Por segunda vez en seis meses, el Concejo de Bogotá citó a un debate de control político para discutir el problema alrededor de la recolección de basuras en la ciudad. Las quejas constantes de la ciudadanía sobre los regueros de residuos en las calles, los cuales incluso fomentan la proliferación de roedores, siguen a la orden del día. En algunos barrios es frecuente que los vecinos que caminen un par de metros a la redonda de su casa encuentren montañas de basura en las esquinas, así como en cercanías de parques y colegios, una situación que parece no mejorar desde el último debate en la corporación, que tuvo lugar en agosto del año pasado.
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Para esta oportunidad, los concejales de la oposición citaron a la gerente de la Uaesp, Consuelo Ordóñez, para que explicara la acumulación de residuos en las aceras y en el espacio público de la ciudad durante las últimas semanas. Si bien la gerente asistió y explicó el plan de trabajo con el que se pretende zanjar la problemática, los cabildantes no se mostraron conformes y exigieron menos discursos y más resultados. “Hago un esfuerzo racional por entender lo que usted acaba de decir, refiriéndose a la directora de la Uaesp, pero cuando voy a la calle siento que todo su discurso termina siendo desvirtuado”, señaló el cabildante José Cuesta Novoa, asegurando que Bogotá está nadando en basuras.
No obstante, la gerente afirmó que se está trabajando en campañas de cultura ciudadana; la disposición de ecopuntos, para generar un mayor aprovechamiento de los residuos, y, sobre todo, la asignación a Aguas Bogotá (operador público de basuras) para la recolección de residuos de uso mixto y clandestino. Además, hizo hincapié en los esfuerzos que ha hecho la Uaesp respecto al despliegue de los famosos cazaregueros, estrategia que, vale resaltar, han sido altamente cuestionados por el costo de su operación (casi $9.000 millones) y su aparente poca eficiencia a la hora de atender los llamados en diferentes puntos.
De todas formas, allende a este debate de control político, que no es nuevo para una ciudad cada vez más incapaz de manejar el aumento de los residuos sólidos, Ordóñez dio a conocer por primera vez las intenciones del Distrito de modificar el contrato bajo el cual se rige el actual modelo de recolección de basuras en Bogotá. Desde 2018, en la ciudad rige un esquema de Áreas de Servicio Especial (ASE), en el que cinco operadores privados se encargan de la recolección en un número de zonas. Este esquema les cuesta a los bogotanos casi $650.000 millones anuales y, a pesar de tener un costo elevado y representar grandes utilidades para los privados, no contempla la obligación de dejar su zona totalmente limpia, como ya se ha criticado en distintas oportunidades. Por ejemplo, no están obligados a recoger ni escombros ni residuos mixtos (basuras mezcladas con escombros).
Para estos casos, con el fin de resolver el problema, hay una porción importante de residuos que asume el Distrito, a través de la Secretaría de Hábitat y Aguas de Bogotá, el único operador público de basuras. Aunque este modelo de concesión a privados funciona en Bogotá desde 1993, y lo que se hizo en 2018 fue ratificarlo (para frenar el plan de Gustavo Petro alcalde de un esquema público), las críticas y los reconocimientos al actual esquema se han mantenido por décadas.
Por un lado, el modelo de concesión ha permitido, de la mano de las Áreas de Servicio Especial (ASE), una mayor cobertura de limpieza, incluso en zonas periféricas de difícil acceso, respecto a los modelos de recolección que le precedieron. Sin embargo, el constante ascenso de las quejas contra los operadores, en especial contra LIME, que aglutina el 32 % de la operación de las basuras en la capital, y a su vez la nula resolución de estas quejas por la baja regulación pública en este asunto, han sido los lunares en este tipo de modelo.
Incluso, la propia Ordóñez admitió que hay procesos administrativos en curso contra los operadores, con base en informes de la interventoría, por falencias en la prestación del servicio. De igual forma, los reiterativos líos judiciales entre los operadores y el Distrito, y los terceros, de los cuales hay una gran parte sin resolver, han sido otros de los cuestionamientos a este paradigma.
Cambio de modelo
El anuncio más significativo que dio la Uaesp en el debate de control político fue el cambio del contrato de las basuras, el cual, además, está a punto de vencerse. En 2024, la Uaesp presentó ante la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) la solicitud de verificación de motivos para mantener las Áreas de Servicio Especial en los contratos que se concesionan para la prestación del servicio público de aseo en el Distrito Capital. No obstante, la nueva licitación será una apuesta para promover la transición hacia un modelo circular, que contribuya a disminuir las toneladas dispuestas en el Parque de Innovación Doña Juana, en donde enterrar basuras no sea la única opción para la disposición de los residuos.
“A la fecha, está en el proceso de evaluación en la CRA. Esperamos que hacia el mes de abril la Uaesp tenga una respuesta positiva, porque más de 300.000 familias hoy y casi medio millón en los próximos años podrían quedar desatendidas si se genera un sistema de libre competencia y no una estructura organizada de contratos con exclusividad”, sostuvo Ordóñez durante el debate.
En ese orden de ideas, la gerente explicó que gran parte de la propuesta para modificar el contrato consiste en la maquetación de nuevos modelos de niveles de servicio, que resultan más eficientes, los cuales deberían poner en cintura a los operadores privados que prestan el servicio y deseen continuar haciéndolo.
Dar un respiro a Doña Juana
Otra de las cuestiones que deberá asumir el nuevo modelo de basuras, en caso de ser aprobado por la CRA, no es otro que el del relleno sanitario Doña Juana. Durante 2024, el relleno recibió dos millones de toneladas de residuos sólidos y diariamente se entierran alrededor de 7.000 toneladas. El modelo de enterrar basuras, ya en un ciclo de obsolescencia, de acuerdo con las tendencias mundiales para el manejo de basuras, comienza a ser un dolor de cabeza tanto para el operador como para la comunidad que vive en cercanías a Doña Juana.
Aunque su licencia está próxima a caducar, el Distrito planea extender su vida útil 37 años más. Para lograrlo proyecta construir dos muros de contención, mejorar las vías de acceso y saldar una deuda: construir la planta de lixiviados. Sin embargo, el plan no cae bien entre las comunidades de Mochuelo Alto y Bajo, que viven a 820 metros del relleno. Para ellos, cualquier acción es alargar un problema que llevan padeciendo tres décadas.
En contraste, durante el nuevo modelo, no resulta claro hasta qué punto Doña Juana dejará de ser usado como el principal vertedero de residuos. Aunque se menciona un nuevo modelo de basuras circular, en el cual se opta por dejar de llevar el 40 % de los residuos inorgánicos al relleno, y el 20 % de los orgánicos, para dar un respiro al relleno.
De momento, soluciones ya en funcionamiento, como los Eco Puntos de la UAESP, fueron capaz de procesar 7.000 toneladas de basura en año, esto es, lo equivalente a toda la basura que ingresa a Doña Juana en un solo día. No obstante, todavía no resulta claro el impacto que tendría el nuevo modelo en Doña Juana, más allá de “una transición gradual” mencionada por la gerente.
Bogotá se expande, y consigo también incrementa el número de basuras que produce. La solución, dicen las nuevas tendencias, ya no pasa por enterrar nuestros residuos, sino por la implementación de tecnologías para aprovecharlos. En cuanto a los regueros de basura, y su constante karma para la ciudad, no hay de otra que la de esperar el impacto del futuro cambio en el modelo.
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