En una jornada de limpieza en el humedal Jaboque, en Engativá, los empleados hallaron el 10 de noviembre una cama que alguien dejó allí, como si se tratara de un vertedero de basura cualquiera. La imagen ejemplifica los alcances que la mala costumbre de algunos bogotanos de no botar los residuos donde corresponde. Muebles, electrodomésticos, ropa, escombros, entre otros, son algunos de los desechos que se sacan de alcantarillas, sumideros, humedales y ríos de la capital.
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La paradoja es que, a la vez que se sacan toneladas de basura otras llegan, debido a la idea generalizada de que la basura puede dejarse en cualquier lugar. Y si a eso se le suma la poca frecuencia de las limpiezas periódicas y que solo se reacciona ante una emergencia, las consecuencias de las intensas lluvias se maximizan, como ocurrió el 6 de noviembre en la autopista Norte. Los aguaceros de las últimas semanas evidencian que el alcantarillado de Bogotá se quedó corto.
¿Qué son los sumideros? A grandes rasgos, son las estructuras que se encargan de drenar las aguas lluvias para evitar inundaciones. Muchos están también pensados para alimentar ecosistemas, como humedales, pues se supone que el agua no tendría que llegar contaminada. Pero la realidad es otra: la falta de cultura ciudadana ha llevado a que pozos, tuberías y canales se taponen, configurando un complejo lío ambiental que requiere la acción de las autoridades, por eso el compromiso de los capitalinos y la apropiación del territorio son claves para poderlo superar.
Este año, hasta octubre, según el Acueducto, habían retirado 93.690 toneladas de basura del sistema de alcantarillado de Bogotá, cifra que confirma cómo de una acción que parece inocua -como tirar un papel en la calle- lleva a estas alarmantes cifras. En Bogotá hay más de 180.000 sumideros que los limpian, en promedio, tres veces al año. Para ello el Distrito tiene 35 máquinas de presión/succión y 400 personas de las cuadrillas de limpieza.
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Las atenciones
La emergencia en la Autonorte no solo evidenció la capacidad de respuesta de las entidades, sino que, al menos en esa zona, las limpiezas no fueron suficientes. “Como lo advertimos en la sequía, el Distrito debía prepararse para los tiempos de lluvias con la limpieza y el mantenimiento de las redes de alcantarillado. ¿Esto se hizo?, parece que no”, dijo la concejal Heidy Sánchez.
Otro de los críticos fue el excandidato a la alcaldía Rodrigo Lara, quien señaló que a las entidades “se les “olvidó” limpiar el humedal, y la autopista se inundó”. Y en efecto, así parece, pues una vez pasaron las inundaciones la Secretaría de Ambiente ordenó limpiar la zona aledaña a los humedales Torca y Guaymaral, para remover el material que impedía el flujo de agua. De allí sacaron 2.500 metros cúbicos de lodo y residuos.
Según la encuesta que realizó Greenpeace en 2023, sobre la percepción del manejo de basuras en la ciudad, hay tres efectos de una mala gestión de residuos: deterioro ambiental, acumulación de basuras y afectaciones a la salud. Y agrega que uno de los problemas es no separar los residuos en los hogares, pues además de dificultar la labor de reciclaje, el 84 % de lo que no se logra aprovechar “termina en rellenos, ríos, humedales y otros ecosistemas”. En ese sentido, la recolección de residuos, que realizan Aguas de Bogotá y la Uaesp, si bien es constante, no alcanza ante la cantidad de sedimentos naturales y basuras que taponan las tuberías.
Cultura ciudadana
Para incentivar la cultura ciudadana, tanto las entidades como la sociedad civil han liderado estrategias pensadas en desarrollar una comunión entre el territorio y quienes lo habitan, con el mensaje de que atentar contra la naturaleza es atentar contra nosotros mismos. Un ejemplo es la labor del colegio José Félix Restrepo, en San Cristóbal. Allí, desde hace más de 10 años, estudiantes y docentes velan por la salud de la cuenca del río Fucha.
Ellos realizan jornadas pedagógicas, en las que involucran a los vecinos, para que se apropien de la riqueza ambiental de la zona. “La idea surgió de la cotidianidad de estudiantes y profesores, quienes veían cómo las caminatas por la ronda del río terminaban siendo focos de generación de residuos”, dijo Jimmy Giraldo, rector del colegio.
Desde el Acueducto, Aguas Bogotá y la Uaesp, las campañas tienen que ver con la correcta separación de residuos y el incentivo del reciclaje. Por ejemplo, en las zonas de restaurantes se realizan campañas para depositar adecuadamente los aceites y las grasas, para que no terminen en el alcantarillado. La campaña “Que el amor no contamine”, por su parte, busca sensibilizar a la ciudadanía sobre la correcta disposición de preservativos, que generalmente son arrojados al sanitario y provocan taponamientos en las alcantarillas. En suma, las campañas buscan lo básico: que las basuras se dispongan como debe ser.
Sin embargo, la tozudez es lo más complejo de cambiar. Ejemplo de esto es lo que sucedió el jueves en los alrededores de la plaza de mercado del 7 de Agosto. Allí, durante la mañana, se realizó una jornada de limpieza de sumideros, que incluso fue acompañada por el alcalde Carlos Fernando Galán. Una hora después de que se fuera la cuadrilla de limpieza, vecinos del sector grabaron a un sujeto vertiendo varios galones, de lo que parece ser aceite, en uno de los vertederos que acababan de limpiar.
“Ningún mantenimiento será suficiente si no tomamos conciencia”, señaló el alcalde en su cuenta de X tras conocer la situación. Y así pasa en puntos como el canal de la Av. Boyacá, la NQS, el Eje Ambiental o los humedales, por citar algunos puntos de acumulación de basuras.
En suma, cuando una conducta que parece pequeña, como arrojar basura en la calle, la tienen millones de personas, el resultado es lo que estamos viendo, con el agravante de que las lluvias se prevén cada vez más fuertes y, como muestra la experiencia, los cambios individuales y cotidianos no se ven.
Los puntos críticos de basura no disminuyen
La semana pasada se realizó un debate de control político sobre la situación de basuras en la ciudad. Durante la discusión quedó en evidencia que el lío, además de ser un evidente problema de cultura ciudadana, pasa por la inacción de las entidades. Según el concejal Daniel Briceño, “Bogotá pasó de 635 a 666 puntos críticos, siendo Engativá (177) y Kennedy (71) las localidades con el peor panorama”.
Consuelo Ordóñez, gerente de la Uaesp, desmintió al concejal y aseguró que recibió la ciudad con casi 700 puntos críticos, de los cuales “hoy hay 667″. Sea como sea, las cifras dan cuenta de una gestión inadecuada que espera mejorar con el nuevo modelo de recolección de basuras que se discute en el Concejo.
Si usted tiene llantas, electrodomésticos, muebles viejos o cualquier otro elemento que no sea recogido por los servicios de recolección de basura normales puede comunicarse con la línea 110 para solicitar la recolección de residuos especiales.
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