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Ciclovía 50 años: un sueño que pedalazo a pedalazo alimenta un mejor futuro

El domingo 15 de diciembre la Ciclovía de Bogotá cumple 50 años. Hacemos un repaso de sus orígenes y cómo evolucionó hasta convertirse en símbolo de la ciudad y ejemplo mundial de salud, recreación y responsabilidad ambiental.

Camilo Tovar Puentes

14 de diciembre de 2024 - 08:00 a. m.
El espacio hace parte de uno de los eventos del Festival de Verano.
Foto: Alcaldía de Bogotá
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El domingo 15 de diciembre de 1974, un grupo ciudadano, conformado por entusiastas de la bicicleta y el deporte llamado ‘Procicla’ (liderado por Jaime Ortiz Mariño, Fernando Caro y Rodrigo Castaño), se tomaron por primera vez las calles para una actividad recreodeportiva en la que la bicicleta, los patines, la patineta y actividades relacionadas con el atletismo fueran protagonistas, con un objetivo claro: incentivar el deporte, el cuidado del medio ambiente y fomentar la idea de que los carros no eran el único medio de transporte viable en una ciudad como Bogotá.

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El Espectador, en su edición del 16 de diciembre de 1974 título “Festival de pedal, La Cicla, obsesión del futuro”, y reseñó: Un sector muy vasto de la ciudad y sobre todo muy central fue cedido ayer a los ciclistas, quienes sin ambiciones deportivas y sin ánimo de romper récords, se lanzaron a las calles de Bogotá, con el propósito de pedir solo una cosa que, además, es justa: “¡Vías para los ciclistas!”.

“Los automovilistas -fuera de botar productos de contaminación- constituyen en suma un peligro, no solo para peatones sino para ciclistas y motociclistas, quienes hasta ahora no se benefician de ninguna clase de privilegios o siquiera de garantías. Pero los ciclistas resolvieron ayer –con la autorización de las personas que mandan en la ciudad- hacer una manifestación para demostrar su fuerza”, escribió en la nota, que dio cuenta del inicio de la ciclovía, el reconocido periodista deportivo Mike Forero Nougués.

Ese primer recorrido, autorizado por el Departamento de Tránsito y Transporte, inicialmente habilitó el uso de los carriles orientales de las carreras 7 y 13, en un tramo que iba desde el centro hasta Chapinero, entre 9:00 a.m. y 12:00 m. Para esa primera convocatoria asistieron unas 5.000 personas, cifra que desde entonces dejaba entrever el camino de éxito que la iniciativa tomaría con los años hasta volverse en emblema de la ciudad y modelo a seguir en otras capitales del mundo.

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Por la acogida que la idea tuvo en la ciudadanía, y con una ciudad cada vez más invadida por los carros, la ciclovía empezó a incidir en otros campos, además de lo lúdico y lo deportivo. En 1976, el alcalde Luis Prieto Ocampo decidió destinar varias vías para el tránsito exclusivo de peatones y ciclistas. El 7 de junio de ese año se expidieron los decretos 566 y 567, que crearon oficialmente ‘La Ciclovía’, habilitando vías para uso exclusivo de bicicletas, por un tiempo determinado y transitorio, tal y como sucede hoy con la ciclovía dominical. El decreto entró en vigor el 20 de junio del mismo año.

Con el decreto en marcha, se establecieron cuatro recorridos fijos: I) Circuito Salitre/Ciudad, desde el parque El Salitre, tomando la calle 63, luego la calzada sur hasta la carrera 38A, hasta encontrar la calle 53, pasado por el barrio Nicolás de Federmá, hasta llegar a la Ciudad Universitaria (U. Nacional), en la calle 53. II) Olaya-El Tunal, que recorría la carrera 24, entre la Av. 1° de mayo y la Av. Boyacá. III) Parque Nacional/ Funicular, que complementaba el recorrido de la carrera séptima, que partía de la calle 28. IV) Circuito Norte, cuyo recorrido se trazó en las carreras 13 y 7, entre las calles 23 y 29.

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Con la puesta en marcha de estos cuatro recorridos, aumentó su capacidad de convocatoria y empezó a ser, semana a semana, un evento masivo y símbolo de identidad y apropiación de la ciudad. En 1977 se inauguró el recorrido por la calle 26, que iba desde el CAN hasta el aeropuerto El Dorado, y en 1982, el recorrido de la carrera séptima se amplió y quedó desde la calle 28 hasta la calle 72, por el carril occidental.

