A los 16 años, María de las Mercedes Rodríguez interrumpió su cuarto o quinto año de bachillerato —no está segura cuál de los dos— para empezar a trabajar. No se le ocurre qué habría estudiado si hubiese podido elegir una carrera y menos que a sus 71 años llegara a pisar una universidad para asistir a clases. “Un privilegio que, por más que quise, no pude darles ni siquiera a mis tres hijos”, dice en la Casa de la Sabiduría El Bosque, en Engativá.
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Esta es una de las 29 Casas de la Sabiduría que hay en Bogotá, infraestructuras de acceso gratuito y con servicios destinados a fortalecer la autonomía y el desarrollo de las personas mayores de 60 años, para que puedan tener un goce efectivo de sus derechos y una vejez digna. Uno de los derechos que busca garantizar es el de la educación superior, aunque muchos digan que a cierta edad es inverosímil.
Se trata de un proyecto piloto que lidera, desde 2024, la Secretaría de Integración Social en convenio con la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN). En esta oportunidad, tres universidades de la capital imparten cuatro diplomados: la Universidad Javeriana, el de Ecología y Agroecología Sostenible; la ECCI, el de Confección, Marroquinería y Bisutería, y la Universidad Jorge Tadeo Lozano, el de Arte y Gestión Cultural.
En los cuatro diplomados participaron 202 personas, de las cuales 183 fueron mujeres (90,6 %) y 19 hombres (9,4 %). Además, se impartió un curso de Alfabetización Digital, en el que se inscribieron 200 personas, con una distribución de 160 mujeres (80 %) y 40 hombres (20 %). Como queda en evidencia, ellas fueron las protagonistas del proyecto.
Envejecer en Bogotá
Mercedes hace parte del 1′200.000 adultos mayores de 60 años en Bogotá. Aunque los detalles son muchos, ella resume su vida de manera simple: “Trabajé y estudié, y me casé. Cuando me casé, ahí terminó todo. Nunca pude pensar en estudiar de noche o hacer otras cosas. El hogar la consume a una”, cuenta sentada en uno de los salones de la casa a la que asiste desde hace un año, en la búsqueda de mantenerse activa.
Yeripsa Benavides dice que “todos somos estudiantes perpetuos”. Ella es la directora de Educación Continuada de la Universidad ECCI, que produjo uno de estos diplomados inclusivos para adultos mayores, y analiza el contexto: “Todos vamos para allá, a la vejez. El 10 % de la población mundial tiene más de 65 años. En América Latina son cerca de 76 millones de personas adultas (una cantidad considerable) que todavía busca hacer algo con su vida. En Bogotá tenemos más de un millón. Muchos no están pensionados, hacen trabajos informales, a una edad en la que se pensaría que deberían tener labores más relajadas. Sin embargo, tienen algunas limitaciones”, señaló.
Según cifras recientes del DANE, en Colombia hay más de siete millones de adultos mayoires. Una población que en los próximos años tendrá mayor protagonismo, ya que, como indican las cifras, las tasas de natalidad en Colombia han disminuido significativamente en los últimos años, alcanzando un promedio de 1,8 hijos por mujer, cuando en décadas anteriores era de más de tres. Este fenómeno plantea la necesidad de blindar a los adultos mayores y brindarles un papel central en nuestra sociedad.
Por otro lado, de acuerdo con la investigación Misión Colombia Envejece, un porcentaje significativo de la población mayor en Colombia enfrenta grandes barreras para acceder a la educación formal. El 26,2 % de las personas mayores de 85 años no ha alcanzado ningún nivel educativo, lo que evidencia la necesidad de generar espacios de formación inclusivos.
Neidy Clavijo Ponce, profesora de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales y coordinadora académica del Diplomado Ecología y Agricultura Sostenible, recalca que, “erróneamente, se suele considerar que los adultos mayores están llegando a una etapa culmen de sus vidas, pero tienen todavía mucho que aportar a la sociedad. Los adultos mayores siguen teniendo sus planes de vida vigentes, además de su experiencia y su deseo de seguir aportando a la sociedad”.
Confección, Marroquinería y Bisutería
María Mercedes dice: “Toda la vida fui secretaria”. Trabajó en Coltelas durante 10 años; tuvo una miscelánea, de un metro por un metro, en la carrera 10 con calle 11, pero tuvo que trasladarla a su localidad, porque resultó muy costoso. “En esa época tocaba tocar puertas”. Pudo estudiar Mecanografía y eso le permitió trabajar de secretaria. Después de años de logros y altibajos, sacó a sus hijos adelante, pero la vejez llega, en ciertos casos, con mucho tiempo libre. Así es que, como ella, muchas personas llegan a las Casas de la Sabiduría, donde atendieron a casi 35.000 adultos mayores en los últimos cuatro años.
