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Así será el “alto y esbelto” metro del alcalde Peñalosa

Será completamente elevado, los dos primeros trazados tendrán 25 kilómetros y llegarán hasta la avenida Caracas con calle 72. Esta semana firman el Conpes y en 2018 empezarían obras.

Redacción Bogotá
18 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.
El metro será elevado y por la Avenida Caracas.
El metro será elevado y por la Avenida Caracas.

El alcalde Enrique Peñalosa, desde su campaña, demostró su descontento con la construcción de un metro subterráneo, como lo dejó estructurado el exalcalde Gustavo Petro. Desde entonces se la jugó por desenterrar la obra para construir un metro “alto y esbelto”. Tras casi un año de dudas, reuniones, estudios, críticas e incluso de anuncios de demandas, el mandatario distrital logró su cometido: convenció al presidente Juan Manuel Santos de apoyar y financiar su idea de hacer un metro elevado en Bogotá.

Así quedó definido ayer, cuando, en un pronunciamiento conjunto, desde la Casa de Nariño, el presidente Santos y el alcalde Peñalosa hicieron públicas las nuevas características de la obra y el trazado. Aunque hubo momentos en el año en que se contempló que algunos tramos fueran subterráneos, finalmente la decisión es que todo el metro será elevado. Irá por la avenida Caracas y llegará en sus dos primeras fases hasta la calle 72.

Aunque ya se tenía una idea del recorrido, ajustarlo requirió de varias discusiones. Ahora está claro que la primera línea se construirá en tres etapas. Las dos primeras saldrán del Portal de Las Américas (en el suroccidente de la ciudad), recorrerá la avenida Primero de Mayo y luego tomará la avenida Caracas hasta la calle 72. Será un trayecto de 25 kilómetros y se espera que entre en operación en 2022.

En una tercera etapa, la idea será llevar esta la línea hasta la calle 127 con autopista Norte. “Este trazado permitirá que, en un futuro, se conecten otras líneas del metro hacia el norte y el occidente de la ciudad”, explicaron los mandatarios.

Aunque el respaldo financiero de la Nación ha sido ratificado en los últimos años con varios pronunciamientos públicos, este parece el más serio. A diferencia del anuncio del año pasado, cuando Juan Manuel Santos posó con el exalcalde Gustavo Petro entregándole un cheque simbólico, esta vez el presidente hizo un anuncio adicional: en el transcurso de esta semana se firmará el Conpes (por el que tanto reclamó el exalcalde para poder abrir la licitación del metro subterráneo).

Con la firma de este documento se aseguran los $9,6 billones que pondrá la Nación para la obra, que corresponden al 70 % de su valor, que se sumarán a los casi $4 billones que tiene el Distrito para completar los $13,2 billones que cuesta la primera línea.

Por qué elevado

Para descartar los estudios del metro subterráneo y optar por un metro elevado, se contó con el concepto de la firma francesa Systra, contratada por la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN), con la misión de analizar las alternativas para la primera línea del metro y recomendar la que permitiera optimizar los recursos. “Con esos criterios, Systra concluyó que lo más adecuado era una línea completamente elevada porque, entre otras variables sociales y ambientales, moviliza el mayor número de pasajeros; permite un mayor ahorro en costos y tiempos; facilita la integralidad del sistema de transporte público y se demora menos tiempo en ser construido”, señaló el informe.

Según datos del concepto, con lo que se construye un kilómetro de metro subterráneo se pueden construir 1,48 kilómetros de metro elevado. Es decir, con el dinero que se construirán 25 kilómetros de elevado, se hubieran construido solo 17 de subterráneo. De igual forma, agrega, el costo de operación del metro elevado es del 28 % menor, porque no requiere ventilación mecanizada ni bombeo para extracción de aguas y sólo necesita iluminación nocturna. Finalmente, indicó: “Con el metro elevado, los tiempos de construcción se reducirán de 66 a 40 meses”.

A pesar de todas estas razones, se mantienen las críticas por descartar los diseños del metro subterráneo. No sólo por el impacto urbanístico, sino también por los posibles riesgos por las condiciones del suelo en Bogotá. “El metro aéreo reduce la locomoción de otros medios y genera impactos negativos, visuales, ambientales y urbanísticos. Al final se observa que los mayores costos del subterráneo son más que compensados por los impactos negativos del aéreo”, dijo el economista Eduardo Sarmiento en su columna del El Espectador.

Lo que viene

Con el trazado, sus características y el dinero se podría decir que, de nuevo, se encarrila el proyecto, pero esta vez sobre tierra. Lo que viene, según explicaron el presidente y el alcalde, es poner a funcionar la Empresa Metro, aprobada en abril por el Concejo. La entidad empezará a operar en forma en enero, mes en el que también se elegirá a un gerente del proyecto férreo, que nombrarán conjuntamente la Nación y el Distrito. Mientras todo esto ocurre, la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) se encargará de adelantar la estructuración técnica, legal y financiera de la obra. Esta misión incluye, entre otras cosas, dejar listos los diseños de ingeniería, “que determinarán con mayor nivel de detalle las especificaciones técnicas de construcción del primer tramo”, explicó la administración.

En cuanto a los diseños, el Distrito ya tiene una imagen de lo que quiere: una línea con una altura entre ocho y 12 metros; espacios públicos, con andenes, zonas verdes y parques; con estaciones en las que se encontrarán escaleras, ascensores, comercio, locales de comidas, bancos, baños y biciparqueaderos. Sobre las vías del metro (que será 100 % eléctrico) rodarán trenes de seis vagones y 142 metros de largo. La capacidad de cada uno será de hasta dos mil personas. Esta propuesta, incluso, busca que en algunas estaciones, construidas como terminales de gran potencial, cuenten con auditorios, servicios de gobierno y hasta jardines infantiles. “El objetivo es que se conviertan en sitios clave de encuentro barrial entre los habitantes de la localidad”, ha dicho la administración.

Si todo se cumple con los plazos que anunciaron ayer, en el primer semestre del próximo año se estructurará la licitación, la cual se abrirá a mediados de 2017 y será adjudicada a comienzo de 2018. El plan es que ese año empiecen los trabajos, para tener rodando el metro en 2022.

“El metro será la columna vertebral de un sistema de transporte público, que permitirá movilizar alrededor de 990.000 pasajeros durante el día, gracias a la accesibilidad que ofrecen los alimentadores. Para el año 2030, el 80 % de los bogotanos tendrá una línea de transporte masivo a menos de un kilómetro de distancia. Este sistema, sumado a más de 600 km de ciclorrutas, consolidará a Bogotá como una de las ciudades más sostenibles y eficientes en términos de consumo energético”, concluyeron los mandatarios.

 

Por Redacción Bogotá

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