Así ven los expertos el nuevo diseño de Bogotá

El POT definirá cómo será el crecimiento de la capital hasta el 2030. No obstante, hay dudas sobre las cifras que respaldan el diseño del plan, lo que traería fuertes implicaciones en temas como vivienda, servicios y transporte.

Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
03 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.
Archivo El Espectador
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Imagine que Bogotá está construida sobre una sola avenida. Y que, salvo algunos retoques, durante 14 años se ha mantenido en las mismas condiciones, mientras el número de vehículos ha crecido de forma considerable. Para organizar a los conductores, programar las ampliaciones y realizar reparaciones, dicha avenida requiere un plan para articular los sectores que harán parte del diseño de un nuevo corredor.

Guardadas las proporciones, esto es lo que ocurre hoy con Bogotá, una capital cuyos planes están cobijados bajo una idea de ciudad de finales del siglo pasado, cuando se expidió el último Plan de Ordenamiento Territorial (POT), en el que se consignaron temas como su crecimiento, la forma de cubrir las necesidades de la población o cómo concertar el desarrollo urbano y el medio ambiente.

El próximo año, último de la administración de Enrique Peñalosa, debe quedar listo el nuevo POT para Bogotá, que contendrá los nuevos lineamientos de la ciudad hasta el 2030. El Distrito estructuró su plan durante más de dos años y presentó ante las autoridades ambientales un documento de 381 páginas en el que está descrito cómo espera cumplir el gran objetivo de este plan: “hacer de Bogotá una ciudad densa, compacta y cercana, con buenos servicios sociales y suficiente espacio público”.

Para construir el anteproyecto, el Distrito diseñó y combinó sus planes para todos los sectores. Esto se hace para articular, por ejemplo, vivienda y ambiente, y así evaluar si es viable o no edificar sobre determinado predio.

Por eso, el POT será el tema más importante en Bogotá en el 2019, pues de este se deriva la ejecución de megaproyectos como el metro, las ciudadelas y las troncales de TransMilenio. Ante esto, diversos sectores han aportado a la discusión de cómo se debe organizar la capital en los próximos 12 años. Uno de ellos es la Sociedad de Mejoras y Ornato, entidad que se concentró en hacer sugerencias, especialmente, en el tema de vivienda y población. Esta organización ha sostenido por años que las proyecciones de habitantes para la capital están “infladas” y eso cambia los planes, ya que no es igual atender a 10 personas que a 20.

Los resultados del más reciente censo del DANE, de cierta forma, respaldan estas conclusiones, plasmadas en el libro La Bogotá que seremos, escrito por Ernesto Rojas y Álvaro Pachón. Según Rojas, el censo comprobó su creencia de que la ciudad no estaba creciendo tan aceleradamente como decía el reloj poblacional.

Y es que, según el Distrito, en este momento hay 8,1 millones de capitalinos, mientras el censo dice que realmente hay un millón menos: 7,1. Más allá de eso, para la Alcaldía seremos más de 11 millones en el 2050, mientras que la Sociedad de Mejoras proyecta que ni siquiera sobrepasaremos los 9 millones, lo que generaría un cambio en todos los planes.

Para empezar a desmenuzar el proyecto del nuevo POT, El Espectador publicará esta semana una serie de artículos, comenzando con la visión de Rojas y cuatro exsecretarios de Planeación de Bogotá, sobre los temas más importantes que se derivan de la diferencia en las cifras de habitantes. Ellos son René Verswyvel (1978 a 1982); Roberto Pombo (1974 a 1975); Alberto Villate (1995 a 1997), y Luis Fernando de Guzmán (1984 y 1986).

Ciudad-región

La integración con los municipios de la sabana y el occidente es un tema de vieja data, pero al ser Bogotá un Distrito Capital ha tenido líos para cumplir el propósito. Para Verswyvel, uno de los primeros en tocar el tema en la década del 80, no se puede esperar más: “Hay que planear ya un área metropolitana que integre de forma real a los municipios vecinos a través de un ente político o administrativo”. Si no se avanza en este aspecto, según Villate, igual se dará una integración, pero sin normas. “La ciudad está integrada de forma salvaje con los municipios aledaños y hay que sentarse a formar áreas con las que se puedan coordinar los desarrollos”. No obstante, esta labor podría ser más de la nación que del Distrito. Así lo considera De Guzmán, para quien “es fundamental integrarnos, pero la creación de una asociación de municipios es algo que supera el ámbito distrital y deben ser esfuerzos de la nación”.

