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Crecientes dejan víctimas y desaparecidos en Cundinamarca: así están las alertas invernales

La misma noche en que una creciente súbita se llevó a parte de la familia Villota Escandón, causando la muerte de un adulto mayor y la desaparición de tres mujeres, Silvania enfrentó la otra cara del desastre que deja hasta ahora la temporada invernal en el departamento.

Juan Camilo Parra

18 de noviembre de 2025 - 07:00 p. m.
Cinco integrantes de una misma familia viajaban de regreso a Bogotá cuando el vehículo en el que se movilizaban fue arrastrado por una corriente súbita en el municipio de Silvania. Una persona fue hallada con vida y tres personas más permanecen desaparecidas.
Foto: Óscar Pérez
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En una noche el municipio de Silvania (Cundinamarca) fue testigo de dos caras trágicas de un mismo fenómeno climático. Por un lado, la familia Villota Escandón se enteró de que a cinco de sus familiares los arrastró una creciente súbita. El saldo: una joven de 25 años rescatada con vida; un adulto mayor, de 70 años, fallecido, y tres mujeres desaparecidas, entre ellas una menor de edad. Por el otro, 63 personas del sector La Esperanza resultaron damnificadas por otra creciente, que afectó 17 viviendas y destruyó otras cinco. Con este panorama el municipio y el departamento prenden las alertas por los efectos de la inclemente temporada invernal.

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La tragedia de los Villota Escandón

Cuando cinco integrantes de la familia Villota Escandón regresaban en su vehículo a Silvania cuando una creciente arrastró su vehículo. El carro lo conducía Segundo Villota, de 70 años, quien estaba a punto de pensionarse de la Procuraduría, dice su familia. Lo acompañaban su esposa Teresa Escandón, su hija Ana Lucía Villota y sus dos nietas, Manuela Sofía y Sara. Al cierre de esta edición, los socorristas solo habían podido rescatar con vida a Sara y el cuerpo de Segundo, quien falleció en la tragedia. Las otras tres mujeres seguían desaparecidas.

La noticia la escuchó David Carranza, de 22 años, sobrino de Ana Lucía Villota, de voz de la única sobreviviente hasta el momento, su prima Sara. Le contó que la ella alcanzó a percatarse del aumento repentino del caudal, abrió la puerta del carro e intentó halar a su mamá y a su hermana, pero la fuerza del agua lo impidió. Salió expulsada del vehículo y sufrió un golpe leve en la cabeza.

La familia regresaba de disfrutar el puente festivo en su finca, en la vereda Comacá, rutina que repetían hacía dos años. David, quien horas antes se había devuelto a Bogotá para adelantar trabajos de la universidad, recibió la llamada de su prima, ya a salvo en el hospital, avisándole que el carro había caído al río y que buscaban desesperadamente a los demás ocupantes.

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Creciente súbita en la quebrada Yayatá, en zona rural del municipio de Silvania, Cundinamarca.
Foto: Óscar Pérez

A primera hora del día, él y otros familiares descendieron por la ribera para intentar encontrarlos. Hallaron ropa, la cédula de Ana Villota, y partes del vehículo, mientras los organismos de socorro asumían las labores formales de búsqueda. Hoy toda la familia permanece reunida en Silvania. Están destrozados, admiten, pero no se moverán del municipio hasta recuperar a sus seres queridos.

El cuerpo de Segundo Villota lo llevaron a la morgue, mientras continúa la búsqueda de Ana Lucía, Manuela Sofía y Teresa. “En la mañana todavía teníamos esperanza… pero ahora ya no”, alcanzó a decir David, quebrado, tras una jornada que se siente interminable para los Villota Escandón.

“Perdimos todo”

La noche del lunes la emergencia también golpeó con fuerza al barrio La Esperanza, donde el río Yayatá entró con un estruendo, que los vecinos describen como “un avión bajando”. Fernando Vázquez, quien lleva 15 años viviendo en el sector, alcanzó a salir un instante de su casa para inspeccionar el ruido y, al regresar, se percató de que su vivienda que duró ya no existía: la creciente la había arrasado por completo. “Fue pérdida total. Me quedé sin ropa, sin herramientas, sin nada”, contó.

