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Bogotá aún no es una ciudad pensada para la gente y eso debe mejorar

Erick Wieërs, arquitecto jefe de Flandes (Bélgica), visitó Bogotá para conocer la experiencia capitalina en el ordenamiento territorial y la gestión arquitectónica. Habló sobre sus impresiones y su visión de la ciudad.

Miguel Ángel Vivas Tróchez

09 de junio de 2025 - 01:43 p. m.
Erick Wieërs durante el foro “El rol del arquitecto en la ciudad”.
Foto: Renobo
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Erick Wieërs (62 años) es el arquitecto jefe del Gobierno Provincial de Flandes (Bélgica), rol que se encarga de la gestión arquitectónica de la ciudad y de mediar entre los actores privados y el sector público, para lograr un desarrollo urbanístico de calidad y uniforme, con la identidad del territorio.

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Si bien las condiciones de una ciudad europea distan de una capital en expansión como Bogotá, donde las obras se retrasan, quedan inconclusas o son objeto de corrupción, su experiencia brinda luces del camino que se podría seguir para mejorar el desarrollo urbano y enfrentar los desafíos por venir.

¿Cuál es el rol de esa figura de arquitecto jefe en una ciudad?

Diría que, en principio, es una responsabilidad y un privilegio, al tener la oportunidad de plasmar su visión en la composición de la ciudad. Para ello, debe revisar la calidad de las obras y, a la par, fungir como nodo de cooperación y diálogo entre el sector privado y el público, para obtener lo mejor de cada uno.

¿Cómo lograr un equilibrio?

Es importante estar en la mitad de la administración y los privados, ser un intermediario. Cuando el arquitecto es, en su totalidad, un elemento del gobierno, la dinámica no funciona tan bien, ya que hace más rígida la burocracia. Pero tampoco se debe estar del lado de los inversionistas, pues se privilegiaría el lucro a la cultura arquitectónica y a la calidad de las obras.

¿Es igual en todas las ciudades con esta figura?

Las funciones de un arquitecto jefe pueden variar según la ciudad y las instancias, pero en esencia es un articulador. Para el caso de Flandes, por ejemplo, la opinión del jefe de Gobierno es requisito legal para avanzar en proyectos de espacio público. Pero esto difiere en otras ciudades. Eso sí, intentamos transformar el espacio y hacerlo mejor para vivir.

¿Cómo articular ambos intereses?

Es clave tener una regla inamovible, un paradigma, y es la calidad de la arquitectura y las edificaciones. Nuestro rol es definir las herramientas para dinamizar la inversión y el balance arquitectónico. Lo relevante es siempre tener la pregunta adecuada: ¿qué es lo que se quiere hacer?, ¿cuál es el presupuesto? A veces no se tiene una visión aterrizada de los proyectos, y por eso la administración debe rodearse de arquitectos, ingenieros y expertos, para aprovechar mejor los recursos. Pero la obtención de recursos también es importante, por eso la sinergia con los privados es clave.

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¿En qué se puede ver reflejado todo ese trabajo?

Flandes ha logrado mejorar y potenciar esta sinergia de la mano del arquitecto de la ciudad. Ha eliminado el tráfico de influencias y ponderado el debate técnico y cultural, para dar cabida a más oficinas de arquitectos y, por consiguiente, una visión más plural de la ciudad. Cuantos más actores, más competencia y, por ende, mayor calidad.

¿Cómo conciliar el afán del lucro con la calidad de la arquitectura?

La calidad debe ir acompañada del valor cultural. Además, debe tener en cuenta la relación del edificio con la identidad de la ciudad. Acá, la calidad no es excluyente de la rentabilidad. Lo importante es tener un paradigma, contar con la participación de la comunidad y hacer seguimiento oportuno a los proyectos.

¿Cuál es su primera impresión sobre Bogotá?

Por lo que he recorrido, tiene grandes retos de vivienda y movilidad. También, con poco espacio público, lo cual es un problema, pues indica que aún no es una ciudad pensada para la gente. Sería clave mejorar esto.

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¿Bogotá debería densificarse más?

Hay mucho potencial en el espacio existente, pero debe ser mejor aprovechado. Veo muchos edificios, que podrían dar nuevas soluciones de vivienda, y bastantes hectáreas con capacidad de revitalizarse.

¿Entonces ve bien crecer en altura?

Es clave resaltar que densificar no es necesariamente crecer hacia las alturas. Pienso que los edificios altos desnaturalizan la ciudad, hacen más lejana la interacción entre las personas. Pero el aprovechamiento del espacio es, sin duda, un primer paso para mejorar la habitabilidad. Esto, además, permitiría abaratar el costo de la vivienda. Pero, en resumen, extender más el radio de la ciudad, al menos en este caso, no suena una buena idea.

¿Cómo lograr una densificación sin prescindir de las zonas verdes?

En efecto, cuando se densifica, hay desafíos importantes para proveer espacio público y zonas verdes. Para este caso se podría apuntar a las zonas industriales, en donde hay buen espacio, pero implicaría demoler, reacomodar algunas piezas y, en general, un proceso que puede tomar tiempo. Ahí está la solución.

¿Y esa densificación debería ser integral con transporte público?

Por supuesto, así como el acercar a los barrios la mayoría de servicios (hospitales, colegios, etc.) y el entretenimiento. La ciudad de los 30 minutos es tendencia mundial, con buenos resultados. Luego, para los largos desplazamientos, es clave apostar por el transporte público y la bicicleta, con más vías destinadas para su uso. El transporte individual debe ser minoritario en una ciudad amplia como Bogotá, que aspira a ser eficiente en cuanto a tiempos de desplazamiento.

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¿Cómo conciliar la ciudad con los cambios tras estos procesos?

Pienso que la herencia siempre está en constante construcción. Las obras de hoy serán la tradición del mañana y la arquitectura de hoy será lo que en el futuro sea lo tradicional. Siempre se debe estar abierto a los cambios, y el valor arquitectónico es clave en todo este proceso; es decir, garantizar la calidad de las edificaciones para que sean la herencia y la tradición del futuro.

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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez

Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com
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