La Universidad ECCI se vinculó al programa en su misión de promover el envejecimiento activo y digno, siendo una de las universidades pioneras en educación inclusiva. De esta manera, la coordinación de Educación Continuada de la ECCI propuso el Diplomado Integral en Confección, Marroquinería y Bisutería. “Este es un eje pertinente en temas de emprendimiento y tendencias. Son actividades que pueden realizar en sus hogares, sin necesidad de tener grandes inversiones en infraestructura o materiales costosos”.
La Secretaría de Integración y ASCUN proporcionaron la logística de traslado, cuidado y supervisiones para los estudiantes. En este caso hubo 52 alumnos, entre ellos solo dos hombres. Aprendieron a arreglar ropa dañada, expandiendo así los conocimientos alrededor de la moda circular y a fabricar líneas de faldas, accesorios y cartucheras, entre otros elementos, que incluso les permiten contemplar la apertura de emprendimientos, como sucedió con este diplomado. “Muchas de nosotras pensamos en hacer microempresa con todo lo que aprendimos.Queremos exhibir lo que podemos hacer en ferias u otros espacios. A nivel personal, podemos fabricar utensilios y bolsos para nuestras familias”, dice Mercedes.
Ecología y Agricultura Sostenible
“Me levanto feliz a estudiar, como una niña de 15 años, en la Universidad Javeriana. Para mí eso es un gran orgullo. Míreme hoy en día”, dice Lesley Cecilia Muñoz, que cursa el Diplomado de Ecología y Agricultura Sostenible. Es otra mujer que nunca pensó sentarse en un pupitre de esta prestigiosa universidad. En este diplomado participan 50 adultos mayores, de los cuales 45 son mujeres. Están divididos en dos grupos: uno en la mañana y otro en la tarde. Finalizará el 27 de febrero, fecha después de la cual podrán ponerse el birrete y graduarse. La particularidad de estos diplomados es que están pensados para que tengan impacto individual y comunitario y contienen un gran componente práctico, que mantiene en actividad al adulto mayor. Una metodología que se puede resumir en “aprender haciendo”.
“Quienes se forman en este diplomado adquieren no solo conocimientos, sino capacidades y habilidades que les permiten establecer procesos comunitarios, familiares e individuales en torno a la producción limpia, diversa y sostenible de sus alimentos, a través de prácticas ligadas a la agroecología. Es decir, sin contaminantes ni químicos, pero, además, que sean culturalmente apropiables”, explica Neidy Clavijo. El curso incluye el cuidado de los cultivos y de su entorno, desde una visión de la casa común; es decir, la ecología integral. Además de las plantas alimentarias, entra el cuidado del suelo, la biodiversidad circundante y aprender sobre su uso. Las clases de corte académico y teórico se imparten en los salones de la universidad. “Si bien, la mayoría de ellos fueron criados en zona rural, han vivido gran parte de su vida en Bogotá. Muy pocos tienen práctica o experiencia en agricultura, y eso ha sido lo importante, porque todos han aprendido en el mismo nivel y otros han recordado lo que acontecía en su niñez y en sus familias, en la ruralidad colombiana”, explica la coordinadora.
Estos conocimientos los pueden aplicar en tres ámbitos: en sus hogares, elaborando huertas urbanas que pueden ser implementadas en un apartamento, en un balcón, en una terraza o patio. El segundo nivel es familiar, porque comparten sus conocimientos a cercanos, con acceso a fincas o tierra. El tercer nivel impacta el espacio comunitario de las Casas de Sabiduría, de dónde vienen los participantes. “La motivación en este punto es muy alta. Algunos hablan de retornar a las fincas familiares, de donde salieron hace muchos años”.
En el componente ecológico, “como adultos mayores, valoran mucho las conexiones del agua y la alimentación con su salud. El cuidado de plantas surte efectos terapéuticos en bienestar y salud. Y se sienten muy útiles en la contribución al medio ambiente y de trazar un proyecto de vida”.
Este año llega a su fin la Política Pública de Envejecimiento y Vejez, establecida por el Decreto 345 de 2010 de la Alcaldía Mayor de Bogotá, que durante los últimos 15 años ha sido el principal marco de protección y bienestar para los adultos mayores. Y ante una reestructuración de la política, que le corresponde a la administración, el programa de la Secretaría de Integración Social y su Subdirección para la Vejez son un punto de partida. Esto, reforzado por el incremento en la longevidad de los bogotanos, lleva a que sea necesario construir un marco institucional que brinde oportunidades a una población que aún tiene mucho que entregar y mucha sabiduría que aplicar en una sociedad, que por años excluyó a mujeres como María Mercedes, quien no pudo evitar llorar cuando, frente a un gran auditorio, recibió su primer diploma universitario.
“Nosotras debemos y podemos aprender. Nunca es tarde, así sea para uno. Cuando uno se gradúa a esta edad se siente un orgullo indescriptible. No debemos rendirnos. Hay muchas cosas que explotar. Tenemos que insistir y poner nuestro empeño”, cerró Mercedes.
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