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Crimen de Harold Aroca: dolor, negligencia y una deuda que persiste con la niñez

La familia del joven, de 16 años, denuncia negligencia en los procesos de búsqueda. El cuerpo de Harold lo hallaron el sábado, tras cinco días de haber reportado su desaparición.

Camilo Tovar Puentes

11 de agosto de 2025 - 06:19 p. m.
Harold Aroca, de 16 años, fue secuestrado en el barrio Los Laches, en la localidad de Santa Fe, por cinco sujetos que lo amenazaron con armas de fuego y lo obligaron a subir a un vehículo en un polideportivo del sector. Cuadro días después, el cuerpo del adolescente fue hallado en una zona boscosa con signos de tortura. Su familia denuncia negligencia en la atención de la denuncia y en los procesos de búsqueda. La imagen de la derecha pertenece a un video que da cuenta del momento exacto del secuestro.
Foto: Archivo particular
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La violencia contra los menores de Bogotá tuvo un nuevo y lamentable capítulo: el rapto, la tortura y el asesinato de Harold Aroca García, de 16 años, cuyo cuerpo hallaron en un paraje boscoso, cerca al centro de Bogotá, cinco días después de que lo reportaron como desaparecido.

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Tras su muerte, su familia exige celeridad en las investigaciones y señala que, de haberse tomado el caso con la seriedad que requería, tal vez el destino del adolescente habría sido diferente y hoy su familia no estaría soportando esta tragedia, por culpa de la violencia.

Los hechos

Como era costumbre, el martes 5 de agosto, poco antes de las 3:30 p.m., Harold salió de su casa rumbo a un polideportivo, ubicado en el barrio Los Laches, en la parte alta de la localidad de Santa Fe. Su propósito era jugar fútbol y seguir sumando los minutos y la experiencia que lo acercaran a cumplir el sueño de su vida: debutar en primera, con un equipo profesional de fútbol.

Pero, minutos después de llegar al sitio, lo interceptaron cinco sujetos armados, que lo rodearon; le impidieron cualquier intento de escape y, tras un cruce de palabras, lo encapucharon y lo obligaron a subir a un vehículo particular. Desde ese momento no volvieron a tener noticias del joven.

Otro crimen en el medio

Una de las hipótesis tiene que ver con la mención que Harold habría hecho, con compañeros de su colegio, de un crimen que ocurrió días antes en el mismo sector. El domingo, antes de su desaparición, hubo un homicidio en el barrio. Al otro día, en el colegio, entre todo lo que se comenta, el menor dijo que sabía quién había sido el responsable. ¿Por qué lo dijo?

“En el barrio es un secreto a voces que hay dos bandas que tienen una guerra por el microtráfico. Resulta que la persona asesinada pertenecía a uno de esos grupos y, como ya han pasado episodios similares, cuando alguien de esos grupos resulta atacado, entre los vecinos se comenta que fueron los del bando rival. Por eso mi hijo dijo que sabía quién había sido, como también lo dijeron otras personas”, cuenta entre sollozos Diana Carolina García, madre de Harold, minutos antes de realizar las diligencias para reclamar el cuerpo de su hijo.

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“No todos los casos son igual de importantes”: familia denuncia negligencia en el proceso de búsqueda

Tal parece que las palabras de Harold llegaron a oídos de personas vinculadas con el crimen y, por esta razón, al día siguiente, el adolescente fue retenido por varias personas, que se lo llevaron a la fuerza. Cinco personas lo rodearon y tras un breve cruce de palabras, se lo llevaron. La escena quedó grabada en video.

“Además de ese video, hay registros de la llamada a un CAI, justo cuando se estaban llevando a mi hijo. El ciudadano alertó a la policía que estaban subiendo a un niño encapuchado a un carro. Lo que nos preguntamos es, ¿por qué, aun con la alerta en sus manos, la Policía ni siquiera hizo presencia en el punto? No hubo una verificación de la información. Nada. Es inadmisible”, asegura García.

Agrega la mujer que, el caso se tomó primero como desaparición forzada. Con el paso de las horas, la línea investigativa cambió a secuestro. “Me dijeron que, como era un secuestro, tocaba pasarlo a Fiscalía, sentarse a hablar, hacer el empalme y varios trámites más. Y mientras tanto, cada hora que pasaba era decisiva para garantizar la vida de mi hijo”, señala la madre.