Otros vecinos, incluido su hijo y varias familias que llevaban décadas asentadas allí, perdieron electrodomésticos, neveras y todo quedó cubierto de barro. El presidente de la Junta de Acción Comunal, Sebastián Cortés, explicó que el evento ocurrió hacia las 9:00 de la noche y dejó 63 personas damnificadas y 17 viviendas afectadas y cinco totalmente arrasadas por el río.

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“Gracias a Dios no tenemos víctimas mortales, pero las pérdidas materiales son enormes”, señaló. Desde primeras horas de la mañana llegaron los equipos de Gestión del Riesgo departamental y municipal, además de Bomberos, Defensa Civil y la Cruz Roja, para realizar el censo, la evaluación técnica y el acompañamiento psicosocial. Varias familias se resistieron a evacuar por el profundo arraigo.

Durante la noche del lunes 17 y la madrugada del martes 18 de noviembre, un vehículo en el que se movilizaban una familia compuesta por cinco personas fue arrastrado por la corriente. Solo una persona logró salir ilesa del vehículo. Las autoridades confirmaron el hallazgo de un cuerpo y otras tres personas permaneces desaparecidas.
Foto: Óscar Pérez

El panorama sigue siendo delicado. Aunque el cauce bajó en la mañana del martes, el cuerpo oficial de Bomberos advirtió que las lluvias regresarían en la tarde, por lo que la prioridad era cerrar el área y evacuar a quienes aún permanecían en la zona. Muchas familias dependen del reciclaje, la construcción o las motochivas, varias de las cuales fueron arrastradas por la corriente, lo que agrava las condiciones económicas que dejó la creciente. “Necesitamos que llegue la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Acá se requieren recursos que el municipio no tiene”, pidió Cortés, mientras los damnificados intentan entender cómo recomenzar.

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La comunidad de La Esperanza, entre el lodo, las ruinas y la incertidumbre, se aferró a la solidaridad que comenzó a llegar desde la madrugada. Mientras las autoridades evalúan la magnitud real del daño y se preparan para nuevas lluvias, los vecinos insisten en que lo urgente es una intervención estructural que impida que el río vuelva a arrasar con sus viviendas. “Aquí todos somos vulnerables, pero unidos podemos levantarnos”.

Bajo alerta

Las operaciones de búsqueda continúan por tierra y aire buscando a las demás ocupantes del carro que la creciente se llevó. Esto, con apoyo de drones para ampliar el monitoreo en la ronda hídrica. William Rozo, director de la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo de Desastres de Cundinamarca (UAEGRD), encabeza en terreno las labores junto a un equipo técnico y entidades como la Cruz Roja, los Bomberos, Defensa Civil, el CRUE, el ICBF, la EPC, la Alcaldía Municipal, la UNGRD y otros organismos que participan de manera conjunta en el PMU.

En la provincia del Gualivá durante el puente festivo se reportaron deslizamientos que bloquearon la movilidad entre Quebradanegra y el municipio de Villeta. Se reportó, además, un derrumbe antes del peaje de Caiquero, en Nocaima.
Foto: Óscar Pérez

Tres ambulancias siguen dispuestas las 24 horas, mientras avanzan la Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades (EDAN); el triage estructural en viviendas, y el acompañamiento psicosocial a los damnificados. “Una familia fue trasladada a un albergue temporal mientras continúa la verificación de las afectaciones”, informó la UAERGD.

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Sobre las 5:00 de la tarde de este martes se realizó una nueva reunión con los entes territoriales y de socorro, que siguen afrontando los efectos de las crecientes súbita. La protección de las familias vulnerables, el hallazgo de las demás ocupantes del carro arrastrado por la corriente, son las prioridades en esta etapa temprana de esta nueva tragedia que azota al departamento por cuenta del invierno.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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