Sobre el complejo hospitalario San Juan de Dios recaen 460 años de historia, desde aquel 21 de octubre de 1564, cuando el primer arzobispo de Santafé dispuso de unas casas para el primer hospital colonial en Nueva Granada, que por más de cuatro siglos evolucionó, se trasladó y creció, hasta que en 2001, 437 años después, cerró las puertas por quiebra. No obstante, gracias a la sociedad civil y a los extrabajadores, en 2002 el Estado declaró los 24 edificios del complejo como monumentos nacionales y luego se dio la orden constitucional de restaurarlos y ponerlos de nuevo en servicio. Hoy, más de 20 años después, hay un nuevo impulso por cumplir ese mandato, pese a tener deudas históricas por saldar.
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En este punto es clave aclarar que si bien los edificios en pie, distribuidos en un terreno de casi 15 hectáreas, en la localidad Antonio Nariño (entre barrios populares, como San Bernardo, Policarpa, Sevilla, Modelo Sur y Calvo Sur), no tienen más de un siglo, el espíritu de la institución y los espacios originales que precedieron al San Juan de Dios, sí son de la época del siglo XVI, siendo testimonio “de la trayectoria de la medicina en el país, de la salud de los habitantes de este territorio y de cómo ha sido cercano a la escena pública y la institucionalidad”, indicó Eduardo Mazuera, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC).
Pero no solo esto lo hace importante, sino que también por lo que representó, entrado el siglo XXI, en ese choque de visiones alrededor de la prestación del servicio de salud en Colombia, el mercado y la sostenibilidad de lo público en condiciones de desarrollo y crecimiento poblacional. Allí el complejo encarnó las dicotomías sobre patrimonio, necesidades locales y eficiencia, en la que se impuso la visión del mercado, dejando sin un importante hospital a cinco localidades (Santa Fe, La Candelaria, Los Mártires, Antonio Nariño y San Cristóbal), que hoy superan los 250.000 habitantes.
Es una larga historia que se detuvo por casi 20 años, y cuenta más allá de la trayectoria de la medicina: “el significado no solo de la institución como paradigma de la evolución de la medicina en la primera mitad del siglo XX, sino la historia de este fragmento de ciudad, la expansión de la vivienda y de cómo el San Juan se convirtió en núcleo de desarrollo de trabajo”, añadió Mazuera.
“En aquellos tiempos era, para algunos, el mejor hospital de Latinoamérica. Tenía hospital universitario, donde hacíamos investigación. Contábamos con todas las especialidades y superespecialidades, de manera que el paciente solo tenía que subir o bajar de piso o salir de un edificio al otro para encontrar la especialidad que necesitaba”, señaló Nubia Báez, extrabajadora del hospital y una de quienes todavía luchan para que se les paguen las deudas, que provocó el cierre del complejo.
460 años
Mario Hernández Álvarez es médico, doctor en historia, profesor asociado al Departamento de Salud Pública del Centro de Historia de la Medicina de la Universidad Nacional y miembro de la comisión para dirigir el proyecto de recuperación del hospital San Juan de Dios y el Instituto Materno Infantil. “El San Juan de Dios es tal vez una de las instituciones más emblemáticas de este país. Es de las pocas de la Colonia que se preservaron totalmente”.
“Nació en 1564, cuando el primer arzobispo de Santafé de Bogotá, fray Juan de los Barrios y Toledo donó unas casas para crear el hospital San Pedro, en el marco de las cédulas reales de los reyes católicos, que ordenaron a la Iglesia atender a los enfermos y, al tiempo, hacer catequesis. Por eso decimos que son 460 años, pero no es la misma institución”, explicó a El Espectador.
Esta se ha venido transformando: en 1739, también por orden de cédula real, pasó de ser el hospital San Pedro a ser el hospital Jesús María y José. Estaba en la calle 12 -en la calle San Miguel-. Posteriormente, en 1913, empezó la construcción de los 24 edificios que se inauguraron en 1926, y que hoy quieren rescatar.
El “no cumpleaños”: salud vs. patrimonio
Las deudas del hospital son aún notables. Unas de ellas son el acceso a la salud y el deterioro del sistema hospitalario. Durante los años de cierre del hospital la ciudad y, en particular, el centro de Bogotá crecieron sin recibir los beneficios del complejo. Para completar, los hospitales de la Subred Centro Oriente se han endeudado a tal punto, que están en riesgo algunos servicios. Mientras tanto, los edificios del complejo San Juan se han ido deteriorando por el desuso y la falta de mantenimiento especializado en bienes de interés patrimonial.
