Visita de la personería de Bogotá a esta planta de tratamiento de agua para revisar las obras de ampliación.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
No hubo pronóstico humano capaz de predecir la díscola tendencia climática en este 2024. Al principio, el fenómeno de El Niño se extendió e, incluso, fue más intenso de lo esperado. Incendios forestales, sequías, racionamientos de agua y embalses a punto de convertirse en desiertos fueron las características del caluroso inicio de año. Meses después, a partir de julio, Bogotá se quedó viendo fijamente al cielo, esperando una torrencial temporada de lluvias para resolver sus percances de abastecimiento. Y más sin embargo, al cabo del primer...

Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com

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