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El psiquiatra Rafael Vásquez Rojas, especializado en trabajo con niños y adolescentes, señala que el caso debe dejar lecciones sobre cómo atender a tiempo las alertas que dan los menores antes de un suicidio. Agrega, que no es el momento de buscar culpables.
El suicidio del joven Sergio Urrego, de 16 años, quien se lanzó de la terraza del centro comercial Titán Plaza, aparentemente tras no soportar las presiones por su condición sexual, ha despertado la solidaridad de la ciudadanía para con su familia y fuertes críticas contra el colegio en el que estudiaba. Para tratar este tema, El Espectador habló con el psiquiatra Rafael Vásquez Rojas, especializado en trabajo con niños y adolescentes, quien opinó que este caso debe ir más allá de los simples señalamientos en contra de la institución educativa.
¿Qué opina de la forma como enfrentan los colegios la sexualidad de los jóvenes?
Este no es un problema de los colegios, sino de los adultos en general. Los adultos, las familias y las instituciones se recienten mucho cuando descubren que un adolescente es homosexual. Frente a este tema, en el imaginario de los adultos hay dos fantasías ocultas: una, que los muchachos escogen su orientación sexual como quien va al supermercado y no aceptan que eso no sea así. La otra es que cuando descubren que su hijo es homosexual, sienten que fracasaron en su educación. Esto también ocurre en los colegios.
¿Qué se mueve en la mente de un joven que piensa en el suicidio?
A un suicidio lo antecede una gran presión ejercida sobre el muchacho, que puede generar ansiedad. Y en la medida que crece esta ansiedad, crece el riesgo del suicidio. Sin embargo, no se puede decir que esa presión sea exclusivamente de las instituciones, también puede ser de la familia, los amigos, los compañeros, etc. El concepto es sencillo: Para que un muchacho intente suicidarse es porque enfrenta altos y crecientes niveles de angustia, que lo abruman y que lo llevan a sentir que no los pude resolver. Y aunque suena crudo, algunos ven en el suicidio una solución para acabar con esa angustia. Pero pueden ser muchas las fuentes que lo lleven a esa situación.
¿Cómo están enfrentando los adultos el suicidio de los jóvenes?
Hay algo muy grave, que se evidencia cuando un joven se intenta suicidar. Después de un episodio de estos, lo padres se sienten muy mal y sufren demasiado, por eso los llevan al hospital para que los valores, pero las estadísticas muestran que en el 98% de los casos no los vuelven a llevar al tratamiento. Terminan creyendo que fue un acto de capricho y los dejan que sigan solos.
En el caso de Sergio Urrego empiezan a surgir los señalamientos al colegio, ¿qué opina?
La solución no está en buscar culpables. Más que buscar culpables, todo este episodio sirve para decirles a todas las instituciones que los muchachos están sometidos a muchas tensiones y hay que ayudarlos. Es normal que las instituciones les pidan a los muchachos que cumplan un cupo de responsabilidad, pero cuando la institución ve que no cumplen o que tienen dificultares personales, deben abrir el ojo. Si notan que un alumno cambia su dinámica, su rendimiento, su comportamiento y cuando se quejan de tener alguna angustia, hay que escucharlos y tratar de ayudarles a reducir ese sentimiento, porque si crece, aumenta el riesgo de que piensen en un suicidio. Ellos siempre dan muchos avisos. No existe ningún muchacho que intente suicidarse que no haya avisado con anterioridad.
¿Pero qué responsabilidad le cabe a las instituciones educativas?
Acá hay que bajarse de la nube en la que la gente busca un culpable. Acá no hay culpas, lo que hay es una gran cantidad de dificultares que el joven no pudo solucionar. Es muy fácil titular que la presión del colegio lo llevó al suicidio, pero la realidad no es así. Son muchas las fuentes que pudieron llevar a que su tensión creciera. Al hospital llegan muchos casos de intentos de suicidios, donde los jóvenes culpan a los padres por las supuestas presiones. Sin embargo, eso no quiere decir que eso sea lo último. Hay que analizar los meses y los años anteriores. No hay culpabilidad, claro que es una decisión muy grave, pero seguro estaba sometido a muchas tensiones y de diferentes sitios.
Pero el señala al colegio en sus cartas...
Puede que las cartas digan mucho, pero pueden reflejar su bronca personal y hay que analizar hasta qué punto puede ser verdad o mentira. En este caso, como tiene que ver con la condición sexual, tiende a ser un tema escandaloso y mucha gente se lanza a opinar, pero el único que puede dar verdaderas luces detrás de este caso es al médico que lo trató. Se trata de situaciones muy complejas, de mucho sufrimiento, pero no todos se matan. Es muy fácil estigmatizar después de que las cosas pasan. Un acto personal e íntimo, no se puede volver un tema administrativo.