Al igual que ciudades como Shanghái, Ekaterimburgo, Liverpool, Lúxor y Alejandría —antiguas sedes del evento—, Bogotá fue seleccionada para la próxima sede del Día Mundial de las Ciudades. La cita reunirá a alcaldes, funcionarios de organizaciones internacionales y académicos para hablar sobre las experiencias de la urbe colombiana en innovación, tecnología, gobernanza y hábitat.
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Hablamos del tema con Elkin Velásquez, director regional de ONU-Hábitat para México, Latinoamérica y el Caribe, quien coordina programas orientados a implementar la Nueva Agenda Urbana y promover alianzas con el fin de incrementar las posibilidades de financiación para la construcción de bienes públicos regionales que impulsen el desarrollo urbano sostenible. Para él, es mucho lo que la capital puede ganar como anfitriona de este evento.
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¿Por qué eligieron a Bogotá como sede de este evento tan importante?
Fue seleccionada como sede del Día Mundial de las Ciudades por haber presentado una propuesta integral, bien articulada, que aborda tanto problemas como oportunidades urbanas. Bogotá también se destacó por abordar temas críticos como vivienda, medioambiente, movilidad y gestión del agua, con un enfoque inteligente para las personas; es decir, tecnología aplicada para resolver problemas reales.
¿Bogotá se puede considerar una ciudad inteligente?
Bogotá es una ciudad sofisticada. Desde una perspectiva internacional, es evidente que aquí se toman decisiones basadas en datos y hay avances notables como la creación de la Agencia de Analítica de Datos. Además, se trabaja en innovación aplicada, como el uso de ciencias del comportamiento, para mejorar el impacto de las políticas públicas. Esta ciudad tiene la robustez institucional para seguir consolidándose como una ciudad inteligente.
¿Es una ciudad para la gente?
La perspectiva de ONU-Hábitat es clara: lo importante no es solo la tecnología, sino cómo se usa para resolver los problemas concretos de los ciudadanos. Se parte de necesidades como la movilidad, la vivienda, el agua y el manejo de residuos. El evento está pensado para que estos temas dialoguen con la tecnología, pero también teniendo en cuenta a las personas. En eso, Bogotá tiene avances importantes.
¿La renovación urbana es una oportunidad para hacer una ciudad inteligente?
Hay dinámicas que requieren que la renovación urbana deba dotarse de nuevos usos del suelo. Lo cierto es que esta figura permite desarrollar dinámicas de proximidad, para hacer más habitable la ciudad; llevar los servicios de educación, salud y movilidad hacia las personas, y generar nuevas oportunidades de vivienda en zonas céntricas para personas con bajas rentas.
¿Cómo reducir el miedo a la gentrificación que conlleva la renovación urbana?
La gentrificación es evitable con buenas políticas públicas. Debemos garantizar el derecho a la ciudad, que significa acceso equitativo a servicios, vivienda, salud y cultura. La renovación debe beneficiar tanto a quienes habitan los barrios como a quienes llegan. En Chile, por ejemplo, se exige a los desarrolladores que reserven un porcentaje de vivienda para familias de bajos ingresos. El proceso es bueno, pero deben revisar que el objetivo sea el acceso a estos servicios y que se quede la población de esos lugares.
¿Qué políticas pueden prevenir la gentrificación impulsada por el turismo?
Se necesita observación permanente, conversación con las comunidades y aprendizaje de otras ciudades como Barcelona, Berlín o Ciudad de México. La regulación puede incluir límites al alquiler turístico y fomento del alquiler residencial de largo plazo. Es clave evitar un impacto inflacionario que expulse a los residentes tradicionales.
¿Cómo equilibrar el tamaño de las viviendas, la tendencia demográficas y la necesidad de una vida digna?
ONU-Hábitat promueve el concepto de vivienda adecuada, sustentado en derechos humanos. No se trata solo del tamaño, sino de la organización y funcionalidad. Es importante que sean asequibles, bien localizadas, sostenibles, culturalmente adaptadas y construidas con materiales apropiados. Asimismo, es clave que la vivienda llegue con servicios básicos. Hay casos documentados en Latinoamérica en donde la vivienda llega, pero sin servicios, y eso no puede ser.
¿La ciudad debe crecer en altura para responder a estos retos de vivienda?
La clave no es la altura, sino la intensificación del uso del suelo de manera planificada. Las ciudades deben ser compactas, conectadas e incluyentes. Densificar cerca de nodos de transporte como las estaciones del metro es eficiente. Pero esto debe ir acompañado de revisión de la capacidad de carga del entorno en materia de servicios públicos y una buena planeación urbana. Es decir, construir en alturas en donde sea posible y en donde no, contemplar alternativas.
Bogotá quiere reutilizar edificaciones en zonas céntricas, ¿es buena idea?
Sí, y la Empresa de Renovación Urbana de Bogotá tiene algunas perspectivas interesantes en este campo. Hay experiencias en Brasil, en donde, por la pandemia, edificios enteros de oficinas quedaron vacíos, precisamente por los cambios en las dinámicas laborales. Ahora estamos viendo cómo los aprovechan para dar soluciones de vivienda.
¿Bogotá puede atraer inversión para proyectos urbanos?
Totalmente. Este evento será un espacio para que la ciudad exponga sus proyectos a actores multilaterales y de cooperación. Ya hay conversaciones con el Departamento Nacional de Planeación para atraer inversión, incluso privada, mediante esquemas como APP en vivienda y renovación. Esto es algo que no se hace, pero tiene un gran potencial. La inversión en vivienda tiene efectos positivos en salud, seguridad, convivencia y reducción de pobreza multidimensional.
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