Vivienda

La construcción de viviendas será el sector que requerirá mayor examen. El Distrito planea construir 860.000 viviendas, pero según Pombo, “hay que ser prudentes y esperar los resultados del censo antes de tomar una decisión sobre el área de expansión, pues dan una dimensión clara de la cantidad de viviendas que requerimos”. No obstante, lo contradicen sus colegas. Verswyvel cree que “las viviendas antes eran de cinco personas y ahora son de dos o una, y no se va a subdividir en tres para darle techo a esas personas, así que se siguen necesitando casas”. En esto coincide Villate, para quien “están aumentando las cifras de hogares unipersonales y están disminuyendo los de varios integrantes”. La cifra de unipersonales, según De Guzmán, se eleva al 40 %, “lo que hace pensar que se necesitan muchas viviendas, aunque no tantas como las que se están proyectando”.

¿Intervenir o no el borde norte?

Otro de los temas calientes es qué hacer: ¿construir o no en el extremo norte de la ciudad? En este sentido, los expertos tienen posiciones claras y opuestas. Por ejemplo, Villate dice que al haber menos habitantes de los proyectados, hay menos presión sobre la tierra. “Con las nuevas cifras que se tienen debe bajar la presión sobre la reserva Van der Hammen. Es más, así las cosas, no se requeriría tocarla”. Lo apoya en este sentido Rojas, quien cree que conviene más “completarla”, es decir, dotarla de árboles e integrarla como una reserva forestal, para que consolide su razón de ser, que es servir como conector entre los cerros y el río Bogotá. “Ya se comprobó que la reserva no es necesaria como vivienda, así que hay que configurarla como una reserva ecológica y no esperar a que sea producto de particulares. Se debe revisar esa propuesta y si en verdad se necesita ese espacio”.

En la otra orilla está De Guzmán, quien cree que no solo la reserva Van der Hammen debe ser intervenida, sino que es clave que se ejecute el plan contiguo en Torca. “Se tienen que consolidar proyectos de desarrollo zonal como Lagos de Torca. Además es fundamental que se replantee y se haga posible la reserva Van der Hammen, así sea cambiándole alguna de sus características”. En esto lo apoya Verswyvel, quien “agradece” no haber tenido que dar esa pelea, pues dice que “muchos creen que la Van der Hammen es un hito de Bogotá y no es así. Debe haber un equilibrio entre lo verde y lo desarrollado, y como se está proponiendo es viable. La reserva tiene cosas por preservar y en lo demás se debe construir”.

¿Densificar o expandir?

¿Hacer edificios más altos o continuar conquistando los límites de la ciudad? Sin duda es algo que también se desprende finalmente de cuántas personas hay en la ciudad. La propuesta de Villate es no expandirnos más hacia los extremos, y en cambio ejecutar las ciudadelas, “redensificar el centro con edificios de altura libre y hacer grandes edificios sobre los espacios por donde circula TransMilenio”. Rojas tampoco es partidario de la expansión por fuera de la actual costa urbana, pues dice que no se justifica, según las recientes cifras del DANE. “Creo que dentro de la ciudad hay espacios suficientes para albergar nuevos habitantes hasta el 2050, cuando tenderá a estabilizarse la población, porque no va a crecer más de 9 millones. Se habla de duplicar las viviendas, pero el censo dice que no”.

Verswyvel, por el contrario, cree que definitivamente debemos seguir expandiéndonos porque hacia arriba es poca la capacidad que queda. “El POT está bien intencionado a que la ciudad, más allá de la densidad que tiene y que se cumplió casi toda, requiere áreas de expansión para mantener la ciudad. No se puede desarrollar más hacia arriba, porque ya no da más”.
De Guzmán, aunque apoya la expansión, cree que el tema debe ir más allá. Por eso dice que “se necesita una política de tratamiento para el desarrollo de nuevas áreas urbanas para la expansión de la ciudad. No obstante, falta muchísimo en renovación y redesarrollo urbano, que es arreglar áreas deprimidas de la ciudad. También nos falta en temas de conservación de edificaciones y áreas de valor arquitectónico e histórico”.

Por Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar

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