La ironía de Bogotá por estos días reside en que sus calles luzcan como ríos con caudales exorbitantes, mientras que, por otro lado, los grifos de una centena de barrios no arrojen ni una sola gota de agua durante 24 horas. Pero allende las discusiones sobre la seguridad hídrica de Bogotá, lo cierto es que la ciudad más importante del país se está acostumbrando a ver sus aceras y avenidas, convertidas en arroyos, con cada aguacero que cae.
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El fenómeno, en todo caso, no reviste novedad, si tenemos en cuenta los antecedentes de inundaciones en la ciudad. Sin embargo, el meollo del asunto radica en que, sin importar los gobiernos distritales que han pasado en los últimos años y de los diferentes planes de acción y mitigación, las inundaciones continúen a la orden de cada temporada de invernal.
Bajo esta misma línea, para este último periodo la ciudad contó con una ventaja particular. Debido a la extensión inesperada de la sequía que se presentó el año pasado, los organismos de mitigación del riesgo, como el IDIGER, y la Secretaría de Ambiente, tuvieron unos meses adicionales para preparar a la ciudad. Y de hecho, conforme a la información compartida por el Distrito, lo hicieron.
En agosto del año pasado, también junto a otras entidades como la UAESP y el Acueducto, la secretaria de Ambiente, Adriana Soto, anunció que el nuevo enfoque para este problema consistiría en controlar la disposición inadecuada de residuos ordinarios y escombros; el acopio de material reciclado; las ocupaciones ilegales, entre otros.
Lo anterior, debido a que históricamente, la mala disposición de residuos, tanto en las calles como en las canales (importante bastión fluvial de la ciudad), han producido tapones con los cuales se erosiona su capacidad de filtrar el agua. Entonces, cuando llueve por varias horas, como en las últimas semanas, el agua se acumula y, al encontrar las vías de escape trancadas por los residuos, se estanca y genera las inundaciones.
Asimismo, las Empresas de Acueducto, Alcantarillado y Aguas de Bogotá se unieron para el mantenimiento y limpieza de todo el Sistema Pluvial de la ciudad, atendiendo 95 canales, 88 quebradas y ríos, más otras 71 estructuras. Además, la atención también va dirigida a más de 162.000 sumideros que unen con todo el sistema.
“Durante un año se logra un alto porcentaje de limpieza y entre las actividades que realizan para tener esos resultados son: limpiezas mecánicas y manuales de sumideros, desarenadores, el retiro de residuos sólidos y la poda de laudes y zonas verdes. Lo anterior, para garantizar el flujo de agua y evitar así las inundaciones por taponamiento”, resaltó Aguas de Bogotá.
Por año, indicaron, se logra la limpieza de 563.700 metros de canales, ríos y quebradas de la ciudad. Adicionalmente, la extracción de 111.700 metros cúbicos de residuos de 67.900 sumideros. La atención de estos cuerpos de agua se hace en cinco zonas de intervención: Torca, Salitre, Tunjuelo, Tintal y Fucha.
Para hacer estas operaciones, cuentan con 350 gestores ambientales, que atienden el sistema de lunes a sábado, de manera simultánea en los diferentes puntos de la ciudad. De este proyecto también hace parte la Unidad Especial de Servicios Públicos (UAESP), la cual es clave para la ejecución de las labores, así como Aguas Bogotá, que es la encargada de atender los puntos de arrojo de residuos de construcción, demolición y voluminosos, para prevenir que los elementos lleguen al agua y produzcan los taponamientos.
“Se han recolectado, desde septiembre de 2024, 10.730 toneladas de residuos en los diferentes puntos de recolección, así mismo, la obtención de 7.217 llantas fuera de uso. Además, se han atendido 74 casos de emergencias por árboles caídos”, detalló la entidad.
Puntos más vulnerables
Para los principales ríos de la ciudad, el Idiger, ha identificado puntos críticos de posible afectación por inundación por desbordamiento frente al aumento de lluvias:
- Río Fucha con 25 puntos críticos (295.276 personas que podrían ser afectadas).
- Río Tunjuelo con 22 puntos críticos (225.123 personas que podrían ser afectadas)
- Río Bogotá con 16 puntos críticos (115.000 personas que podrían ser afectadas).
En este sentido, las localidades con mayores riesgos asociados son:
Caída de árboles
Usaquén, Chapinero, Engativá, Suba.
Avenidas torrenciales
Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar y Sumapaz
Movimientos en masa (derrumbes)
Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar y Sumapaz
Inundaciones
Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá y Suba.
Encharcamientos
Barrios Unidos, Teusaquillo, Los Mártires, Antonio Nariño, Puente Aranda.
Desbordamiento de ríos o quebradas
Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar, Sumapaz, Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá y Suba.
Aunque se tomen las medidas del caso, sean insuficientes o no, nada resultará efectivo sin la oportuna colaboración de la ciudadanía. La cultura de la basura, para bien o para mal, ha ido cuesta abajo en los últimos años y tiene una gran responsabilidad en el declive paisajístico de la ciudad. Un componente de responsabilidad individual, respecto al tratamiento de los residuos, resulta de imperativa inclusión en el futuro esquema de basuras. De lo contrario, la exigencia de resultados a las autoridades en esta materia, resultará una mera letanía de incoherencia.
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