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“Yo pensé que había caído un rayo”, fue lo que dijo uno de los tantos curiosos que llegaron a la calle 24C con carrera 68B, en Ciudad Salitre, para observar cómo quedó el sitio donde minutos antes estalló uno de los seis petardos que fueron detonados este jueves en Bogotá.
Más allá de las cintas amarillas que siempre señalan el sitio de las desgracias había un poste con el acero a la vista y una mancha negra en un costado. “Parece que hay un señor herido, pero una ambulancia ya se lo llevó”, dijo, con un tono calmado, como si estuviera hablando de un hecho rutinario, Liliana Rocha, una de las residentes del sector.
Mientras tanto, entre el corrillo de fisgones que se agolparon detrás de los policías y bomberos corría el rumor de que había habido más explosiones. Algunos hablaban de dos, otros de tres. A través de la radio, cerca de las 2:00 p.m., el comandante de la Policía Metropolitana, general Rodolfo Palomino, confirmó que se habían registrado cuatro explosiones. Todas las detonaciones, según el general, obedecían al mismo modus operandi: explosivos de pequeño poder, entre 250 y 500 gramos, dejados en canecas y que estallaron simultáneamente a la 1:00 p.m. Además, una buseta fue incendiada cerca al Puente Aéreo.
La secretaria de gobierno, Clara López, aseguró que los explosivos habían tenido un temporizador para que todos explotaran en el mismo momento. La simultaneidad es una garantía, un cheque en blanco para la tranquilidad de los ciudadanos. “Si todos estallan al tiempo, eso quiere decir que no habrá más”, dijo uno de los observadores. Pasadas las 2:00 p.m., se supo de un petardo más, en la calle 102 con carrera 21, justo al lado de un edificio residencial. Cerca de las 4:30 p.m. la radio interrumpió la programación habitual para informar que otra explosión se había reportado en la calle 123 con carrera 11 B, en el sector de Multicentro.
Los ciudadanos se asustaron. En varias oficinas, los jefes de personal decretaron que el día de ayer se acababa más temprano para todos. En las inmediaciones del Centro Comercial Palatino, cerca al cual estalló otro artefacto, una persona se arrepintió, en el último minuto, de botar un papel en una caneca en la calle. Por unas horas, las canecas fueron el centro del terror. De cualquiera podía surgir una bomba. En la calle 102 con carrera 21, una mujer aseguraba que vio dos personas de negro pasar a toda velocidad en una moto justo antes del estruendo del petardo.
Mientras tanto, las autoridades corrían de lado a lado con sus sirenas, sus órdenes y sus planes. En la calle comenzaron las requisas a los buses de servicio público, a los transeúntes desprevenidos. Todos eran sospechosos y las autoridades pescaban en medio de la zozobra generalizada.
Hasta el día de hoy, luego de un año en el que ha habido 17 explosiones en la ciudad, con 10 buses quemados incluidos, sin contar las seis detonaciones del jueves , sólo hay dos capturas: los confesos autores materiales de un petardo que estalló el 14 de marzo en un almacén Éxito, en Chapinero. Las autoridades siguen repitiendo que andan tras la pista de todos los demás responsables.
Al finalizar un consejo extraordinario de seguridad, el alcalde Samuel Moreno dijo que estaban ofreciendo $50 millones de recompensa para quien suministre alguna información. Además, aseguró que el múltiple atentado no tuvo nada que ver con las marchas nacionales. Los explosivos utilizados fueron benclo con nitrato de amonio, 200 gramos en cada uno de los artefactos.