria a los padres del menor afectado. El personal adscrito al centro comercial, los médicos y paramédicos que atendieron el caso prestaron toda su colaboración posible al menor y a sus padres. Unicentro Bogotá actualmente está adelantando todas las investigaciones pertinentes que ayuden a determinar cuáles fueron las causas y los responsables del accidente, sin embargo, en el momento las escaleras no presentan fallas en su funcionamiento y no se detectan daños visibles”.
Aunque serán las autoridades las que establezcan responsabilidades, El Espectador conoció denuncias de otros casos de accidentes en el prestigioso centro Comercial, las cuales pueden inquietar sobre sus esquemas de seguridad o alertar sobre la atención que algunos padres les prestan a sus hijos cuando allí asisten. Por ejemplo, Daniel Suárez informó que a mediados de agosto su hijo menor insertó un dedo en una de las escaleras eléctricas del centro comercial, a consecuencia de lo cual lo perdió, pero lo que es peor: “Yo pedía auxilio pero nadie hizo nada, ni siquiera, hubo un paramédico”.
Quizá quien cuestiona con mayor vehemencia sobre lo que puede estar pasando es Magda Ayala, quien denunció que en febrero de este año a su sobrino también le sucedió un accidente en una mano bajando de la misma escalera eléctrica de la plaza de comidas. “La mano le fue reconstruida y luego envié una carta al centro comercial solicitando explicaciones”. Según relató un abogado cercano al caso, el centro comercial indicó para esta situación que las escaleras son de manejo y responsabilidad de Guillermo Baratto de la plaza de comidas Uniplaza.
El problema de la supuesta inseguridad en el centro comercial parece crecer. Ante la que se considera una actitud poco diligente, la propia Ayala conformó en Facebook el grupo “No más niños víctimas de las escaleras eléctricas de Uniplaza de Unicentro”. La iniciativa virtual tiene hoy cerca de ciento cincuenta miembros.
Por su parte, Juliana Pérez explicó que su hija se accidentó en una rejilla del desagüe del centro comercial y nadie la ayudó. Luego apareció una secretaria que envió un paramédico y éste le diagnosticó que nada había pasado. Sin embargo, horas después, en una cita con un médico privado, la niña fue inmovilizada. Resalta que también radicó una petición que no fue respondida.
El caso del menor mutilado ya está en manos de los abogados. El jurista Abelardo de la Espriella inicio las evaluaciones jurídicas para buscar responsabilidades. Una demanda en Fiscalía por lesiones personales, otra civil para buscar un resarcimiento económico a la familia Pùlido y una queja policial con el propósito de que se haga un cerramiento temporal de la escalera eléctrica mientras se investiga y revisan los protocolos de seguridad, son las opciones.
Una mezcla de dolor, impotencia e incertidumbre rodea a la familia Pulido. Su hijo ya tiene graves lesiones físicas y sicológicas. Federico Pulido, el padre del menor solo pide justicia. “Lo que más me duele es la indolencia de Unicentro”, afirma entre sollozos.
“Voy a rezar”: Federico Pulido
En diálogo con El Espectador, Federico Pulido, padre del menor, se refirió a lo que ha pasado con el caso de su hijo.
¿Qué está pidiendo después de este incidente?
Lo más importante para mí es una explicación de por qué cuando se presentó el accidente la escalera, pese a que se oprimió el botón para detenerla, nunca paró. De no ser por la agilidad de mi esposa para sacar el niño de la escalera, no sé qué más hubiera podido pasar.
Después de todo lo que ha pasado, ¿usted qué piensa?
Que deben hacer algo y que las autoridades deben estar atentas para que esto no le pase a ningún otro niño. Se supone que uno está en un lugar seguro con su familia, pero nos encontramos con que la escalera estaba fallando.
¿No sería que el niño estaba jugando y usted no se dio cuenta?
Claro que no. Mi hijo estaba quieto y pegado a mí cuando bajamos la escalera hasta que se le atascó el pie y se presentó la emergencia.
