Plaza de Toros de Santa Maria, en Bogotá.
Al pasar por el Páramo de Letras, en Manizales, se aprecia en las colinas decenas de toros de lidia, que resaltan por su negro intenso, sus imponentes encornaduras astifinas y corpulencia. Se pasean tranquilos a campo abierto, pero con una postura que infunde respeto. Y no es para menos, es un animal bravo, aguerrido y que, ante el peligro, lucha hasta la muerte. Hoy, legalmente, los crían para morir en medio de una plaza y bajo el estoque de un torero.
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Por Alexánder Marín Correa
Periodista con experiencia en periodismo judicial, investigación, local y de datos. Actualmente editor de la sección Bogotá, del diario El Espectador y asociado de Consejo de Redacción (CdR), organización que promueve el periodismo de investigación en Colombia. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com
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