Publicidad

De desaparecido a asesinado

El presidente del Sindicato de Servicios Públicos de Bogotá desapareció el pasado 22 de abril en El Tunal. Este año han sido asesinados 24 dirigentes sindicales en todo el país, y en la capital han desaparecido dos.

Carolina Gutiérrez Torres
16 de julio de 2008 - 10:00 p. m.

El 22 de julio se cumplían tres meses de la desaparición del sindicalista Guillermo Rivera Fúquene, quien fue visto por última vez a una cuadra de su casa en el barrio El Tunal. Iba trotando para el gimnasio y acababa de dejar a su hija en la ruta del bus. El cuerpo de Rivera —presidente del Sindicato de Servicios Públicos de Bogotá— fue localizado en una fosa común, en Ibagué, en donde fue sepultado como NN días después de que Medicina Legal lo encontrara abandonado en un paraje solitario.

Según el concejal del Polo Democrático Jaime Caicedo Turriago, cercano a la familia, el martes pasado la esposa de Rivera, Sonia Betancour  Rojas, viajó hasta Ibagué para reconocer el cadáver que, hasta ese momento sospechaba, podría ser de su esposo. “Esta semana la Fiscalía ordenó una exhumación de un cuerpo que había sido sepultado el 28 de abril en Ibagué. Efectivamente,  era Guillermo Rivera. Entonces hicieron los trámites para traer el cuerpo a Bogotá. Ahora estamos haciendo gestiones para las exequias”.

El cuerpo fue encontrado con signos de tortura. La familia y el concejal todavía no tienen detalles de la muerte. “No sabemos nada. Presumimos que lo llevaron hasta allí para matarlo. Nos extraña mucho que los sistemas de alertas de NN, reportados por la Fiscalía y Medicina Legal, hayan funcionado tan tarde. No entendemos por qué apenas podemos tener acceso a esa información. Estamos acongojados. Esto no sólo se trató de una retención arbitraria, sino de un asesinato muy bien montado”, señaló.

La búsqueda

Sonia Betancour volvió a tener noticias de su esposo un día después de la desaparición. Eran las 11 de la mañana cuando


recibió una llamada del celular de Rivera. “Me puse tan nerviosa que no entendí muy bien lo que me decía”. Sólo recuerda que le preguntaron, “¿habla la señora Sonia? Nosotros tenemos a Guillermo, él está bien”. Después, ella, por efecto de los nervios o del ruido que se escuchaba al otro lado de la línea, entendió que le dijeron, “aliste dinero. No vaya a decir nada”. “Repítame que no escucho nada, repítame”, les suplicó. “Espere otra llamada”, dijo un hombre de voz gruesa y colgó.

Luego de dos semanas el Gaula informaría que esa llamada provenía de San Martín, un municipio del Meta que estuvo bajo el dominio paramilitar y actualmente mantiene influencia de un grupo disidente al mando de Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo.

Mientras esperaba la llamada del hombre, que prometió volver a comunicarse con ella para acordar la recompensa por la libertad de su esposo, una vecina del barrio El Tunal se comunicó con Sonia Betancour. La mujer, que pidió no ser identificada, le dijo que había sido testigo de la desaparición forzada de Rivera. Contó que mientras el líder sindical trotaba por un parque del barrio, dos patrullas y cuatro motos de la Policía lo interceptaron. Un uniformado alto y corpulento lo detuvo. El sindicalista preguntó asustado: “Qué pasa, si yo vengo de dejar a mi niña en la ruta”. “¿Cuál ruta, cuál ruta?”, gritó el policía, lo esposó y lo subió bruscamente a la patrulla. Esa fue la última vez que lo vieron.

En estos últimos dos meses Sonia Betancour se dedicó a recorrer el barrio El Tunal, el centro, la Contraloría, y todos los sitios que Rivera frecuentaba, para indagar y dejar pegados en las paredes  afiches con la foto de su esposo y un título enorme que decía “Desaparecido”.

Durante todo el proceso de investigación, Betancour siempre cuestionó la indiferencia de los entes de seguridad en el caso de su esposo. “Si ya saben que la llamada que me hicieron cuando desapareció mi esposo, provenía del Meta, ¿por qué no me llaman? ¿Por qué no envían un operativo a San Martín? ¿Cómo es posible que el Fiscal me llame y me pregunte ‘¿qué sabe de su esposo?’ En vez de decirme, ‘la investigación va en esto’ ”, le dijo el pasado 15 de mayo a El Espectador.

Finalmente, después de 85 días, la búsqueda  terminó. Sonia Betancour viajó hasta Ibagué por el cuerpo de su esposo, que fue velado ayer en la funeraria Los Olivos y hoy será sepultado.

Desde las 8:00 a.m. el Concejo de Bogotá le rendirá un homenaje al líder sindical.  Después, los cabildantes marcharán hasta la Contraloría, donde Rivera trabajaba, y luego acompañarán a Sonia Betancour y a las hijas de Rivera al cementerio.

Ya en otras ocasiones la familia de Rivera había liderado marchas por la liberación del sindicalista, en las que reclamaban: “Que nos lo devuelvan vivo, porque vivo se lo llevaron”. Ahora es el concejal Fernando Rojas, vocero del Polo Democrático, quien dice eufórico: “Reclamamos la verdad de los hechos. Su misma familia tiene indicios de que fue interceptado por una patrulla de Policía en Ciudad Tunal”.

Por Carolina Gutiérrez Torres

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar