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A los vecinos del barrio Las Ferias, al occidente de Bogotá, se les están acabando las palabras para describir el atroz hecho del que fueron testigos durante la tarde del 28 de octubre. En una pequeña vivienda de un solo piso y fachada verde, dos menores de cuatro y siete años fueron asesinados, según los primeros indicios, por su propio padre.
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La versión principal sobre los hechos, y sobre la cual trabajan los investigadores asignados al caso, señala que Susan y Stiven Beltrán fueron golpeados y apuñalados por su progenitor, Edwin Beltrán, en medio de un episodio de violencia intrafamiliar que protagonizó este individuo en contra de su compañera sentimental, y madre de los menores.
Un día después del trágico suceso, y de la captura y judicialización de Beltrán, los vecinos acudieron a la vivienda en donde todo ocurrió con velas, imágenes religiosas y mensajes de condolencia por el homicidio de ambos niños. Incluso en la fachada de la casa, los asistentes pintaron un mensaje con pintura blanca que dice “solo cristo salva”.
Hacia las 7:00 P.M. de este martes, 29 de octubre, los vecinos organizarán una velatón para que toda la ciudadanía rinda sus condolencias y efectúe una oración en memoria de los pequeños. En paralelo, mientras cientos de ciudadanos se congregaron en la vivienda, Edwin Beltrán se encontraba en la audiencia de imputación de cargos.
Con base en las pruebas testimoniales y de otra índole, la Fiscalía General de la Nación le formulará cargos por homicidio y feminicidio agravado, al ser el principal sospechoso de violentar a sus dos propios hijos para quitarles la vida. Se espera que al terminar la diligencia, Beltrán sea cobijado con medida de aseguramiento en centro penitencial. Desde allí, afrontará un juicio penal que desde ya se antoja mediático y que tendrá todos los ojos encima.
Violencia vicaria
Lo que recuerda Héctor Vanegas, dueño de un parqueadero, ubicado al frente de la casa donde vivían los niños, fue escuchar a las 5:30 de la tarde unos gritos estremecedores. El hombre luce extrañado, porque no deja de pensar en que a Darwin lo conocían casi todos en el sector, al ser de esos vecinos que creció en el barrio. Incluso, los residentes cuentan que estudió en el Colegio Técnico República de Guatemala I.E.D., el mismo donde estudiaba su hija Susan y de donde la recogía cada tarde para llevarla a casa. El lunes fue la última vez que lo hizo, antes de arrebatarle la vida. Por eso, la sede educativa fue epicentro de una velatón en memoria de las dos víctimas.
El sujeto trabajaba en una tienda llamada Foto Almeida y también recogió al pequeño Stiven en el jardín. “Vivía con su mamá. Ella decía que su hijo estaba medicado”. Versiones de las autoridades indican que antes del doble crimen, hubo una discusión entre Darwin y la madre de los niños, derivada, al parecer, del proceso de separación, luego de siete años de relación.
Aunque todo sigue siendo materia de investigación, el asesinato de los niños se analiza bajo el concepto de violencia vicaria, en el que un agresor usa a los hijos para ejercer violencia sobre la mujer y madre. Idea reforzada por el vecindario, en donde se aventuran a decir que el agresor no tenía comportamientos violentos. “Es increíble que haya tomado una decisión tan cruel con sus hijos”, expresó Vanegas.
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Por Redacción Bogotá
