
Rodrigo Sánchez es uno de los pintores callejeros más prolijos de la carrera Séptima.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
Rodrigo Sánchez piensa que hay que ser muy terco y cegado por una gracia difícil de entender para vivir la vida de calle en calle, pintando y vendiendo arte. Ahora, hacer eso en Bogotá durante 20 años es otra proeza, teniendo en cuenta todas las inclemencias de una capital como esta: bipolar en su clima y a veces incomprensiva con sus habitantes más vulnerables. Eso dice Sánchez, como firma sus obras, mientras sostiene sus gafas de hombre de 59 años y posiciona su caballete y pinturas en la esquina de la calle 12 con séptima.
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Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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