El miedo y la incertidumbre que sienten las mujeres cada vez que salen de sus casas, ante un posible acoso sexual, es real. No poder gritar y denunciar se ha vuelto una amenaza que llama a tomar medidas. Las cifras de violencia contra las mujeres refuerzan esa necesidad: en los primeros tres meses del 2025 se atendieron 30 casos de acoso y 287 atenciones de violencia contra la mujer en el transporte público. En contraste, según la encuesta de Movilidad 2023, casi 420.000 mujeres dijeron haber sido víctimas de acoso en el transporte público.
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Las autoridades han sido conscientes de eso, y cada año ponen a prueba una nueva estrategia para alejar el peligro. La que hoy está en marcha es la prueba piloto del botón de pánico, iniciativa de Transmilenio (TM) y la Secretaría de la Mujer, que apunta a poner a la mano una herramienta para que las víctimas puedan pedir auxilio. Lamentablemente, en un mes de prueba, los resultados no han sido los esperados.
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La iniciativa no es producto de la improvisación. Se trata de un proyecto en el que llevaban trabajando un año y cuenta con la tecnología para afrontar el reto. Así lo explica Natalia Tinjacá, directora técnica de Seguridad de Transmilenio, quien agrega que es una estrategia que incluye monitoreo de cámaras, telecomunicación con el centro de control de Transmilenio, reacción territorial y acompañamiento de la Policía. “Es clave tener capacitados a los equipos, para reaccionar y ser empáticos ante los casos de violencia. Nos tomamos muy en serio esta necesidad de las mujeres”, añadió Tinjacá.
¿Dónde está y cómo funciona?
Por el momento, el botón piloto está en la estación Universidades y por una razón: “Las mujeres somos más acosadas cuando somos jóvenes, entre los 15 y 25 años. Las niñas, adolescentes y estudiantes son las más vulnerables y muchas usan esta estación”. Allí, los dos vagones tienen cuatro botones morados, lo que facilita su identificación. Al presionarlos, permiten comunicación directa con el Centro de Control de TM y dispara una alarma.
Pero su ubicación ha sido una de las críticas: las usuarias creen que debería estar en los buses, donde sucede la violencia. Si bien, los encargados lo han pensado, dicen que la dificultad está en el rastreo del vehículo. Además, en las estaciones hay mayor capacidad de reacción. Por eso, “se ha hecho un esfuerzo por capacitar a los conductores, sobre el protocolo de respuesta (...) alertar al conductor es fundamental”, aclara Tinjacá.
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De momento, han sido capacitados 4.000 conductores y esperan ampliar la cifra para lograr una concientización y reacción oportuna, pues cuando una mujer sufre acoso, entra en un momento de vulnerabilidad y miedo. “Hay unos primeros auxilios psicológicos donde se hace acompañamiento a la víctima, porque seguro estará alterada. Entonces, este equipo tiene las herramientas para generar esos primeros auxilios”, indicó Andrea Navarrete, jefa de la estrategia Línea de Género y Seguridad de TM.
¿El panorama ha cambiado?
A pesar del avance del plan piloto, muchas mujeres se sienten más vulnerables en los medios de transporte. En lo que va de 2025 se han atendido 30 casos de acoso sexual en el sistema y las víctimas han sido remitidas a la Secretaría Distrital de la Mujer para recibir atención psicojurídica. En contraste, en el mes que lleva el plan piloto, el uso del botón de pánico no ha sido el esperado. Aunque lo han activado 92 personas, lamentablemente todas han resultado ser falsas alarmas.
“Lo curioso es que se ha generado disuasión entre los acosadores. El solo hecho de obturar un botón y que su llamado sea atendido por el centro de control de TM, que pregunta ¿cuál es su emergencia?, ha servido para espantar a los acosadores y que los usuarios sientan acompañamiento”, añadió Tinjacá.
Este proyecto requiere un trabajo articulado para garantizar una adecuada respuesta a las víctimas. Así lo señala Andrea María Navarrete, encargada de la estrategia Línea de Género y Seguridad de TM, quien resalta que, si bien, son los primeros en responder y hacer el primer abordaje a una víctima, “lo importante es que nos articulamos con Policía y Secretaría de la Mujer para garantizar la atención completa”.
Una violencia con matices
Cuando se habla de acoso sexual se entra en un terreno de grises, donde hay muchos factores, entre ellos la pedagogía. “Cuanto más esté la ciudadanía concientizada de que estos actos no son admisibles, más podremos reaccionar frente a una situación de acoso en tiempo real. Se busca rodear a la mujer, de modo que la carga de levantar la mano no sea solo de ella, sino que la ciudadanía cuente con elementos para identificar y reaccionar”, asegura Juliana Cortés Guerra, subsecretaria de Fortalecimiento de Capacidades y Oportunidades de la Secretaría de la Mujer. “Esto también tiene que estar acompañado de una transformación cultural; de dejar de pensar que las mujeres podemos ser objetos de piropos, de acoso, y que eso está bien. Entonces, cualquier acción, medida o apuesta novedosa contribuye a hacer más conscientes a todos”, agrega.
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¿Qué dicen las mujeres?
La estrategia del botón de pánico genera opiniones divididas, sobre todo, entre mujeres jóvenes. Algunas lo ven como algo útil, siempre que haya presencia institucional y respuesta efectiva. TM reconoce que la tecnología no basta, si no hay personal capacitado y compromiso de las entidades. Sin embargo, se escuchan otras voces, incluso en redes sociales, que afirman no sentirse seguras por un botón y que su implementación no garantiza que se contrarreste la violencia. Aún queda tiempo para saber si esta estrategia funcionará o si se unirá a lista de aquellas ideas que no cumplieron con las expectativas y las mujeres en Bogotá continúan viviendo acoso en las calles, el transporte público y su diario vivir.
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