¿Después del accidente y las operaciones él es consciente de lo que está pasando?
Él ha sido muy valiente en todo esto. Me ha dado una lección de vida. Lo que no sé es como le voy a explicar la pérdida de sus dedos, no sé cómo se lo voy a decir.
¿Qué le han dicho los directivos de Unicentro?
Nada. Ellos ni siquiera han llamado para saber cómo esta mi hijo. Su indolencia es muy grande. Sólo se han limitado a decir que todo estaba bien.
¿Y va a entablar alguna acción legal?
Eso quedó en manos de los abogados.
¿Y qué va a hacer ahora?
Voy a rezar para que mi hijo no pierda sus otros dedos.
Hacia el mediodía del sábado Federico Pulido, un esforzado analista de la DIAN, fue notificado por los médicos de la clínica El Country de Bogotá de una lamentable noticia. Los especialistas le informaron que pese a los esfuerzos y a un trabajo intenso de semana y media por evitar la mutilación, su hijo Jorge Andrés Pulido Avendaño de 5 años debía ser intervenido para amputarle dos dedos de su pie izquierdo.
Luego de una hospitalización que ya completa 13 días, sin más esperanza y en medio del llanto, Pulido junto a su esposa, Isabel Avendaño, aceptaron la dura realidad y autorizaron el procedimiento. De lo contrario, el menor estaría a punto de empeorar y hasta perder su extremidad inferior.
Este domingo, a las 7:30 a.m. fue intervenido quirúrgicamente. El diagnóstico médico era claro: destrucción ósea y vascular del pie. Minutos después de la operación y muy compungido, Federico Pulido le informó a El Espectador: “Al niño le amputaron el segundo y tercer dedo del pie izquierdo. Y el primero y cuarto dedos quedaron pendientes de su evolución, pero la verdad, las cosas van por mal camino”.
Por eso, aunque el procedimiento fue exitoso, la recuperación aún es incierta. Por ahora, la estabilidad del pie y sus posibilidades de caminar normalmente son indeterminadas y lo que es peor, el niño no tiene conciencia absoluta de la gravedad del accidente.
Con la intervención de este domingo, son tres las operaciones que le han hecho al menor el ortopedista Carlos Guerrero y el cirujano plástico Daniel Álvarez, luego de que el niño se accidentara el pasado jueves de 12 agosto hacia las 7 de la noche, cuando, después de permanecer con sus padres en la plaza de comidas y al bajar por las escaleras del tercer piso del centro comercial Unicentro, su pie se quedó aprisionado en la escalera eléctrica.
Según ha denunciado su padre, Federico Pulido, cuando sucedió el accidente no encontró personal del centro comercial que le ayudara a detener rápidamente la escalera, y cuando lo logró, el pie de su hijo ya estaba prácticamente destruido.
El día de los hechos, una pareja que intentó auxiliarlos relató: “El botón de emergencia de la escalera no funcionó y cuando intentamos detenerla ya era demasiado tarde”. Con el pie destruido y la tibia fracturada, Jorge Andrés fue llevado por sus padres a la Clínica del Country.
En contraste con las afirmaciones del padre del menor y de varios testigos que observaron el incidente, el centro comercial expidió un comunicado de prensa en donde señaló: “Una vez el centro comercial se enteró de lo ocurrido, activó sus protocolos de seguridad establecidos internamente y ofreció toda la colaboración necesaria a los padres del menor afectado. El personal adscrito al centro comercial, los médicos y paramédicos que atendieron el caso prestaron toda su colaboración posible al menor y a sus padres. Unicentro Bogotá actualmente está adelantando todas las investigaciones pertinentes que ayuden a determinar cuáles fueron las causas y los responsables del accidente, sin embargo, en el momento las escaleras no presentan fallas en su funcionamiento y no se detectan daños visibles”.