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“Búsquelo en el bosque”

El viernes 8 de agosto, tres días después del rapto, Diana recibió el pantallazo de una publicación en redes sociales, que cambiaría sus días. Un comentario decía: “búsquelo en el bosque”, palabras que despertaron su instinto materno y la hicieron dirigirse de inmediato a una zona boscosa del barrio Los Laches. “Le avisé a la Policía y me dijeron que no me preocupara. Que, si mi hijo estuviera muerto, ya lo hubieran encontrado, porque en la zona estaba el Gaula haciendo barridos constantes con drones. Además, la zona tenía vigilancia privada”.

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Finalmente, el sábado, tras una jornada de velatón que organizaron amigos y familiares, para exigir la liberación de Harold, fue la madre quien, siguiendo sus corazonadas, encontró el cuerpo tras un recorrido de búsqueda, que organizó con amigos y allegados.

“Cuando llegamos al lado del lote que nos dijeron, sentí la necesidad de meterme a buscar. Empecé a caminar y a escarbar. En ese momento, lastimosamente, me encontré con su cuerpo”, dice Diana, con la entereza de quien le da un plazo al dolor y a la tristeza para concentrarse en la búsqueda de justicia.

La mujer dice que al momento del hallazgo resultó evidente que a Harold lo habían sometido a torturas. “Ya pasaron dos días desde que encontramos el cuerpo. Conmigo no se ha comunicado ni de la Policía ni la Fiscalía. Es más, el Gaula se enteró de que mi hijo estaba muerto, porque yo les dije. Por cómo hallamos el cuerpo y las cosas que le hicieron, no estamos hablando de un caso cualquiera. Es tenebroso lo que pasó y, ni siquiera con esos agravantes, hay un proceso diligente”.

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Las versiones encontradas por dos supuestas capturas

La familia de Harold asegura que, en el proceso, dos personas fueron capturadas e individualizadas, por haber participado en el rapto. “Los interrogaron, los reseñaron y, al final, los soltaron, porque no los cogieron en flagrancia. ¿Por qué los soltaron? ¿Por qué no nos ayudaron a buscarlo? ¿Por qué tuvieron que esperar a que mi hijo muriera para tomar el caso en serio?”, son las preguntas que hacen los familiares.

Al respecto, la Policía Metropolitana de Bogotá le confirmó a este medio que, por ahora, “no hay capturados. Sin embargo, se trabaja en conjunto con la Fiscalía para avanzar en la investigación”. Los videos que dan cuenta del momento del rapto muestran con claridad a los involucrados e, incluso, el alcalde Carlos Fernando Galán se pronunció y le pidió a las autoridades adelantar todas las investigaciones para esclarecer lo sucedido y dar con los responsables. “No podemos aceptar más casos como el de Harold ni seguirles fallando a nuestros niños y niñas”, aseguró.

Sin embargo, en la otra orilla, la familia advierte que debido a la exposición mediática que ha tenido el caso, “los implicados ya debieron irse de la ciudad. Y puede que hasta del país. No entendemos cómo teniendo las pruebas en video, con testimonios e, incluso, con una alerta ciudadana en el momento de los hechos, no se pudo hacer nada”.

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“Recalcamos que ha sido la Secretaría de Gobierno y la Defensoría del Pueblo quienes nos han acompañado. Hemos hecho una reflexión: ha faltado esfuerzo de la Fiscalía y de la Policía, para llevar la investigación a buen puerto. Por otra parte, el colegio tampoco activo la ruta del caso y, ni siquiera, ha acompañado a la familia. Ha sido indolente y negligentes en la activación de la ruta de su desaparición”, advierte Joanna González, defensora de Derechos Humanos e integrante de la corporación Punto Renacer, que acompañaron el caso desde que se denunció.

Este año, de acuerdo con Mebog, se han reportado 17 homicidios de menores en Bogotá. La tendencia, de seguir como viene, podría igualar las cifras de 2024, año en el que 46 niños, niñas y adolescentes fueron asesinados en la capital. De esos crímenes, de acuerdo con el reporte de “Lesiones Fatales Causa Externa”, del Instituto Nacional de Medicina Legal, muestra que Bogotá junto a Cali son las dos ciudades donde más homicidio de este tipo se reportan: nueve víctimas tenían entre 0 y 5 años; tres tenían entre 6 y 11 años, y 34, entre 14 y 17 años. En efecto, pese a los esfuerzos, Bogotá -y el país- le sigue fallando a sus niños, niñas y adolescentes.

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