“Al estimular el uso de la bicicleta, implantando vías seguras y protegidas del tráfico de vehículos automotores, se contribuiría al ahorro de combustible, a abaratar el transporte y a preservar el ambiente”, señaló El Espectador en su edición del lunes 4 de octubre de 1982, en una nota titulada “Septimazo en bicicleta”.

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En 1983 el recorrido por la calle 26 se amplió y se empelaron más carriles para el uso exclusivo de biciusuarios. En paralelo, dado el éxito de la ciclovía bogotana, las autoridades departamentales anunciaron en 1984 la construcción de tres tramos de ciclovía en la sabana de Bogotá: I) Río Bogotá Mosquera/Madrid/Facatativá-El Rosal. II) Mosquera/Funza/La Siberia/Cota/Chía/Cajicá/Zipaquira/Cogua. III) La despensa/Soacha/. Además, en ese año se creó un recorrido de 35 km, en la carretera entre Bogotá y Choachí, pensado para ciclistas experimentados, denominado “ciclovía de entrenamiento”.

En 1995, en la alcaldía de Antanas Mockus y tras dos décadas de funcionamiento, el programa pasó a ser administrado por el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), que bajo el liderazgo de Guillermo Peñalosa, robusteció los recorridos y creó la figura de Guardián de la Ciclovía, encargado de resguardar el espacio y brindar asesoría y apoyo a los usuarios. A partir de ese año la ciclovía se expandió y tuvo un “renacimiento”.

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Así las cosas, entre 1995 y el 2000 se realizaron transformaciones que, con algunas variaciones, continúan siendo la piedra angular de la Ciclovía. A partir de 1995, la ciclovía pasó de tener 20 kilómetros a tener 121, democratizando el recorrido y llegando a todas las latitudes de la ciudad. El 17 de marzo de 1996 se implementó un circuito de 81 kilómetros y posteriormente a 127 km, ampliando rutas ya existentes y creando otros recorridos como la carrera 9, calle 147, la carrera 15, calle 72, carrera 50, avenida Américas y la avenida Boyacá.

“Cinco nuevas rutas en la calle 17 sur desde la 71 hasta la autopista Sur; la autopista Sur desde la carrera 8A sur a la avenida Boyacá por las calles 42 y 39Asur; la avenida Ciudad de Quito desde la calle 26 hasta la 8ª sur; la 7B desde la calle 28 hasta la 1 7 sur; y la avenida Boyacá, desde la calle 43 sur hasta el parque El Tunal”, señaló EE en la edición del 14 de marzo de 1996. Variaciones que se mantienen hasta ahora.

Actualmente, de acuerdo con la el IDRD, la Ciclovía de Bogotá cuenta con un total de 127,69 kilómetros habilitados, que se distribuyen en 14 corredores, cinco en la zona norte, seis en la zona central y tres en el extremo sur de la ciudad. De esos corredores el más largo es el “Centro 3#, ubicado entre la carrera 7 y la carrera 6 sur, que cuenta con una extensión de 10,77 kilómetros. Por otro lado, el recorrido más corto es el corredor “Parkway y Parque Nacional”, que tiene una extensión de 4,46 kilómetros.

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Actualmente, se estima que, en promedio, un millón y medio de personas usan la Ciclovía los domingos y los festivos, la cual, señala el IDRD, está considerada como “el parque lineal más grande del mundo. Entre los reconocimientos más importantes que ha obtenido el programa resalta el que obtuvo en el marco de la Cumbre Internacional Río+20, que se llevó a cabo en Bogotá en el 2014, durante la cual se le otorgó el premio a la cultura sostenible concedido por el Foro Global de Asentamientos Urbanos y apoyado por la UNEP, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Además, en julio de 2023, se le otorgó al programa Ciclovía, el reconocimiento de las vías activas y saludables de Bogotá, por parte de las Naciones Unidas en el #WorldBicycleDay, por promover el bienestar de sus habitantes mediante el deporte, la recreación y la actividad física. Y, finalmente, entre otros logros, en 2023 la ciclovía se certificó como Carbono Neutro, siendo la primera Ciclovía en tener este reconocimiento.

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Como se ve, durante estos 50 años, la Ciclovía, además de un espacio de encuentro y recreación, se ha erigido como un símbolo de la atomizada identidad bogotana que, domingo a domingo, reafirma que el futuro, en cuestiones de movilidad, salud y responsabilidad ambiental llegó hace medio siglo y tal como títuló El Espectador en 1983, a propósito del Día de la bicicleta, es “una fiesta a pedalazos”.

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