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Crisis de seguridad retorna al San Bernardo, un círculo violento que no cesa

A raíz de las dos explosiones en esta zona crítica del centro de la ciudad, revisamos los líos de seguridad que no se han podido erradicar, tras años de intervenciones oficiales fallidas; además, en qué radica la dificultad para ponerle un punto final.

Camilo Tovar Puentes

24 de febrero de 2025 - 09:00 p. m.
Operativo de la policía en el Barrio San Bernardo o Sanber, 250 uniformados participaron en la toma de ese sector del centro de la ciudad. Se incautaron más de 20.000 dosis de estupefacientes.
Foto: El Espectador - José Vargas
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En el corazón del barrio San Bernardo, en el centro de Bogotá (localidad de Santa Fe), se registró una explosión, el martes 18 de febrero. Según la Policía, a las 11:00 p.m., lanzaron un artefacto explosivo contra un grupo de habitantes de calle, en la carrera 10 con calle 5A. El saldo: un muerto y siete heridos. “Estamos verificando si fue un artefacto improvisado o uno industrial y revisando la información, para acercarnos lo más posible a la verdad”, dijo el coronel William Lara, comandante (e) de la Policía de Bogotá.

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Pese a que la zona está priorizada, el domingo 23 de febrero, la escena se repitió. A las 5:00 p.m., a una cuadra del primer ataque (carrera 10 con calle 6) lanzaron una granada, que hirió a dos personas. La rápida reacción de la Policía permitió la captura del presunto responsable. Según el general Giovanni Cristancho, recién posesionado comandante de la Mebog, se trata de José Torres, de 24 años, quien tiene anotaciones por terrorismo, porte ilegal de armas, lesiones personales y maltrato animal.

Infinito círculo de violencia

Por décadas, el barrio San Bernardo (o el “Samber”, como popularmente se le conoce) ha sido una de las zonas de la ciudad con mayores índices de criminalidad y deterioro social, que se agudizó después de la intervención del Bronx, en 2016, cuando buena parte de las bandas delincuenciales se mudaron a esta zona. Hoy, pese a las constantes operaciones oficiales, allí se concentran flagelos asociados al microtráfico, entre ellos, el sicariato, la trata de personas y las guerras por el territorio.

Hoy, dicen los investigadores, los protagonistas de la nueva guerra son las bandas Los Venezolanos y Los Costeños, la cual se desarrolla en el corazón de una zona donde se concentra el poder político del país y algunas instituciones de seguridad como la Seccional de Investigación Criminal de la Policía, el Palacio de Nariño, el Congreso, el Palacio de Justicia y el Batallón de Reclutamiento del Ejército, que parecen darle la espalda al problema, como ocurrió por años con la calle del Cartucho y el Bronx.

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En medio de ese ambiente de constantes hechos delictivos y capturas, que propician el relevo de los mandos de las estructuras criminales, los recientes atentados se pueden entender como mensajes entre bandas para mostrar quién tiene el control. Sin embargo, la preocupación general recae en que no es una novedad que responda a una coyuntura: en julio pasado, por ejemplo, pretendían realizar un ataque con granada, pero, por fortuna, las autoridades lograron interceptar el artefacto y realizar la detonación controlada.

“Esto era una bomba, en términos sociales y de seguridad, que se advirtió hace tiempo. Desde 2016 se dijo que el primer enfrentamiento, entre Gancho Mosco y Gancho Homero, fuera del Bronx, se dio en San Bernardo”, recordó Andrés Nieto, director del observatorio de Seguridad de la Universidad Central. Las autoridades tienen claro que la problemática de venta de droga es una constante en la zona entre las calles 2 y 6 y las carreras 11 y 12. Allí, además de la presencia de las bandas delincuenciales, la de habitantes de calle, instrumentalizados para vender o transportar estupefacientes, es otra de las constantes. Si bien varios barrios del sector han sido intervenidos y demolieron gran parte de las ollas de microtráfico, el dominio de las organizaciones criminales persiste.

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Tras las intervenciones en sectores aledaños como La Estanzuela, La Favorita y Santa Fe, los reductos de las bandas que operaban en esas zonas terminaron desplazándose hasta el “Samber”, “dado que es un sector estratégico, para conectar con el oriente de la ciudad, por medio de Las Cruces y a través de la calle 6, lo que dinamiza el narcomenudeo en la localidad”, apunta Nieto.

Por otro lado, hay actividades adyacentes que inciden en la criminalidad, como el contrabando, una constante en la localidad de Santa Fe, que se presta no solo para traer mercancía sin pagar impuestos, sino para el tráfico de armas y drogas y el lavado de activos. “El tema de los inquilinatos, los pagadiarios, el alquiler de armas y las actividades sexuales pagas son una constante, que no se ha podido erradicar debido, precisamente, a lo rápido que se reorganizan las estructuras delincuenciales, tras cada golpe de las autoridades”.

Hoy, además de los operativos, la esperanza de acabar por completo con lo que ocurre en estos barrios del centro está en los proyectos de la Empresa de Renovación Urbana (Renobo), que pretende transformar 9,3 hectáreas, para recuperar la vocación residencial y comercial del sector, mediante la construcción de 3.946 Viviendas de Interés Social (VIS). En este proyecto se invirtieron $132.000 millones, sobre todo para la compra de 341 predios para la intervención. Sin embargo, el plan parcial, que contempla esa renovación, apenas está en formulación. De momento, Renobo ha logrado lanzar por novena vez una licitación para la construcción de un centro comercial, casi del mismo tamaño de Unicentro, pero en San Victorino. Este proyecto, junto al parque del Tercer Milenio y el plan parcial San Bernardo, completan un anillo urbanístico con el que pretenden cambiarle la cara del sector.

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Si no se agiliza la renovación urbana y se fortalece la oferta social para habitantes de calle, migrantes, mujeres y niños explotados sexualmente, el problema seguirá latente. La razón: pese a las constantes capturas, si no hay una intervención social de fondo, las bandas que se disputan la zona, responsables de la zozobra con la que se vive en el sector, seguirán encontrando las condiciones para reacomodar sus fichas y seguir dominando a través del miedo y mantener vivos sus negocios criminales en la capital.

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