Aunque serán las autoridades las que establezcan responsabilidades, El Espectador conoció denuncias de otros casos de accidentes en el prestigioso centro Comercial, las cuales pueden inquietar sobre sus esquemas de seguridad o alertar sobre la atención que algunos padres les prestan a sus hijos cuando allí asisten. Por ejemplo, Daniel Suárez informó que a mediados de agosto su hijo menor insertó un dedo en una de las escaleras eléctricas del centro comercial, a consecuencia de lo cual lo perdió, pero lo que es peor: “Yo pedía auxilio pero nadie hizo nada, ni siquiera, hubo un paramédico”.
Quizá quien cuestiona con mayor vehemencia sobre lo que puede estar pasando es Magda Ayala, quien denunció que en febrero de este año a su sobrino también le sucedió un accidente en una mano bajando de la misma escalera eléctrica de la plaza de comidas. “La mano le fue reconstruida y luego envié una carta al centro comercial solicitando explicaciones”. Según relató un abogado cercano al caso, el centro comercial indicó para esta situación que las escaleras son de manejo y responsabilidad de Guillermo Baratto de la plaza de comidas Uniplaza.
El problema de la supuesta inseguridad en el centro comercial parece crecer. Ante la que se considera una actitud poco diligente, la propia Ayala conformó en Facebook el grupo “No más niños víctimas de las escaleras eléctricas de Uniplaza de Unicentro”. La iniciativa virtual tiene hoy cerca de ciento cincuenta miembros.
Por su parte, Juliana Pérez explicó que su hija se accidentó en una rejilla del desagüe del centro comercial y nadie la ayudó. Luego apareció una secretaria que envió un paramédico y éste le diagnosticó que nada había pasado. Sin embargo, horas después, en una cita con un médico privado, la niña fue inmovilizada. Resalta que también radicó una petición que no fue respondida.
El caso del menor mutilado ya está en manos de los abogados. El jurista Abelardo de la Espriella inicio las evaluaciones jurídicas para buscar responsabilidades. Una demanda en Fiscalía por lesiones personales, otra civil para buscar un resarcimiento económico a la familia Pùlido y una queja policial con el propósito de que se haga un cerramiento temporal de la escalera eléctrica mientras se investiga y revisan los protocolos de seguridad, son las opciones.
Una mezcla de dolor, impotencia e incertidumbre rodea a la familia Pulido. Su hijo ya tiene graves lesiones físicas y sicológicas. Federico Pulido, el padre del menor solo pide justicia. “Lo que más me duele es la indolencia de Unicentro”, afirma entre sollozos.
“Voy a rezar”: Federico Pulido
En diálogo con El Espectador, Federico Pulido, padre del menor, se refirió a lo que ha pasado con el caso de su hijo.
¿Qué está pidiendo después de este incidente?
Lo más importante para mí es una explicación de por qué cuando se presentó el accidente la escalera, pese a que se oprimió el botón para detenerla, nunca paró. De no ser por la agilidad de mi esposa para sacar el niño de la escalera, no sé qué más hubiera podido pasar.
Después de todo lo que ha pasado, ¿usted qué piensa?
Que deben hacer algo y que las autoridades deben estar atentas para que esto no le pase a ningún otro niño. Se supone que uno está en un lugar seguro con su familia, pero nos encontramos con que la escalera estaba fallando.
¿No sería que el niño estaba jugando y usted no se dio cuenta?
Claro que no. Mi hijo estaba quieto y pegado a mí cuando bajamos la escalera hasta que se le atascó el pie y se presentó la emergencia.
¿Después del accidente y las operaciones él es consciente de lo que está pasando?
Él ha sido muy valiente en todo esto. Me ha dado una lección de vida. Lo que no sé es como le voy a explicar la pérdida de sus dedos, no sé cómo se lo voy a decir.
¿Qué le han dicho los directivos de Unicentro?
Nada. Ellos ni siquiera han llamado para saber cómo esta mi hijo. Su indolencia es muy grande. Sólo se han limitado a decir que todo estaba bien.
¿Y va a entablar alguna acción legal?
Eso quedó en manos de los abogados.
¿Y qué va a hacer ahora?
Voy a rezar para que mi hijo no pierda sus otros dedos.