No obstante, en este tiempo, la zona no dejó de recibir atención en y la cobertura, aunque apretada, se ha logrado saldar. El sector central de Las Cruces pasó a ser conocido como el conector a “Ciudad Salud”, que acoge patrimonio tan importante como los hospitales San Juan de Dios, La Misericordia y La Samaritana. Adicional, el Plan de Manejo Especial del Centro Histórico de Bogotá de 2017 describe que el área de influencia del San Juan corresponde a cerca del 3 % de toda la población de la ciudad y, de todos los servicios de salud, el 11 % están en La Candelaria, Santa Fe y Los Mártires. Es decir, de 393 centros de salud que tenía la ciudad para ese año, 46 estaban en la zona centro.
Por ende, el acceso a salud, aunque limitado, no ha sido uno de los problemas más ruidosos alrededor del cierre del hospital. Pero las consecuencias que se han visto en materia financiera, por la incapacidad del Distrito y la nación, de poner en marcha de nuevo el hospital, tienen a la Subred -hoy intervenida- con el agua al cuello.
Eduardo Mazuera remarcó que, aunado a los problemas y el contexto de la salud, hay que hacer memoria y no dejar ir la lucha de los trabajadores y trabajadoras que dieron vida al San Juan de Dios. “A esas historias hay que añadirle otra capa de información, que son los seres humanos que han pasado por aquí; las personas que han interactuado con el San Juan de Dios y cómo sus vidas se han visto marcadas por estos espacios, y cómo, incluso, hubo niños que crecieron en este lugar y duraron décadas viviendo con sus familias en estos sitios, para luego encontrar que hoy el espacio ha sido vaciado para ser reinterpretado para reflexionar sobre su pasado y resignificarlo”.
Una de esas historias es la de Nubia Báez, bacterióloga y extrabajadora del complejo, quien ha sufrido doble calvario en esta historia: el cierre del San Juan y el cese del pago de sus honorarios, y ahora que trabaja en la Subred Centro Oriente, las demoras de los pagos y los líos económicos que tienen a los hospitales de la red con déficit de personal. Para ella y otros tantos actores del San Juan, los 460 años que reciéntemente cumplió el complejo representan un “no cumpleaños”, contrario a las entusiastas celebraciones que hizo en octubre el Ministerio de las Culturas. “La situación jurídica laboral de nosotros, los extrabajadores, no se ha solucionado, porque tampoco, a pesar de la lucha que hemos dado por la reapertura junto con el ahora presidente Petro, tampoco se ha podido hacer”, contó.
Miguel Ángel Pardo Cruz, historiador de la Pontificia Universidad Javeriana, rescata la memoria de otros actores poco visibles: las lavanderas del hospital San Juan de Dios, quienes laboraron en el edificio de Mantenimiento, próximo a reabrir. “Las mujeres lavanderas, que son invisibles en la historia, pese a que en su cotidianidad sirvieron y ayudaron, de alguna manera, a mantener el hospital, porque lavaban todo. Y como ellas, otros actores claves que se remontan a la fundación del hospital, como los misioneros y toda la orden eclesiástica. Esto hace que uno se pregunte: ¿cómo el Estado no puede hoy generar un esfuerzo para resignificar y rescatar a todas estas acciones de estos actores claves?”.
Renacer desde el polvo
La historia da giros, y en el caso del complejo hospitalario San Juan de Dios, son muchas las tensiones que permitieron que en 20 años el hospital quedase, como algunos autores y artistas sugieren, “en estado de coma”. En 2015 Gustavo Petro, siendo alcalde de Bogotá, adquirió los predios del San Juan de Dios para restaurarlo bajo su visión de conservación. Al siguiente año Enrique Peñalosa asumió la Alcaldía y estructuró un contrato para construir dos modernos edificios hospitalarios, lo que implicaba la demolición de la torre central. El contrato lo firmó en 2020 Claudia López con la sociedad española Copasa.
