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¿Bogotá es una ciudad accesible para personas con discapacidad?

Parar un bus del SITP, o caminar en un andén con cicloruta, puede ser una labor compleja para una persona con discapacidad visual. Sin embargo, la capital ha consolidado mejoras para ser más accesible.

Redacción Bogotá
19 de febrero de 2021 - 10:52 p. m.
Rampas en las silla de ruedas y mecanismos que facilitan el acceso a buses de transporte masivo son parte de las mejoras en las que ha avanzado la ciudad.
Rampas en las silla de ruedas y mecanismos que facilitan el acceso a buses de transporte masivo son parte de las mejoras en las que ha avanzado la ciudad.

Son diversos los avances que se han hecho desde múltiples disciplinas para que el mundo sea más accesible a personas con discapacidad. Desde la tecnología, por ejemplo, hay aplicaciones que le permiten a quienes tienen limitaciones auditivas leer en tiempo real las palabras que otros le dicen, o que una persona sin manos pueda escribir por medio de dictado de voz, o que un ciego pueda “ver” el mundo a su alrededor mediante la cámara de su celular y la descripción que le da el dispositivo.

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El urbanismo no ha sido la excepción, pues en ciudades como Bogotá, que agrupa a más de 245.200 personas con discapacidad, es importante tener en cuenta su participación al momento de hacer cosas tan comunes como construir un andén. La mayor parte de esta población (39.399) se caracterizan por tener 80 años o más, siendo las limitaciones para caminar, pensar, ver y comunicarse parte de las más comunes. Saber que varias de estas pueden ser causadas por la edad, o por un accidente, invita a la reflexión de que nadie está exento de tener alguna discapacidad, y que es un error pensar en “ellos”, cuando podríamos estar hablando de “nosotros”.

Para analizar qué tan accesible es Bogotá para personas con discapacidad, hablamos con el director del Instituto Nacional Para Ciegos (INCI), Carlos Parra Dussan quien, destacó varias bondades que tiene la capital en esta materia, así como las cosas que todavía le queda por mejorar.

Para él, uno de los grandes avances que ha hecho la ciudad ha sido la inclusión de senderos podotáctiles. Si no sabe qué son, no es el único. De hecho, el INCI hizo una encuesta para medir el nivel de conocimiento de la ciudadanía sobre estos elementos, y se topó con respuestas como que son baldosas antideslizantes, o con protuberancias para masajear los pies. Lo cierto es que son un sistema de señalización para personas con discapacidad visual, el cual puede advertirles sobre peligros o guiarlos en el camino.

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Antes, recuerda Parra, les tocaba irse casi que pegados a la pared, exponiéndose al riesgo de tropezarse con los anuncios, como el del menú del día de un restaurante. Intentar irse por el medio de la calle tampoco era la mejor opción, pues era incierto qué tan lejos estaban de la orilla, o podrían lastimarse con esas antiguas cabinas telefónicas que tenían una especie de casco plástico que sobresalía.

Pero a la ciudad le falta terreno por avanzar, pues en muchos andenes con ciclorutas, no hay una señalización clara que les permita mantenerse a un lado del camino, exponiéndose así a que un ciclista los embista. Son detalles, pues desde la planeación se tiene en cuenta cómo hacer de un andén lo más accesible posible, también para personas que tienen que movilizarse en silla de ruedas, o que pasean a niños en sus coches.

En entrevista con El Espectador, el director del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Diego Sánchez, aseguró que todos los planes de renovación y ampliación urbana tienen en cuenta estos aspectos, entre los cuales están las rampas. Sin embargo, queda la pregunta de cómo podrían intervenir aquellos andenes que llevan años sin cambiar, y que suponen un reto para personas con discapacidad.

El sistema de transporte masivo es otro reto que se suma. Aunque se han consolidado avances, como los ascensores en los buses para quienes van en silla de ruedas, las paradas del SITP escritas en braille, o los avisos sonoros en algunos semáforos de la ciudad, sigue siendo un reto para algunos movilizarse. Por ejemplo ¿se ha preguntado cómo hace una persona con discapacidad visual para parar un bus del SITP en la calle, aún cuando muchos ni siquiera son capaces de leer el letrero a la distancia?

En muchos casos les toca pedir ayuda a otros, o hasta ingeniarse un cartel que pueda leer el conductor del bus. Parra asegura que todo chofer que vea a una persona con bastón en una de estas paradas, debería detenerse y preguntar a la persona para dónde va. A no ser que se inventen una tecnología que solucione este problema.

Desde su punto de vista, también considera que no debería haber sillas rojas y azules, sino que todas deberían estar disponibles para personas con discapacidad, mujeres embarazadas (o con niños pequeños) y adultos mayores. En suma, no todo es infraestructura ni herramientas tecnológicas, también se necesita de civismo para hacer que una ciudad sea verdaderamente accesible.

Redacción Bogotá

Por Redacción Bogotá

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