
Andrés Castro Franco, personero de Bogotá.
Foto: Personería de Bogotá
Como casi todo lo que se creó en la ciudad antes del auge expansionista, con el paso de los años la Personería de Bogotá ha visto como su capacidad institucional se fue quedando corta para cumplir con su misión de velar por los derechos de la ciudadanía y vigilar a los funcionarios públicos. Cada vez surgían más obligaciones o peticiones, que debía atender con el mismo personal. Esto hacía que su respuesta fuera más lenta, lo cual no solo golpeaba su prestigio institucional, sino que alejaba la institución, cada vez más, de los bogotanos.
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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com

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