Sin embagro, Petro, siendo presidente, hizo de todo para frenar la obra y la demolición del edificio Central. Primero expidió el Decreto 1959 en 2023, que creó el Hospital Universitario San Juan de Dios y le abrió el camino al Gobierno Nacional para adquirir el complejo, ahora para la nación. En mayo pasado la Supersalud detuvo el contrato con la firma española, generando una millonaria demanda contra la Alcaldía de Bogotá.
“Es que aquí hay una tensión de poder, eminentemente político. Hoy en día muchos políticos se volvieron arquitectos, se volvieron historiadores y hablan sobre ese tema sin tener mayor conocimiento. Hay una atención en que se quiere recuperar parte de lo que significa el edificio y que tiene las cualidades arquitectónicas para poderlo hacer, y, por otro lado, según los requerimientos del mercado, necesitamos generar nuevos servicios, nuevos edificios, en el marco de lo que hoy se presta en la salud hospitalaria en Bogotá. Esa tensión es lo que paraliza”, analizó Pardo Cruz.
A pesar de las sentencias de la Corte, resolver los pleitos jurídicos alrededor del debate de la Torre Central, y destrabar el proceso de compra del hospital por parte de la nación, puede llevar años. Aun así, el Gobierno y el Distrito perseveran en avanzar en lo que se pueda, aspecto que, en medio de la distancia de gobiernos local y nacional, que enfrenta al alcalde Carlos Fernando Galán y al presidente Gustavo Petro, el complejo parece ser un nodo que puede unir ambas visiones.
Así lo ve el director del IDPC: “Esta es una oportunidad de trabajar articuladamente con la nación desde el Distrito y, sobre todo, desde el punto de vista patrimonial, en el que estamos enfocados con el Ministerio de las Culturas y la Dirección de Patrimonio. Hemos elaborado una agenda conjunta de activación del hospital San Juan de Dios para reabrir sus puertas”.
Desde 2023 el complejo abrió sus puertas para narrar de distintas maneras su historia y promover el arte y la cultura local. Saia Vergara Jaime, viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, anunció, durante un cabildo distrital, la entrega oficial del edificio de Mantenimiento este 11 de diciembre, que constituye un hito en el Proyecto de Recuperación del Hospital San Juan de Dios que lidera el Ministerio de las Culturas.
“Este recinto ofrecerá servicios de telesalud para el fortalecimiento de la atención primaria en salud (APS) y acogerá el Centro Nacional de Simulación para la Formación en Salud. De manera temporal funcionarán laboratorios del Instituto de Medicina Legal, que hoy está en el edificio San Jorge y entrará en obra el próximo año”, señaló.
Mario Hernández informó que el otro año se abrirán ocho prepliegos para intervenir edificios, entre ellos la Torre Central y el Materno Infantil: “A mitad de 2025 esperamos abrir la licitación para el edificio Central; sobre el hospital Materno Infantil ya estamos en proceso y tuvo la aprobación de estudios y diseños previos por parte del contratista, y ahora viene todo el trabajo del plan de contingencia para no sacar a las maternas y a los bebés de allí”. Además que esto es “la continuación de la historia y del patrimonio. A nuestro juicio, en cinco años podremos tener abierta una buena cantidad de servicios y, de ser posible, la torre Central también funcionando, que será el hospital universitario tal vez más importante del país, con tres nuevos desarrollos que permitirían tener alrededor de 700 camas disponibles”.
“No solo es resignificar desde la memoria histórica el escenario del San Juan de Dios. También es darle un plan de acción inmediato para que pueda llevarse a cabo en consonancia con lo que la sociedad necesita. Con todo este espacio y este escenario, que además tiene todos los atributos arquitectónicos para poder revitalizar nuevamente la salud en Colombia, se puede poner en marcha una especie de cruzada histórica y de salud”, concluyó Pardo Cruz.
“Ahora, otra vez que la gente pueda entrar, nosotros les podemos explicar o los del IDPC o los del Ministerio de las Culturas, y eso cambia la posición que tú tienes de la reja para afuera. Cuando ingresas aquí ya no lo ves como esa cosa tan horrible que se está cayendo, sino que entiendes que aquí nació la medicina en Colombia, que aquí se pelea por lo público. Cuando entran aquí, ya no nos señalan como a esos que se ‘tomaron’ o ‘los ocupantes’ del San Juan, sino que se darán cuenta de que no estábamos locos, que teníamos una razón para hacerlo y seguimos teniendo esa razón”, concluyó Nubia Báez.
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