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Comprar y vender robado: el círculo vicioso que no se logra detener en Bogotá

El Concejo realizó un debate de control político, ante la preocupación por la incidencia del delito de receptación en la ciudad. A pesar de que hay zonas identificadas, no se logra desmantelar a las organizaciones. Este es el panorama.

Camilo Tovar Puentes

30 de agosto de 2024 - 09:00 a. m.
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El debate por la seguridad en Bogotá atraviesa un contrasentido pues, mientras las cifras oficiales señalan que vienen disminuyendo las modalidades de hurto que más quejan a la ciudadanía, como el robo de teléfonos, bicicletas y automotores, la sensación de inseguridad sigue creciendo.

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Por ello, uno de los debates de control político en el Concejo esta semana giró en torno a la crisis de seguridad, esta vez, con el foco en la incidencia del delito de receptación, es decir, quienes se dedican a la compra y venta de elementos hurtados, problemática que, incluso, atraviesa la esfera de la cultura ciudadana, pues sin la complicidad de quienes acuden a ese mercado negro, su incidencia no sería tan compleja.

“La receptación se debe abordar, no solo de la mano de las autoridades, sino de manera integral, con estrategias para fortalecer la cultura ciudadana. Mientras la demanda de elementos robados continúe, no bastará con las intervenciones policiales. Vamos tres administraciones continuas sin solucionar este problema que, además, es una problemática nacional”, señaló, el concejal Marco Acosta.

¿Quiénes están realizando los hurtos en la ciudad? ¿Cuáles son los roles que están fallando para que le hurto sea un delito que se volvió paisaje? ¿Cuáles son las estrategias para atacar los mercados negros y de economía informal en la ciudad? Fueron algunas de las preguntas planteadas por el cabildo que suscitaron el debate.

Las cifras

Mejorar el estado general de la inseguridad ha sido la promesa de todas las administraciones. Sin embargo, la meta resulta siendo el talón de Aquiles, pues así las cifras denoten reducción, la percepción ciudadana es otra. “El delito de hurto en Bogotá no ha disminuido en la última década. En parte, porque se han constituido distritos territoriales donde la receptación es pan de cada día”, señaló ante el Concejo el secretario de Seguridad, César Restrepo.

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Según Restrepo, entre enero y julio de este año se denunciaron 76.685 hurtos a personas, cifra que, en relación con el mismo periodo del 2023, representa una disminución de 15.993 casos. Agrega que, en general, las cifras de hurto de celulares (-42%) comercio (-35%), bicicletas (-34%), residencias (-25%), motos (-10) y automóviles (-4%) también han disminuido. Pese a ello, las estructuras siguen operando.

“En el tema de hurto a celulares, por ejemplo, cuando se ha hecho la extinción de dominio de locales de teléfonos, donde encontramos teléfonos robados, la entidad que ordena el proceso vuelve y asigna los locales para la misma actividad. Entonces, diría que en este momento no existe una estrategia de lucha contra el hurto que integre los esfuerzos de las entidades nacionales con el de las autoridades locales. Eso debilita la capacidad institucional” señaló el secretario.

Pese a la explicación del secretario Restrepo, para los concejales, él se equivoca. “Parece que desconoce la realidad de Bogotá. Las cifras son de utilidad para hacer un buen trabajo, sobre todo para buscar soluciones. Su intervención no fue la de un secretario, que debe estar contándole a los concejales su plan para atacar a la delincuencia, sino que se limitó a dar un panorama. Esta administración no ha entendido las dinámicas del delito y los actores. Hay resultados, sí, pero no de fondo”, señaló la concejala Diana Diago.

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Por otro lado, el hurto de elementos destinados al servicio público es otra arista del mercado negro de compra y venta de artículos robados. El robo de cable, por ejemplo, tiene en jaque a la ETB. La empresa reportó que en 2023, de robo en robo, les sustrajeron más de 400 kilómetros de cableado, cifra que equivale a la distancia entre Bogotá y Medellín. Y como si fuera poco, el panorama este año pinta peor: en lo que va del 2024 ya se han registrado más de mil hurtos y durante el primer trimestre del año, este tipo de robos aumentaron 140%, según señaló Alex Blanco, presidente de la compañía en una reciente entrevista publicada en este medio.

Por su parte, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá confirmó que durante el primer semestre del año, reportaron el hurto de 6.993 medidores y de 1.869 tapas que protegen los pozos del sistema de alcantarillado de la ciudad. Kennedy, San Cristóbal y Suba son las localidades más afectadas. “Al tiempo, más de 6.000 usuarios debieron gestionar la reposición del medidor, cuyo valor promedio es de $ 383.500″, señala la EAAB.

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El negocio de la compra y venta de cobre esconde un multimillonario negocio. El año pasado el país exportó US$ 630 millones en cobre, cuando Colombia es un país que solo tiene una mina, que exporta US$ 112 millones”, señala Blanco. Como se ve, no se exigen rutas de trazabilidad que certifiquen un origen legal del material y, de pequeños hurtos en pequeños hurtos, a través de locales con fachada de chatarrerías, centros de acopio de reciclaje, o compra y venta de autopartes, por ejemplo, se alimenta el negocio.

Y si bien es cierto que hay resultados importantes que se reflejan en capturas y allanamientos a lugares que sirven como centro de acopio, lo cierto es que las grandes mafias siguen haciendo de las suyas. “El Distrito habla de un montón de cifras y operaciones, pero si vemos la realidad, desestructurar las bandas en los territorios, ha sido imposible. La extorsión, el hurto, el microtráfico continúan arraigadas en los barrios populares. No se ve una articulación ni una estrategia, no se logra evidenciar cómo piensan aterrizar los objetivos del PDD”.

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Otra arista que se le suma al lío tiene que ver con la falta de cámaras de seguridad dispuestas para el seguimiento de delitos. Señala el concejal Acosta que, con corte al 2 de agosto, se reportaron 1.868 cámaras fuera de servicio y 838 con fallas de conectividad de la ETB, hecho que, además, de favorecer acciones delincuenciales, denota la falta de inversión. Entre tanto, el delito de receptación continúa normalizado en la cotidianidad de la ciudad. Si bien hay sectores críticos de Kennedy, Suba y el centro de la ciudad, comprar y vender robado es un delito que se expande por toda la ciudad. “El llamado de atención a las autoridades para que fortalezcan las estrategias, es a la ciudadanía: no podemos seguir siendo una sociedad que patrocina la ilegalidad” puntualizó Acosta.

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