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Bogotá, la ciudad de todos los colombianos

Las oportunidades laborales y de educación encabezan la lista de razones por las que más personas se deciden a vivir en Bogotá.

Germán Gómez Polo

05 de agosto de 2015 - 11:02 p. m.
Los municipios del borde occidental y noroccidental de Bogotá también presentan una recepción alta de inmigrantes. / Archivo El Espectador
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La historia de Bogotá, como la de muchas otras ciudades latinoamericanas, deja en evidencia una tradición migrante, motivada por diversos factores que van desde los procesos institucionales en épocas de la Colonia hasta las movilizaciones espontáneas de personas que buscan mejores oportunidades.

Uno de los grandes hitos migratorios hacia la capital del país se dio desde 1860 hasta comienzos del siglo XX, cuando muchos llegaron desde Santander, Boyacá y los municipios de Cundinamarca, un hecho que coincide con la Guerra de los Mil Días y el comienzo de un proceso de expansión y urbanización tan poderoso que hizo que Bogotá pasara de los cien mil habitantes a los siete millones en un siglo, aproximadamente.

¿Qué ha permitido este vertiginoso crecimiento poblacional en Bogotá? Fabio Zambrano, historiado y profesor del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, señala que el ser un territorio diverso en agricultura, con una gran oferta de alimentos y tierra para urbanizar, fue una de las razones que la convirtieron en una ciudad atractiva para la migración. “Esta oferta de tierras se empieza a agotar a mediados del siglo XX y se resuelve con la adhesión de Usaquén, Suba, Engativá, Fontibón, Bosa y Usme”, explica.

Hoy, los orígenes migratorios son variados y el patrón ha cambiado considerablemente. Los resultados de la reciente encuesta multipropósito 2014, realizada por la Secretaría de Planeación del Distrito, en convenio con el DANE, señalan que los inmigrantes representan el 32% de la población total, de los que un 8% proviene de municipios vecinos, un 88% de otros municipios del país y un 4% del extranjero. Asimismo, las ciudades principales de origen de los migrantes nacionales son Barranquilla, Ibagué, Cali, Medellín, Cartagena, Bucaramanga, Villavicencio y Montería.

¿Y por qué vienen? La misma encuesta arroja que la principal razón que encuentran estas personas para vivir en Bogotá son las oportunidades de trabajo o negocio. A esta le siguen las oportunidades de educación, motivos de salud, matrimonio y conformación de un hogar y amenazas o riesgos para la integridad o la vida, u ocasionados por el conflicto armado o la delincuencia común.

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Para Gerardo Ardila, secretario de Planeación de Bogotá, el carácter de centro de poder que tiene la capital es también una de las razones que motivan la migración, ya que más personas vienen por la oferta de servicios, especialmente, los de gobierno. “Tenemos un crecimiento anual de unas 150 mil personas, que ha tenido una leve disminución. Es decir, en diez años crecemos duplicando la población de una ciudad como Bucaramanga”, indica.

No obstante, Ardila considera que este crecimiento es la paradoja de las ciudades exitosas, y explica que si, por ejemplo, una urbe tiene una política efectiva contra la pobreza, va a atraer más personas que requieran de más oportunidades. Esto, sin dejar de lado los riesgos de la superpoblación, por lo que sugiere que es necesaria una política nacional de poblamiento distinta, que promueva el desarrollo de ciudades intermedias para quitar la presión a las ciudades que más concentran habitantes.

“Hay un momento en el que tanto crecimiento es negativo. Un territorio tiene una capacidad de sostenibilidad que tiene un límite y Bogotá ya está en ese límite hace rato”, concluye.

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De lo que no hay duda es de el aporte de la migración, tanto la llegada de ajenos a la región como la salida y regreso de ciudadanos, en la creación de una cultura cosmopolita. Zambrano sostiene que toda migración es positiva y que sin ella no hay crecimiento de una cultura urbana abierta.

En todo caso, Bogotá sigue siendo una ciudad por la que apuestan los colombianos, pero que necesita políticas concretas para que esta movilización masiva no termine por afectar los ecosistemas, como base fundamental de la sostenibilidad de los territorios. 

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ggomezp@elespectador.com

Por Germán Gómez Polo

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